En Hechos 3:1-10, vemos a Pedro y Juan dándole al hombre cojo no lo que él esperaba (dinero), sino lo mejor que ellos tenían: sanidad en el nombre de Jesús. Esto nos enseña a dar de lo que realmente tenemos y a dejar que Dios use nuestras vidas para traer transformación verdadera.
Por otro lado, en Marcos 14:7, una mujer derrama un perfume costoso sobre Jesús, y aunque algunos la critican, Jesús resalta la importancia de su acto de adoración sincera. No siempre lo material es lo más importante; a veces el dar tiene que ver con reconocer la presencia de Dios y entregarle lo mejor.
Ambos pasajes nos llaman a reflexionar sobre cómo y qué damos: ya sea a otros en necesidad o a Dios en adoración. Lo importante es ofrecer lo que realmente tenemos, guiados por el amor y la devoción, siendo sensibles a lo que cada momento requiere.