Sermon'e

en August 31, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema El llamado de Dios en nuestras vidas & libros 1 Corintios, 1 Samuel, Juan, Lucas, Proverbios, Romanos, Salmos.

La buena, agradable y perfecta voluntad de Dios

La Biblia nos enseña en Romanos 12:2 que la voluntad de Dios no es pesada ni injusta, sino buena, agradable y perfecta. El problema surge cuando el ser humano insiste en imponer su propio camino en lugar de confiar en el plan divino. El rey Saúl es un ejemplo de lo que ocurre cuando nos adelantamos a Dios. En 1 Samuel 13, por su impaciencia ofreció sacrificio en lugar de esperar a Samuel, y esa desobediencia le costó el favor del Señor. Muchas veces, como Saúl, pensamos que estamos tomando la mejor decisión, pero la Palabra nos recuerda: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12). En contraste, David nos muestra lo que significa rendirse a la voluntad de Dios. A pesar de ser el olvidado de su familia, fue escogido por el Señor (1 Samuel 16). David aprendió en lo secreto, cuidando ovejas, lo que necesitaría para enfrentar a Goliat (1 Samuel 17). Lo que para el hombre parecía insignificante, para Dios era preparación. Como dice 1 Corintios 1:27, “Dios escogió lo débil para avergonzar a lo fuerte”. La voluntad de Dios siempre es mejor que la nuestra. 1 Corintios 2:9 declara que lo que Dios tiene preparado va mucho más allá de lo que podemos imaginar. Y esa voluntad tiene un centro claro: que nadie se pierda, sino que todos tengan vida eterna (Juan 6:37-40; Juan 3:17). No se trata de condenación, sino de salvación. Ahora bien, aceptar la voluntad de Dios no siempre es fácil. Jesús mismo en Getsemaní nos dio el ejemplo: “Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:41-44). La voluntad del Padre incluía la cruz, pero también la resurrección. Lo que parecía derrota, se convirtió en la mayor victoria. En conclusión, Saúl se adelantó y perdió; David esperó y fue exaltado; y Jesús se rindió y nos dio salvación. La voluntad de Dios puede que no siempre la entendamos en el momento, pero siempre será buena, agradable y perfecta. Cuando confiamos en ella, descubrimos que lo que hoy duele mañana será testimonio de victoria.