Dios nos ha llamado a transformar ambientes. No a adaptarnos, no a soportarlos, sino a cambiarlos con su presencia en nosotros.
Marcos 10:14-18
Jesús no evitó los ambientes difíciles, Él los redimía.
El Reino de Dios no se trata solo de lo interno, sino de manifestarse externamente, en la atmósfera que nos rodea.
Cuando permitimos que el espíritu santo se mueva en nosotros, influimos donde estemos: en casa, en el trabajo, en la iglesia, en la sociedad.
Hay lugares que liberan, pero hay ambientes que oprimen.
Así como el pueblo de Israel salió físicamente de Egipto, pero aún pensaba como esclavo, muchas veces salimos de situaciones, pero los ambientes siguen marcando nuestras emociones y decisiones.
¿Qué atmósfera estás permitiendo en tu hogar?
¿Está llena de quejas, críticas o temor?
¿O es un ambiente de fe, esperanza, presencia de Dios?
El ambiente espiritual interno determina cuánto impacto externo podemos generar.
Queremos cambiar el ambiente con fuerza fisica pero cambiamos el ambiente por el espirítu que viene de Dios, el ambiente se cambia con personas espirituales
Pastor JEFERSON
Mateo 12:9-14
Jesús entra a la sinagoga y sana a un hombre con la mano seca, rompiendo un ambiente religioso seco y sin compasión.
Él no toleraba la esterilidad espiritual.
Hay muchos como ese hombre a nuestro lado, personas secas, sin fuerza, sin fruto… pero Dios quiere tocarlas a través de ti.
No podemos esperar que otros lo hagan. ¡Tú eres la sal! ¡Tú eres la luz!
“No os conforméis a este siglo…” (Romanos 12:2)
No te acomodes. No te resignes. Transforma. Declara. Ora. Profetiza. Limpia.
El mundo no necesita más información, necesita ambientes con presencia de Dios.