Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy nos reunimos bajo el amparo de la palabra de Dios para reflexionar sobre el poder transformador de la gracia de Dios mediante su hijo Jesucristo y el papel que cada uno de nosotros puede desempeñar como instrumentos escogidos por el Señor. En los pasajes de Hechos 9:1-22 y Hechos 22:1-5, encontramos una narrativa impactante sobre la conversión de Saulo, quien más tarde se convertiría en el gran apóstol Pablo.
En Hechos 9, vemos a Saulo, un hombre lleno de celo por las tradiciones de sus padres, persiguiendo a los seguidores de Jesús con una furia inquebrantable. Sin embargo, en su camino a Damasco, el Señor lo confronta con una luz celestial que lo deja ciego. En ese momento, Saulo escucha la voz de Jesús, quien le pregunta: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Esta experiencia marca un punto de inflexión en la vida de Saulo, quien, a partir de entonces, se convierte en un ferviente seguidor de Cristo.
Hermanos, en este pasaje de la biblia encontramos un poderoso recordatorio de que Dios puede usar a cualquier persona, sin importar su pasado o sus circunstancias, como instrumento para llevar a cabo su obra en el mundo. Así como Saulo fue transformado en Pablo, nosotros también podemos experimentar una transformación radical cuando nos rendimos ante la gracia y el poder de Dios.
¿Cuál es nuestro papel como instrumentos escogidos por el Señor? En primer lugar, debemos estar dispuestos a escuchar la voz de Dios y a obedecer su llamado, así como lo hizo Saulo. También debemos estar dispuestos a dejar atrás nuestras propias agendas y ambiciones, y permitir que Dios dirija nuestras vidas según su voluntad perfecta. Además, debemos estar preparados para enfrentar la oposición y la persecución, sabiendo que el Señor está con nosotros en todo momento.
En conclusión, recordemos que cada uno de nosotros ha sido escogido por Dios para ser sus instrumentos en este mundo. Que podamos seguir el ejemplo de Pablo, quien una vez fue un perseguidor de la iglesia, pero fue transformado en un poderoso testigo del evangelio. Que podamos permitir que la luz de Cristo brille a través de nosotros, llevando esperanza y salvación a aquellos que están perdidos en las tinieblas del pecado.
Oremos para que el Señor nos capacite y nos fortalezca para cumplir con el llamado que nos ha dado, y para que podamos ser fieles instrumentos de su amor y gracia en este mundo necesitado. Amén.