Sermon'e

en July 28, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas Familias que dan frutos, Mes de la familia & libros Lucas, Mateo, Salmos.

El poder de la familia

Hermanos y hermanas. Hablaremos de algo muy cercano a nuestros corazones: la familia. En la vorágine del día a día, a veces olvidamos el inmenso poder y la bendición que reside en nuestro hogar. En Salmos 128:1-5, encontramos una hermosa descripción de las bendiciones que Dios derrama sobre aquellos que temen al Señor y siguen sus caminos, bendiciones que se reflejan directamente en la vida familiar. I. La Familia como Fuente de Bendición (Salmos 128:1-5) Bendición Personal: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos.” (Salmo 128:1). La bendición comienza con nosotros, individualmente, cuando tememos y obedecemos a Dios. Este temor no es miedo, sino un profundo respeto y amor hacia nuestro Creador. Cuando colocamos a Dios en el centro de nuestras vidas, experimentamos una paz y una alegría que se reflejan en todo lo que hacemos. Bendición en el Trabajo: “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.” (Salmo 128:2). ¿Quién no desea ver fruto en su trabajo? Dios promete que si seguimos sus caminos, veremos prosperidad en nuestros esfuerzos. Esta bendición no es solo material, sino una satisfacción profunda al saber que lo que hacemos tiene propósito y valor. Bendición en el Hogar: “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.” (Salmo 128:3). ¿Alguna vez han observado una vid? Está llena de vida, de fruto, de belleza. Así describe Dios a nuestras familias. Nuestra esposa, nuestros hijos, son regalos preciosos de Dios, llenos de potencial y bendición. Bendición Nacional: “He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida.” (Salmo 128:4-5). La bendición de Dios comienza con el individuo, se extiende a la familia, y luego a la comunidad y la nación. Cuando vivimos conforme a los caminos de Dios, nuestras vidas impactan a otros, creando una ola de bendición que puede transformar sociedades enteras. II. Ejemplos Bíblicos del Poder de la Familia (Lucas 1:5-20) La Familia de Zacarías y Elisabet: En Lucas 1:5-20, encontramos la historia de Zacarías y Elisabet, una pareja que, a pesar de su edad avanzada y la ausencia de hijos, permaneció fiel a Dios. Dios respondió a sus oraciones y les bendijo con un hijo, Juan el Bautista. Esta historia nos recuerda que Dios escucha las oraciones de nuestras familias y actúa en su tiempo perfecto. La Promesa de Dios: El ángel Gabriel le dijo a Zacarías que su oración había sido escuchada. Imaginen la emoción y la incredulidad de Zacarías. Esto nos muestra que no debemos subestimar el poder de la oración familiar. Dios siempre escucha y responde, aunque a veces su respuesta llega en formas y tiempos inesperados. III. La Familia en la Comunidad de Fe (Mateo 18:18-20) El Poder de la Unidad: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18:20). La presencia de Dios se manifiesta en la unidad. Cuando nos reunimos en familia para orar, estudiar la Biblia, o simplemente para compartir, Dios está en medio de nosotros. Esta es una promesa poderosa que nos invita a cultivar la unidad y la comunión en nuestros hogares. La Autoridad Espiritual: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.” (Mateo 18:18). Dios nos ha dado autoridad espiritual en nuestras familias. Podemos orar por nuestras necesidades, interceder por otros y ver cómo Dios actúa en respuesta a nuestra fe. Queridos hermanos y hermanas, el poder de la familia es inmenso cuando colocamos a Dios en el centro. La bendición de Dios fluye desde el individuo, a través de la familia, y se extiende a toda la comunidad. Que hoy podamos renovar nuestro compromiso de temer a Dios, de caminar en sus caminos y de cultivar la unidad y la oración en nuestros hogares. Recordemos que nuestras familias son un reflejo del amor y la bendición de Dios. ¡Que el Señor bendiga nuestras familias hoy y siempre!

en July 7, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Mes de la familia & libro Salmos.

