Génesis 37:32- “y enviaron la túnica de muchos colores; y la llevaron a su padre, y dijeron: Esta hemos hallado; reconoce ahora si es o no la túnica de tu hijo.” 2 Samuel 13:30- “Luego, mientras ellos estaban en el camino, le dieron aviso, diciendo: Absalón ha matado a todos los hijos del rey, y no ha quedado ninguno de ellos.” Mateo 15:37- “Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.” En la vida, nos enfrentamos a situaciones dolorosas y difíciles que nos hacen cuestionar el propósito y la bondad de Dios. La pérdida de un hijo es una de las experiencias más devastadoras que un ser humano puede enfrentar. Sin embargo, en medio de este dolor, podemos encontrar consuelo y esperanza en el sacrificio de Jesucristo y su acceso al Padre. La historia de José y su túnica: En Génesis 37, vemos cómo los hermanos de José le arrebatan su túnica y la sumergen en sangre para simular su muerte. Este acto desgarrador lleva a su padre, Jacob, a un profundo dolor y lamento. Pero más adelante, esta tragedia se convierte en una parte crucial del plan de Dios para la salvación de su pueblo. La tragedia en la familia de David: En 2 Samuel 13, se relata el asesinato de los hijos de David, incluido Absalón. Este evento trágico sacude los cimientos del reino de David y lo sumerge en el dolor y el sufrimiento. Sin embargo, incluso en medio de esta tragedia, vemos cómo Dios trabaja a través de los eventos más oscuros para cumplir su propósito redentor. La multiplicación de los panes y los peces: En Mateo 15, presenciamos el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Jesús alimenta a una multitud hambrienta con tan solo unos pocos panes y peces, demostrando su poder sobre la escasez y su provisión abundante para aquellos que confían en él. Este milagro nos recuerda que, incluso en medio de nuestras pruebas y aflicciones, Dios es capaz de proveer abundantemente para nuestras necesidades. La muerte de un hijo es una experiencia devastadora que puede sacudir nuestra fe y poner a prueba nuestra confianza en Dios. Sin embargo, a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz, tenemos acceso directo al Padre celestial, quien nos consuela en nuestro dolor y nos sostiene en tiempos de prueba. En lugar de permitir que el dolor nos consuma, debemos acudir a Dios en busca de consuelo y fortaleza, sabiendo que él es el único que puede sanar nuestras heridas más profundas y restaurar nuestra esperanza en medio de la oscuridad.