Sermon'e

en July 13, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema Jesús el Cristo & libros Juan, Mateo.

Jesús el Cristo: el verbo eterno que vino por las ovejas perdidas

En esta prédica recordamos que la barca somos nosotros, la Iglesia de Cristo. Aunque Jesús fue rechazado por los suyos, no se detuvo: salió de la casa, se sentó junto al mar, y fue al encuentro de la multitud. A través de su Palabra, Jesús sigue buscando corazones. Él es el Cristo, el Verbo eterno hecho carne, el Salvador que vino a levantar Su Iglesia entre los perdidos. Y quiero que escuchemos esto con el corazón abierto: no estamos aquí para hablar de religión, sino de una Persona viva, eterna, gloriosa y real: Jesús, el Cristo. Juan 1:1-14 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…” Jesús no comenzó en Belén. Él no fue creado. Él es el principio de todo principio.¡Es Dios mismo!Juan lo llama “el Verbo”, es decir, la expresión perfecta de Dios. Y lo más sorprendente: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…” ¡Esto es glorioso! El Dios eterno se metió en nuestra historia.No vino con espada ni con trono humano, sino con pañales y con una cruz. ¿Por qué lo hizo? porque nos amó. Porque vio nuestra miseria y decidió no dejarnos así. Si alguna vez dudas del amor de Dios, mira a Jesús en un pesebre… y luego míralo en la cruz.Allí está la prueba más grande de que Dios te quiere con locura santa. II. JESÚS: EL ENVIADO A LAS OVEJAS PERDIDAS Mateo 15:24 “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Jesús declara aquí con claridad que vino con un propósito. Él no vino a hacer milagros por deporte, ni a filosofar sobre el universo, él vino a buscar a los perdidos. La casa de Israel había recibido promesas, pactos, profetas. Y ahora, llegó el cumplimiento: Jesús, el Cristo.Pero incluso entre los suyos, muchos no lo reconocieron. Aun así, Él buscaba a las ovejas:– a los que lloraban,– a los rechazados,– a los endemoniados,– a los pecadores cansados de pecar. Y lo más hermoso:¡Sigue haciéndolo hoy! Tal vez tú te alejaste, tal vez te sientes indigno, impuro, lejos, Jesús no vino a buscar a los perfectos, sino a las ovejas perdidas.Y si tú estás perdido, entonces ¡eres el objetivo perfecto del amor de Cristo! III. JESÚS: EL MAESTRO ENTRE LA MULTITUD Mateo 13:1-2 “Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar…” ¡Qué detalle más hermoso! Jesús no se escondía en palacios, ni en oficinas celestiales, Jesús salía de la casa, se sentaba entre la gente, y enseñaba con parábolas. Él no hablaba solo a sabios, hablaba a pescadores, agricultores, madres, niños. Y la gente se agolpaba para oírle, porque sus palabras tenían vida. Él sembraba la Palabra como un sembrador,esperando corazones fértiles. ¿Queremos ver vidas transformadas? Entonces necesitamos sembrar como Jesús:– Con sencillez– Con paciencia– Y desde el amor Cristo nos enseña que el verdadero ministerio no se hace desde la altura, sino desde la cercanía. Jesús no es solo un personaje histórico, Jesús no es solo un nombre en una oración, Jesús es el Cristo:– El Verbo eterno– El Enviado del cielo– El Salvador de los perdidos– El Maestro de las multitudes– El Rey que viene otra vez Y hoy te pregunta: ¿Solo sabes de mí, o me conoces?¿Soy una historia bonita o tu Salvador vivo?¿Me escuchas de lejos o caminas conmigo?

en July 6, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema Jesús el Cristo & libros 1 Corintios, Colosenses, Hechos de los apóstoles, Juan, Lucas, Mateo, Romanos.

