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imagen y semejanza
Pasaje De La Biblia Genesis 1:26
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema El propósito de nuestra vida & libro Génesis.

Imagen y semejanza

  • Jeferson Soares
Fecha predicado February 21, 2024

Queridos hermanos y hermanas, hoy nos reunimos para reflexionar sobre la magnífica verdad que se revela en las Escrituras, específicamente en los versículos de Génesis 1:26 y Génesis 2:8-9. Estos pasajes nos llevan a contemplar la profundidad de nuestra relación con nuestro Creador y el propósito sublime que Él nos ha otorgado desde el principio de los tiempos.

En Génesis 1:26, leemos: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Estas palabras nos revelan que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios mismo. ¡Qué asombroso privilegio y responsabilidad!

Imaginen, hermanos, cómo sería vivir cada día recordando que llevamos la impronta divina en nuestras vidas. Cada interacción, cada decisión, cada pensamiento reflejando la luz y el amor de nuestro Creador. Esta es nuestra llamada: ser embajadores de la gracia, la verdad y la bondad en un mundo que tanto lo necesita.

Pero, ¿Dónde se desarrolla esta relación entre el Creador y su creación? Nos encontramos con la respuesta en Génesis 2:8-9: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. El Jardín del Edén no solo era un lugar físico, sino también un símbolo de comunión íntima con nuestro Creador.

Hermanos, así como Adán y Eva fueron llamados a cuidar y cultivar el Edén, nosotros también estamos llamados a cultivar nuestras relaciones con Dios y con nuestros semejantes. El Jardín de la Vida es el corazón mismo de nuestra existencia, donde encontramos la plenitud y el propósito en comunión con Aquel que nos formó.

Que cada paso que demos en este jardín de la vida sea guiado por el amor, la sabiduría y la gracia de Dios. Que nuestras vidas reflejen la imagen del Dios vivo y que nuestro andar sea un testimonio vivo de Su amor redentor.

Adán y Eva, en su búsqueda de conocimiento y autonomía, tomaron una decisión que desobedecía la voluntad de Dios al comer del fruto prohibido. Aunque tenían el poder de elegir, no podían determinar qué sucedería después de tomar esa decisión. Las consecuencias de su elección fueron graves: fueron expulsados del Jardín del Edén, enfrentaron la separación de Dios y experimentaron el dolor y la dificultad en el mundo exterior.

Este relato nos enseña que nuestras acciones tienen repercusiones, y a menudo, las consecuencias de nuestras decisiones pueden ser impredecibles o incluso dolorosas. Por eso es crucial que, al ejercer nuestro libre albedrío, busquemos la guía y la sabiduría de Dios para tomar decisiones que estén alineadas con la voluntad de Dios y que promuevan el bienestar propio y el de los demás.

Aunque no podemos evitar todas las consecuencias negativas de nuestras elecciones, podemos confiar en que Dios está con nosotros en todo momento, dispuesto a perdonar, sanar y redimir incluso las situaciones más difíciles. Al igual que Adán y Eva, podemos aprender de nuestras experiencias, arrepentirnos de nuestros errores y buscar una relación restaurada con nuestro Creador.

Recordemos siempre que, aunque tengamos la capacidad de elegir, no estamos solos en las consecuencias de nuestras decisiones. Dios está presente en cada paso del camino, listo para guiarnos, fortalecernos y sostenernos, incluso cuando enfrentamos las consecuencias de nuestras acciones. Que nuestra confianza en Él y nuestra dependencia de Su gracia nos guíen en cada elección que hagamos en la vida.

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