Texto Base: Joel 2:25 (NVI) “Os devolveré los años que se llevó la langosta, la oruga, el pulgón y el saltamontes, mis grandes ejércitos que desplegué contra ustedes.”
Querida comunidad, en Joel 2:25, encontramos una promesa de restauración divina. Dios, en Su gracia y misericordia, nos asegura que restaurará lo que fue dañado. Acompáñenme mientras exploramos cómo esta promesa se extiende a nuestra intimidad con Él, recordándonos que no debemos descuidar esa conexión vital.
I. La Devastación de la Intimidad:
- Reflexionaremos sobre cómo las adversidades pueden afectar nuestra intimidad con Dios, representadas en la metáfora de los insectos devoradores en el texto.
- Analizaremos cómo la vida a menudo trae desafíos que pueden impactar nuestra cercanía con el Señor.
II. La Promesa de Restauración:
- Exploraremos la promesa divina de devolver lo que fue robado.
- Inspiraremos a la comunidad a confiar en la capacidad de Dios para restaurar y renovar nuestra intimidad con Él.
III. La Responsabilidad de la Intimidad:
- Abordaremos la importancia de no descuidar nuestra relación íntima con Dios, incluso en medio de las dificultades.
- Reflexionaremos sobre la necesidad de buscar a Dios de manera constante y ferviente.
IV. Aprender de las Adversidades:
- Desglosaremos cómo las adversidades pueden ser oportunidades para crecer en nuestra intimidad con Dios.
- Analizaremos testimonios bíblicos y personales de cómo la relación con Dios se fortalece en tiempos difíciles.
V. Cuidando Nuestra Vida Espiritual:
- Conectaremos la promesa de Joel con la exhortación de Jesús a buscar primero el reino de Dios en Mateo 6:33.
- Desafiaremos a la congregación a priorizar su vida espiritual y su relación con Dios por encima de las preocupaciones mundanas.
Hermanos y hermanas, que esta promesa de Joel nos aliente a cuidar nuestra intimidad con Dios. En medio de las pruebas, recordemos que Él puede restaurar y renovar nuestra conexión con Él. Que busquemos Su presencia, confiando en que Él devolverá los años que puedan haber sido afectados. No descuidemos nuestra intimidad con el Señor, pues en ella encontramos fortaleza, consuelo y renovación. Amén.