Cristo sigue vive y sigue obrando

Como cristianos, muchas veces podemos hablar de Jesús con facilidad: sabemos que es el Hijo de Dios, que sanó enfermos, que multiplicó los panes y los peces, que predicó el Reino y trajo esperanza. Podemos recitar sus milagros, sus palabras, sus parábolas… pero la gran pregunta que quiero dejarte hoy es esta: ¿qué tanto sabes de Jesús… y qué tanto realmente lo conoces? Porque saber de alguien y conocerlo personalmente son dos cosas totalmente distintas. Podemos decir con certeza que Jesús transformó nuestras vidas, que nos levantó cuando nadie más lo hizo, que nos dio paz, gozo, propósito, dirección y vida. Cada uno de nosotros ha tenido un encuentro diferente con Él, según la necesidad en la que estábamos. Algunos lo conocieron como su sanador, otros como su libertador, otros como su consolador, y muchos como su Salvador. Y es que así es Jesús: se nos revela en el momento exacto, en el área donde más lo necesitamos. Según cómo lo hayamos conocido, así es también como lo compartimos y lo describimos a otros. La Biblia nos enseña que ni siquiera la eternidad será suficiente para conocer por completo a Jesús, tal es la grandeza de su gloria. Y lo más poderoso es que no fue que tú o yo lo encontramos a Él, sino que Él salió a nuestro encuentro. Él nos buscó, nos llamó por nuestro nombre y nos ofreció vida, y vida en abundancia. Jesús no solo hizo maravillas en la tierra durante su ministerio, sino que hoy sigue obrando con poder. Dígale a dos o tres personas: “¡Cristo sigue obrando!”. Él no ha cambiado, sigue siendo el mismo. En Hechos 2 leemos que Jesús de Nazaret fue varón aprobado por Dios, un hombre influyente que anduvo en obediencia, haciendo la voluntad del Padre. Y no solo vino a enseñarnos, vino a entregarse por nosotros. Colosenses 2:14 dice: “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.” Esa fue su muestra más grande de amor: entregar su vida para reconciliarnos con el Padre. Su muerte fue un antes y un después en la historia de la humanidad. Pero lo más impactante es que su muerte no fue el final. ¡Después de la cruz, vino la resurrección! La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe. Es el hecho más importante de la historia humana. Es lo que diferencia al cristianismo de cualquier otra creencia o religión. Como dice una canción: la tumba de Mahoma está ocupada, la tumba de Alá también; pero la tumba de Jesús está vacía. ¿Y por qué es tan vital que Jesús resucitara? Porque Él mismo lo prometió (Mateo 16:21), porque Él es la resurrección y la vida (Juan 11:25–26), porque su resurrección demuestra que es Dios (Romanos 1:4), que venció la muerte (Romanos 6:8–9), y porque en su resurrección se transforma nuestra naturaleza caída (1 Corintios 15:50–55). Hechos 1:1–3 nos habla de que Jesús, antes de ascender, dio muchas pruebas indubitables de que estaba vivo. ¿Qué son pruebas indubitables? Son evidencias irrefutables. La Biblia menciona varias apariciones: a María Magdalena, a los discípulos, a los dos en el camino a Emaús, a Pedro, a más de 500 personas, y a los doce en la ascensión. La tumba vacía (Mateo 28:1) y las marcas de la cruz (Juan 20:25–28) también son prueba de ello. Cuando algo está vivo, deja evidencia. Y Cristo dejó evidencias poderosas. Un ejemplo claro es el de Saulo, quien tras un encuentro con Jesús se convirtió en Pablo. Su vida fue transformada completamente. Ya no vivía él, sino Cristo en él. Dio frutos, predicó, sufrió, se entregó, amó y vivió para Cristo. ¿Cuántas pruebas más necesita el mundo para entender que Jesús no solo vivió, sino que vive? Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:25–40). Él es nuestro alimento eterno. Quien va a Él y cree en Él tiene vida. Quien se alimenta de Cristo no muere, sino que pasa de muerte a vida. En nosotros nace la esperanza de que Él volverá. Hechos 1:11 nos recuerda que así como ascendió, así también regresará. Y eso es lo que nos llena de esperanza: que un día estaremos con Él por la eternidad. El mundo te quiere hacer creer que solo nacemos, nos reproducimos y morimos. Pero Cristo te dice: “Antes de formarte en el vientre, te conocí, te di identidad, propósito y destino”. Él está preparando moradas para nosotros. Por eso, no te aferres a lo temporal. Aférrate a lo eterno. Busca primero el Reino de Dios y su justicia, y lo eterno será tu recompensa. Sí, hay muchas carencias en este mundo, pero hay una esperanza que lo llena todo: Cristo. Él venció la muerte, y volverá por su iglesia. Así como dice la canción: “La muerte venciste, el velo partiste”, y hoy esa victoria es también tuya y mía.

en June 22, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema Descubriendo la voluntad de Dios & libros 2 Reyes, Génesis, Job.

