En el libro de Josué, encontramos la historia de Rahab, una mujer que vivía en Jericó y cuyo acto de fe y valentía fue clave para el pueblo de Israel. Josué 2 nos relata cómo Rahab, aunque era extranjera y vista como una persona de baja reputación, fue utilizada por Dios para proteger a los espías israelitas, quienes habían sido enviados a Jericó para explorar la tierra. Cuando hablamos de “levantar una cerca”, podemos imaginar una protección, una barrera que no solo nos separa de algo o alguien, sino que también nos protege de lo que está afuera. Rahab levantó una cerca en su corazón, una decisión firme de proteger a los siervos de Dios, y eso la conectó con un propósito mayor. Pero más allá de lo físico, levantar la cerca también representa una actitud de fe, de mantenernos firmes en nuestras creencias y convicciones, incluso cuando el entorno es hostil. En Juan 16:33, Jesús nos da una promesa poderosa: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Esta promesa es una cerca que podemos levantar en nuestra vida. Aunque enfrentemos desafíos y momentos de incertidumbre, esta confianza en Jesús nos da la seguridad de que Él ha vencido por nosotros y que, con Él, podemos atravesar cualquier dificultad. Rahab, aún sin conocer a fondo al Dios de Israel, actuó con fe. Su decisión de ayudar a los espías no fue solo un acto de valentía; fue un acto de fe en un Dios que ella apenas comenzaba a conocer. Es aquí donde entra Hebreos 11:6, que nos recuerda que “sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Rahab creyó y actuó, levantando una cerca de fe en su vida que la apartó del peligro y le dio un lugar en la historia del pueblo de Dios. Este es el desafío para nosotros hoy: ¿Dónde necesitamos levantar una cerca en nuestra vida? Quizás hemos permitido que el miedo, la duda o las circunstancias difíciles nos afecten. Tal vez estamos en una situación que nos invita a comprometernos con Dios de una manera nueva y radical, pero para eso necesitamos proteger nuestra fe, nuestras convicciones y nuestros principios. Al igual que Rahab, podemos tomar una decisión, una que trascienda lo inmediato y nos conecte con el propósito de Dios. Recuerda que levantar la cerca no significa cerrar el corazón, sino protegerlo y ponerlo en manos de Dios. En un mundo que constantemente intenta hacernos caer en el desánimo, Jesús nos recuerda que Él ha vencido y que, si mantenemos nuestra fe y nuestras convicciones firmes, también venceremos. Que esta historia nos inspire a ser valientes, a levantar una cerca de fe en nuestro corazón, sabiendo que Dios honra a quienes lo buscan de verdad.