En la vida, muchas veces enfrentamos situaciones que nos desconciertan, nos desaniman o simplemente no entendemos. A veces nos preguntamos: “¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Qué propósito tiene todo esto?”. En medio de estas dudas y luchas, es crucial recordar que Dios tiene un propósito y un plan para cada uno de nosotros, aunque no siempre podamos verlo de inmediato.
En 1 Samuel 16:13, vemos un ejemplo claro de esto: “Y Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.”
Aquí vemos a David, un joven pastor, siendo ungido como rey por Samuel. David no era el mayor, ni el más fuerte de sus hermanos, pero Dios vio algo en él que otros no veían. Dios tenía un plan para David, un propósito que iba más allá de lo que cualquier humano podría haber imaginado.
Podemos aprender mucho de esta historia. En primer lugar, entendemos que Dios tiene su propio calendario y su propia manera de hacer las cosas. A veces, el proceso que atravesamos puede parecer largo y lleno de obstáculos, pero cada etapa tiene su razón de ser. David fue ungido como rey, pero no asumió el trono de inmediato. Tuvo que pasar por muchas pruebas y desafíos antes de que eso sucediera.
En nuestra propia vida, podemos encontrarnos en situaciones donde nos sentimos perdidos o sin esperanza. Tal vez estemos en un trabajo que no nos satisface, en una relación que no funciona o enfrentando problemas personales que parecen insuperables. Es en esos momentos cuando más necesitamos confiar en el proceso y en el plan de Dios.
El proceso es una parte esencial de nuestro crecimiento y desarrollo. Sin los desafíos y las pruebas, no podríamos convertirnos en las personas que Dios quiere que seamos. Cada dificultad que enfrentamos es una oportunidad para aprender, crecer y fortalecer nuestra fe. David tuvo que enfrentarse a leones y osos antes de enfrentarse a Goliat, y cada una de esas experiencias lo preparó para el futuro.
Entender el proceso también nos permite vivir con más paz y felicidad. Cuando confiamos en que Dios tiene un plan para nosotros, podemos dejar de preocuparnos tanto por el futuro y enfocarnos en el presente. Podemos disfrutar de las pequeñas bendiciones diarias y encontrar alegría en cada etapa del camino.
Esto no significa que no enfrentaremos dificultades o momentos de duda. Incluso David, un hombre conforme al corazón de Dios, tuvo sus momentos de angustia y temor. Pero al final, su confianza en Dios y su comprensión del proceso le permitieron superar esos momentos y vivir una vida plena y significativa.
Así que hoy, quiero animarte a que confíes en el proceso de Dios para tu vida. No importa dónde te encuentres o qué estés enfrentando, recuerda que Dios tiene un plan para ti. Cada etapa, cada desafío y cada victoria es parte de ese plan. Al entender esto y vivir con esta perspectiva, podemos encontrar una paz y una felicidad duraderas, sabiendo que estamos en las manos de un Dios amoroso y sabio que siempre busca nuestro bien.