Viva en el plan de Dios

Hoy queremos detenernos como comunidad para responder una pregunta fundamental:¿Estamos viviendo en el plan de Dios o simplemente sobreviviendo? La vida puede llevarnos a rutinas vacías, a correr detrás de cosas, a luchar sin sentido. Pero cuando volvemos a la Palabra, descubrimos que fuimos creados con propósito, llamados con dirección y sostenidos con provisión. Vivir en el plan de Dios no es solo estar dentro de una iglesia, sino vivir desde la voluntad del Padre, dependiendo de Él en todo y caminando hacia donde Él nos guía. Dios obra milagros cuando confiamos y obedecemos (2 Reyes 4:1-7) “¿Qué tienes en casa?”“Una vasija de aceite.” La viuda estaba desesperada, a punto de perder a sus hijos.Y en medio de esa crisis, Dios activó su plan de provisión. El milagro no vino de afuera, sino desde lo poco que ella ya tenía en casa. Cuando nos alineamos con el plan de Dios, lo poco en nuestras manos se convierte en mucho en Sus manos. La obediencia, incluso sin entenderlo todo, es lo que activa el poder de Dios en nuestra vida. Dios ve nuestro corazón y nos respalda en las pruebas (Job 1:8-10) “¿No has considerado a mi siervo Job…?” Qué impresionante es saber que Dios conoce nuestros nombres.Él observa nuestra fidelidad.Y cuando el enemigo quiere atacar, Dios pone límites, pone cerco, cuida de nosotros. Sí, hay pruebas. Pero ninguna escapa del control de Dios.Y como Job, podemos atravesarlas sabiendo que no hemos salido del plan de Dios. A veces el plan de Dios incluye valles, pero nunca abandono. Dios nos formó con propósito (Génesis 2:7-9) “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida…” Desde el principio, Dios no improvisó con nosotros.Él nos formó del polvo, pero nos dio su aliento.No solo tenemos cuerpo… tenemos vida con sentido. Y como plantó el Edén, también nos plantó a nosotros con un lugar específico, una tarea, una misión. Vivir en el plan de Dios comienza por recordar quién nos creó y para qué fuimos creados. El plan de Dios incluye provisión, guía, consuelo y eternidad (Salmos 23:1-6) Este salmo es una hoja de ruta de lo que significa vivir bajo la cobertura del plan perfecto de Dios. Veámoslo brevemente: “Jehová es mi pastor; nada me faltará” – Dios es fuente.“Me hará descansar… me pastoreará” – Dios guía.“Confortará mi alma… me guiará por sendas de justicia” – Dios restaura.“Aunque ande en valle… tú estarás conmigo” – Dios acompaña.“Aderezas mesa… mi copa está rebosando” – Dios honra.“El bien y la misericordia me seguirán… moraré en Su casa” – Dios garantiza un final glorioso. Vivir en Su plan no es solo sobrevivir… es florecer, incluso en el desierto.

en May 25, 2025
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema Mes de la familia & libros 1 Corintios, 1 Pedro, Efesios, Juan, Malaquías, Mateo, Salmos.

Familias fuertes en Dios

“Cada vez que su familia se reúne para orar, cada vez que eligen el perdón en lugar del orgullo, están colocando un ladrillo sobre la roca.” “Quizá hoy su hogar enfrenta una crisis: enfermedad, tensión económica o diferencias sin resolver. ¿Recuerdan ese gozo que Jesús prometió? Está disponible ahora, cuando se sujetan juntos a Su palabra.” Voz que acompañaComo Dios dio voz a Aarón para acompañar a Moisés (Éxodo 4:16), los padres hoy tienen la misión de hablar la verdad de Dios en un mundo lleno de ruido. Reconciliación y esperanzaMalaquías 4:5-6 vislumbra un futuro donde los corazones vuelven unos a otros. No solo perdonamos el pasado; sanamos y construimos puentes para nuestros hijos. Bendición en acciónEl salmista pinta en Salmos 128:1-6 la familia que teme al Señor: “Comerás del trabajo de tus manos… ¡Vivirás feliz!”. Esta promesa se cumple cuando actuamos con reverencia y amor. “Hoy, tomen un momento para mirarse a los ojos. Reconozcan juntos los miedos y las cargas. Ahora, juntos confíen en ese Dios que no falla.” Que Dios bendiga cada paso de su familia, y que la fuerza de Cristo sea siempre el pilar de su hogar.

en May 4, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema Los frutos del espíritu & libros Hebreos, Jeremías, Salmos.

