La prédica “La Victoria de Jesús” destaca cómo Dios revela Su poder y autoridad desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento. En Éxodo, Dios transforma el agua en sangre, simbolizando Su control sobre la creación y Su justicia. En el Nuevo Testamento, Jesús demuestra Su poder en las bodas de Caná al convertir el agua en vino, anticipando Su obra redentora.
El pecado es presentado como una fuerza destructiva que separa a la humanidad de Dios, pero Jesús vino a reconciliarnos. Su sacrificio en la cruz anuló nuestra deuda espiritual y derrotó a las fuerzas malignas, otorgándonos libertad y vida eterna. La misma fuerza que resucitó a Jesús actúa en los creyentes, dándoles poder para vivir en victoria. Gracias a Su sacrificio, somos sanados y llamados a una vida justa y plena. La victoria de Jesús es completa y transforma nuestras vidas para siempre.