Sermon'e

en February 25, 2024 — por .

Alabanza en medio de la dificultad

Hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos reunimos bajo el manto de Su gracia para celebrar la libertad de gozo que encontramos en Él, incluso en los momentos más difíciles de nuestras vidas. Nuestro enfoque está en Hechos 16:25-26, donde Pablo y Silas, encarcelados y en medio de la adversidad, alaban a Dios con todo su corazón. Imagina por un momento la escena: las cadenas pesadas envuelven sus muñecas, la oscuridad de la cárcel los rodea, y sin embargo, en lugar de lamentarse, ¡cantan alabanzas a Dios! ¿Qué poder, qué testimonio de fe inquebrantable es este? Es la libertad de gozo que solo puede venir de una conexión profunda con nuestro Señor. Hermanos y hermanas, en medio de nuestros propios desafíos y tribulaciones, ¿Cómo respondemos? ¿Nos hundimos en la desesperación o levantamos nuestros ojos hacia el cielo y entonamos cánticos de alabanza? No olvidemos que no estamos aquí simplemente para ser ministrados, sino para ser ministros del amor y la gracia de Dios para aquellos que nos rodean. En estos tiempos difíciles, el mundo necesita desesperadamente el testimonio de nuestra fe inamovible, nuestra alegría inexplicable en medio de la tormenta. Que nuestra alabanza no sea solo un acto de devoción personal, sino un faro de esperanza para los perdidos y necesitados. Recordemos que Dios nunca nos abandona en nuestras pruebas. Él está con nosotros en medio del fuego ardiente y la tormenta furiosa. Cuando alabamos en medio de la dificultad, abrimos las puertas para que Él actúe en maneras que nunca podríamos imaginar. Así que levantemos nuestras voces y nuestros corazones en alabanza, no importa cuán oscura sea la noche, porque en Él encontramos nuestra verdadera libertad y gozo. Que nuestra alabanza sea un eco del amor eterno de Dios, resonando en los corazones de todos los que nos rodean. ¡Que sea así en el nombre poderoso de Jesús!. En Hebreos 13:15, se nos recuerda: “Así que ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre”. Esta es una llamada a una vida de adoración constante, incluso cuando las circunstancias nos desafían. Hermanos y hermanas, en medio de nuestros propios desafíos y tribulaciones, ¿cómo respondemos? ¿Nos hundimos en la desesperación o levantamos nuestros ojos hacia el cielo y entonamos cánticos de alabanza? No olvidemos que no estamos aquí simplemente para ser ministrados, sino para ser ministros del amor y la gracia de Dios para aquellos que nos rodean. En estos tiempos difíciles, el mundo necesita desesperadamente el testimonio de nuestra fe inamovible, nuestra alegría inexplicable en medio de la tormenta. Que nuestra alabanza no sea solo un acto de devoción personal, sino un faro de esperanza para los perdidos y necesitados. Recordemos que Dios nunca nos abandona en nuestras pruebas. Él está con nosotros en medio del fuego ardiente y la tormenta furiosa. Cuando alabamos en medio de la dificultad, abrimos las puertas para que Él actúe en maneras que nunca podríamos imaginar. Así que levantemos nuestras voces y nuestros corazones en alabanza, no importa cuán oscura sea la noche, porque en Él encontramos nuestra verdadera libertad y gozo. Que nuestra alabanza sea un eco del amor eterno de Dios, resonando en los corazones de todos los que nos rodean. ¡Que sea así en el nombre poderoso de Jesús! Amén.

en February 24, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Especial, Vigilia, in temas Cultivar la perseverancia, El llamado de Dios en nuestras vidas & libro Lucas.

Tus redes no van a estar vacias

Hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos congregamos bajo el manto de la palabra de Dios para reflexionar sobre un mensaje de esperanza y fe que encontramos en el evangelio según Lucas, capítulo 5, versículos del 1 al 11. Este pasaje nos relata un milagroso encuentro entre Jesús y los pescadores, un encuentro que no solo transformó sus vidas, sino que también nos deja una poderosa lección para aplicar en nuestras propias travesías. Imaginemos por un momento a aquellos pescadores, cansados y desalentados después de una noche entera de trabajo sin resultados fructíferos. Habían arrojado sus redes una y otra vez, pero el mar no les había brindado su sustento. Sin embargo, en medio de su desaliento, Jesús se presenta ante ellos y les dice: “Echad las redes para pescar”. ¿Qué sucede entonces? A pesar de la incredulidad inicial, estos hombres deciden confiar en las palabras del Maestro y obedecer. Y lo que sigue es verdaderamente milagroso: sus redes se llenan hasta rebosar de peces. Aquellos que antes estaban vacíos, ahora están desbordantes de abundancia, todo gracias a la palabra de Jesús. Hermanos y hermanas, este pasaje nos enseña una lección crucial: en nuestras vidas, podemos enfrentar momentos de desánimo y desaliento. Podemos sentir que nuestras redes están vacías, que nuestros esfuerzos son en vano. Pero en esos momentos, debemos recordar que Jesús está presente en nuestras vidas, listo para guiarnos y bendecirnos más allá de nuestras expectativas más salvajes. La clave está en confiar en la palabra de Jesús y obedecer sus mandatos, incluso cuando parezcan ilógicos o difíciles de seguir. Cuando ponemos nuestra fe en acción y obedecemos sus enseñanzas, vemos cómo nuestras situaciones cambian de manera asombrosa. Aquello que parecía imposible se convierte en una realidad tangible. Por lo tanto, les digo, hermanos y hermanas, que no importa cuán vacías parezcan estar sus redes en este momento. No importa cuán desafiante sea la adversidad que enfrenten. Si confían en la palabra de Jesús y ponen todo en sus manos, verán cómo Él llena sus redes de abundancia y prosperidad. Así que no se desanimen. No pierdan la fe. Permanezcan firmes en su confianza en Dios y continúen avanzando con valentía, sabiendo que Él está obrando en sus vidas de maneras que superan toda comprensión humana. Que este mensaje nos inspire a perseverar en la fe y a seguir obedeciendo la palabra de nuestro Señor Jesucristo, porque como vimos en el relato de Lucas, donde Jesús está presente, nuestras redes nunca estarán vacías. ¡Que la gloria sea para Dios en todo momento y en todo lugar! Amén.