El justo

Dios no se revela completamente de inmediato; Él anhela que lo busquemos con sinceridad. Nuestra limitada razón humana jamás podrá comprenderlo en su totalidad, pues Dios es eterno y trasciende todo pensamiento. Nosotros existimos porque Él es. Como dice Hebreos 10:38 (NBLA): “Mas mi justo vivirá por la fe; y si retrocediere, mi alma no agradará en él.” Vivir por fe implica creer en lo invisible: confiar en promesas que aún no vemos en el plano físico, pero que en el mundo espiritual ya están cumplidas. Hoy exploraremos qué significa ser “el justo” ante Dios y cómo esa justicia nos transforma como individuos y como comunidad. Dios es un misterio que no se revela por completo de inmediato; Él desea que lo busquemos con el corazón abierto y la mente dispuesta, conscientes de que nuestra limitada razón humana jamás podrá abarcar su infinidad. Vivir por fe  “certeza de lo que se espera, convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1) significa creer en promesas espirituales ya cumplidas, aunque aún no se reflejen en lo físico. Como afirma Hebreos 10:38, “Mas mi justo vivirá por la fe; y si retrocediere, mi alma no agradará en él”: la fe firme nos sostiene cuando las circunstancias nos invitan a dudar. El justo no se guía por opiniones pasajeras ni consejos de quienes ignoran la Palabra; en cambio, busca dirección en la Biblia, meditándola día y noche. Cada decisión importante laboral, familiar o personal encuentra su norte en las escrituras, y así nuestra vida se alinea con la voluntad de Dios. De este modo, evitamos los caminos de la maldad y nos mantenemos firmes frente a las corrientes de la cultura que nos rodea. En comunidad, la unidad es vital: un pueblo dividido no progresa, pues sólo la armonía y el perdón construyen puentes de crecimiento y testimonio. Al perdonar y reconciliarnos, manifestamos el amor de Cristo y fortalecemos el cuerpo de creyentes, para avanzar juntos en el propósito de Dios. La imagen del árbol plantado junto a corrientes de agua (Salmos 1:1–3; Jeremías 17:5–8) ilustra la vida del justo: arraigado en Dios, da fruto a su tiempo, sus hojas permanecen verdes aun en medio de la sequía y todo lo que emprende prospera. No importa si el terreno es árido; si Dios es nuestra fuente, siempre tendremos vida y abundancia. Hoy, te invito a examinar tu corazón: ¿dónde buscas consejo? ¿en qué mesas te sientas? ¿estás arraigado en la palabra y en comunión con el Señor? Planta tu vida junto a las aguas vivas de Dios, confía en sus promesas y verás florecer la justicia que sólo Él puede hacer crecer.

en April 6, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in temas Cristo me ha dado identidad, Discípulos de Jesús & libros 1 Timoteo, Efesios, Mateo.

Un buen ministro en jesucristo

Ser un ministro de Jesucristo no es un título, es una forma de vivir. Es una responsabilidad, un llamado, y sobre todo, una entrega diaria al servicio del Reino. En estos tiempos en que tantas voces se levantan, necesitamos ministros que no solo hablen bonito, sino que vivan lo que predican. Hoy quiero invitarte a mirar el corazón del verdadero ministro de Jesucristo. Aquel que no busca fama ni aplausos, sino que vive para agradar al Maestro. Vamos a dejar que la Palabra nos hable y nos examine. Pablo le escribe a Timoteo, un joven pastor, y le dice claramente: “Si esto enseñas a los hermanos, serás un buen ministro de Jesucristo”. ¿Pero qué es ese “esto”? Es la sana doctrina, la verdad del evangelio, el cuidado de las almas, la piedad. Pablo le advierte que en los últimos tiempos muchos se apartarán de la fe, escucharán doctrinas de demonios, seguirán a falsos maestros… y ahí es cuando más se necesita a los verdaderos ministros. Ser un buen ministro significa pararse firme en medio de la confusión, y enseñar lo correcto aunque sea impopular. No se trata solo de conocimiento bíblico, sino de vivir una vida piadosa que inspire a otros a seguir a Cristo. Pablo le dice: “Ejercítate para la piedad”, porque el carácter se entrena. No se improvisa. Un buen ministro no solo estudia la Palabra, sino que la vive en casa, en privado, en la lucha diaria. Jesús nos habló del Reino con la parábola de los talentos. Un hombre reparte talentos a sus siervos antes de irse de viaje. A uno le da cinco, a otro dos, a otro uno. El mensaje es claro: a todos se nos ha dado algo. Todos tenemos dones, capacidades, oportunidades. (1 Timoteo 4:1-16) Pero lo que marca la diferencia no es cuánto recibiste, sino qué hiciste con eso. El buen ministro no entierra su talento. Lo pone a trabajar. Multiplica lo que Dios le ha confiado. Sirve con excelencia. Da fruto. ¿Y sabes qué? No trabaja para la gente, trabaja para su Señor. Por eso Jesús dice: “Bien, siervo bueno y fiel… entra en el gozo de tu Señor”. Un mal ministro es aquel que vive con miedo, se esconde, busca excusas. Dice: “Es que yo no sé hablar… es que a mí no me tomaron en cuenta… es que me lastimaron”. Pero el buen ministro se levanta, aun con heridas, y sigue sirviendo, porque sabe que un día dará cuentas a Dios. (Mateo 25:14-30) Pablo, uno de los más grandes ministros de la historia, dice algo que toca el corazón:“A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar el evangelio…” Pablo no se engrandece por su ministerio, no se enorgullece por sus logros. Reconoce que todo lo que tiene es por la gracia de Dios. Eso es lo que define al buen ministro: humildad. Un buen ministro no busca reconocimiento, no compite, no se compara. Sirve porque fue alcanzado por el amor de Cristo. Y nunca olvida de dónde lo sacó el Señor. Esa memoria lo mantiene con los pies en la tierra y el corazón en el cielo. (Efesios 3:6-8)