Sermon'e

en June 19, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Convertirse en recipiente de reconciliación & libro Génesis.

Posesión y dominio

Querida congregación, hoy nos reunimos para reflexionar sobre una verdad fundamental: fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, con un propósito claro y específico. En Génesis 1:26-28, encontramos las palabras que nos recuerdan nuestro origen y nuestro destino: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Dios, en su infinita sabiduría, nos hizo a su imagen y semejanza. Esto significa que, como Él, tenemos la capacidad de administrar, de crear, de cuidar. No somos simples espectadores en este mundo; somos administradores de la creación divina. Al mirar la creación, vemos la majestuosidad y la responsabilidad que se nos ha dado. Cada árbol, cada animal, cada rincón de la tierra está bajo nuestro cuidado. Dios nos ha dado dominio, no para abusar, sino para proteger y prosperar. Este mandato de señorear no es un llamado a la explotación, sino a la administración sabia y amorosa. En nuestro corazón, hay un lugar especial para Dios. Fuimos creados con una capacidad única: la de recibir Su amor, Su guía, Su sabiduría. Dentro de nosotros hay una necesidad y un hambre de Dios, una sed que solo Él puede saciar. Esta hambre es una señal de que estamos diseñados para una relación íntima con nuestro Creador. Hay algo profundo dentro de nosotros que clama la necesidad de Dios, la necesidad de Jesús. En medio de nuestras ocupaciones diarias, en la rutina y el bullicio de la vida moderna, es fácil olvidar este llamado interno. Pero cuando nos detenemos y escuchamos, podemos sentir ese clamor. Es un recordatorio de que, más allá de todas nuestras responsabilidades y logros, nuestra verdadera identidad y satisfacción se encuentran en nuestra relación con Dios. Hoy, los invito a reflexionar sobre su lugar en la creación de Dios. Recordemos que somos sus administradores, creados a su imagen y semejanza. Reconozcamos la necesidad que hay dentro de nosotros, esa hambre de Dios, y respondamos a ella. Permitamos que Su amor y Su presencia nos guíen en cada aspecto de nuestra vida, desde cómo cuidamos de la tierra hasta cómo cuidamos de nuestras relaciones y nuestra propia alma.

en April 21, 2024 — por .

Transformación poderosa 3era etapa

Hermanos, nos reunimos para reflexionar sobre la transformación poderosa que Dios desea obrar en nuestras vidas. A través de las Escrituras, especialmente en los textos que hemos leído en Romanos 12, 1 Timoteo 3 y Efesios 4, el Señor nos muestra cómo podemos cambiar no solo en nuestro interior sino también en cómo interactuamos con otros y cumplimos nuestro llamado en la iglesia y en la sociedad la tercera etapa es cuando ejercemos en el ministerio. 1. La Ofrenda de Nuestros Cuerpos – Romanos 12:1-2 Pablo nos exhorta a ofrecer nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Esto no es un sacrificio muerto, sino uno activo y vibrante, que implica todas nuestras acciones, palabras y pensamientos. La transformación poderosa comienza cuando no nos conformamos a este mundo, sino que somos transformados por la renovación de nuestro entendimiento. Esto nos permite discernir la voluntad de Dios, lo bueno, lo aceptable y lo perfecto. Aplicación Práctica: ¿Cómo podemos vivir esto en la práctica diaria? Comienza con pequeños actos de obediencia, eligiendo lo correcto en lugar de lo fácil, dedicando tiempo a la oración y al estudio de la Palabra para renovar nuestra mente. 2. Vivir en Humildad y Servicio – Romanos 12:3-10 En estos versículos, Pablo habla sobre vivir con humildad y reconocer que somos parte de un cuerpo en Cristo. Cada uno tiene diferentes dones según la gracia que se le ha dado, y debemos usar esos dones para servir a los demás. La transformación poderosa se refleja en un espíritu de generosidad, hospitalidad y amor sincero hacia nuestros hermanos y hermanas. Aplicación Práctica: Podemos preguntarnos: ¿Cómo estoy usando mis dones para edificar a la iglesia? ¿Estoy participando activamente en la vida de mi comunidad? El llamado es a ser proactivos en el amor y en la búsqueda del bienestar del otro. 3. El Carácter de un Líder en la Iglesia – 1 Timoteo 3:1-11 Aquí, Pablo describe las cualidades de los líderes en la iglesia. La lista de requisitos es desafiante: ser intachable, sobrio, prudente, respetable, hospitalario y capaz de enseñar. La transformación poderosa se manifiesta en líderes que no solo predican la palabra, sino que son ejemplos vivientes de ella. Aplicación Práctica: Cada uno de nosotros, en alguna medida, lidera a otros, ya sea en nuestro hogar, trabajo o iglesia. Debemos aspirar a estas cualidades, no para ganar la aprobación de los hombres, sino para ser fieles a nuestro llamado como hijos de Dios. 4. Controlando la Ira – Efesios 4:26-32 Pablo nos recuerda que “Airarse, pero no pecar”. La ira en sí misma no es pecado, pero cómo respondemos a esa ira puede llevarnos al pecado. La transformación poderosa incluye la capacidad de controlar nuestras emociones y responder de manera que edifique a los demás y no dé lugar al diablo. Aplicación Práctica: ¿Cómo manejamos conflictos en nuestras relaciones? ¿Permitimos que la ira se disuelva antes de hablar o actuar? Debemos buscar reconciliación activamente y perdonar como Dios nos ha perdonado. La transformación poderosa no es un evento único, sino un proceso continuo. Cada día, a través de nuestras elecciones y acciones, podemos ser más como Cristo. Estos textos bíblicos no solo nos enseñan cómo vivir, sino que nos equipan para hacerlo de una manera que glorifica a Dios y sirve a los demás. A medida que salimos de aquí hoy, llevemos con nosotros el deseo de ser transformados, de renovar nuestras mentes, de utilizar nuestros dones en servicio y de vivir nuestras vidas como verdaderos reflejos del amor de Cristo. Que Dios nos ayude a vivir esta transformación poderosa cada día de nuestras vidas. Amén.