Familia que dan frutos

Queridos hermanos y hermanas, hoy vamos a reflexionar sobre un tema muy especial: “Familias que dan frutos.” Nuestro texto base se encuentra en Salmos 128:1-5. Permítanme comenzar leyendo estos versículos: Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida. Imaginen conmigo a una familia subiendo a Jerusalén para las festividades. Cantan este salmo mientras ascienden, con una mezcla de esperanza y alegría. Este salmo es una celebración de las bendiciones que Dios otorga a aquellos que le temen y siguen sus caminos. El primer versículo nos dice: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos.” La palabra “bienaventurado” significa más que simplemente ser feliz. Es una profunda satisfacción y alegría que viene de vivir en reverencia y obediencia a Dios. No se trata de un miedo paralizante, sino de un respeto amoroso y reverencial. Imaginen a un padre amoroso, cuya presencia y guía inspiran tanto amor como respeto. Cuando tememos a Dios y andamos en sus caminos, todo en nuestra vida empieza a alinearse. El trabajo de nuestras manos es bendecido. El versículo 2 nos dice: “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.” Piensen en el gozo que se siente al ver los frutos de nuestro esfuerzo. Dios no solo nos da el privilegio de trabajar, sino también la satisfacción de disfrutar de los frutos de nuestro trabajo. Y ahora, miremos la imagen hermosa que el salmista usa para describir a la familia: “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.” La vid y el olivo son símbolos de prosperidad y bendición en la cultura bíblica. Una esposa que es como una vid fructífera, y niños como plantas de olivo, representan una familia llena de vida y productividad. Estas imágenes nos recuerdan que una familia centrada en Dios es una familia que prospera. No solo en términos materiales, sino en amor, en unidad y en gozo. He visto en muchas familias de nuestra comunidad cómo la dedicación a Dios trae paz y bendiciones inimaginables. El salmo continúa diciendo: “He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida.” La bendición de Dios no se limita a nuestras vidas individuales. Cuando seguimos a Dios, nuestra influencia se extiende a nuestra comunidad y a nuestra nación. Familias fuertes, fundamentadas en el temor de Dios, contribuyen a una sociedad más justa, más compasiva y más próspera. Queridos hermanos, quiero invitarlos a reflexionar sobre la manera en que estamos viviendo nuestras vidas y conduciendo nuestras familias. ¿Estamos temiendo a Dios y andando en sus caminos? ¿Estamos viendo las bendiciones en nuestro trabajo y en nuestras familias? ¿Estamos contribuyendo al bienestar de nuestra comunidad? Les animo a renovar su compromiso con Dios hoy. Pongamos a Dios en el centro de nuestras familias. Oremos juntos, pidiendo a Dios que nos ayude a vivir conforme a su voluntad, para que nuestras familias sean como esa vid fructífera y esos olivos alrededor de nuestra mesa.

en June 16, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas El propósito de nuestra vida, Identidad en Cristo & libros 2 Samuel, Job, Mateo, Salmos.

La integridad de Job

Hermanos y hermanas, hoy nos reunimos para reflexionar sobre la integridad de Job, un hombre que, a pesar de enfrentar las pruebas más duras, mantuvo su fe y confianza en Dios. La historia de Job es un testimonio poderoso de cómo la fe y la integridad pueden sostenernos incluso en los momentos más oscuros. En Job 1:1 leemos: “Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.” Desde el principio, se nos presenta a Job como un hombre de integridad. Su vida era un reflejo de su fe y devoción a Dios. Job no solo vivía una vida justa, sino que también temía a Dios y se apartaba del mal. Su integridad era evidente en su carácter y en sus acciones. Job 1:13-19 describe cómo Job perdió sus posesiones, sus hijos y todo lo que tenía. Sin embargo, en el versículo 20, leemos: “Entonces Job se levantó, rasgó su manto, rasuró su cabeza y se postró en tierra y adoró.” A pesar de su inmenso dolor, Job mantuvo su fe. No maldijo a Dios ni cuestionó su justicia. En lugar de eso, adoró a Dios. Este acto de adoración en medio del sufrimiento muestra la profundidad de su integridad y fe. En Mateo 27:51, después de la muerte de Jesús en la cruz, leemos: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.” Este evento simboliza que, a través de Jesús, tenemos acceso directo a Dios. Así como Job mantuvo su fe en medio del sufrimiento, nosotros también podemos encontrar esperanza y consuelo en la resurrección de Jesús. Su sacrificio nos asegura que no estamos solos en nuestras pruebas y que hay esperanza más allá del sufrimiento. En Job 42:10 leemos: “Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.” La historia de Job termina con una nota de restauración y bendición. Dios no solo restauró lo que Job había perdido, sino que lo bendijo aún más abundantemente. Esto nos recuerda que, aunque pasemos por pruebas y tribulaciones, Dios es fiel y nos restaurará en su tiempo. El Salmo 23 nos ofrece una imagen reconfortante de Dios como nuestro Pastor. “El Señor es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.” Este salmo nos asegura que Dios está con nosotros, guiándonos, proveyendo y protegiéndonos en todo momento. Al igual que Job, podemos confiar en que Dios nos guiará a través de nuestras pruebas y nos llevará a un lugar de paz y restauración. En 2 Samuel 13:24, leemos sobre la tragedia en la familia de David, una historia que muestra las consecuencias devastadoras del pecado y la falta de integridad. Esta historia contrasta fuertemente con la de Job y nos recuerda la importancia de vivir una vida recta y temerosa de Dios. La vida de Job es un ejemplo poderoso de integridad y fe en medio del sufrimiento. Al mantener nuestra fe en Dios, incluso en las pruebas más difíciles, podemos experimentar su restauración y bendición. Que la historia de Job nos inspire a vivir con integridad y confianza en la fidelidad de Dios, sabiendo que Él es nuestro Pastor y siempre nos guiará a través de los valles oscuros hacia su luz maravillosa.

en February 23, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Vigilia, in tema El propósito de nuestra vida & libro Salmos.

La intimidad nos hará más profundo

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, Hoy nos reunimos para reflexionar sobre un tema crucial en nuestra vida espiritual: la intimidad con nuestro Señor Jesucristo. Como nos enseña la Palabra de Dios en Génesis 25:14, “Los secretos no son para cualquiera”, nos revela la importancia de cultivar una relación cercana y profunda con nuestro Creador. En Jeremías 33:3, encontramos una promesa maravillosa: “Las cosas grandes son para los íntimos con Jesús porque los íntimos lo buscan con confianza”. Esta declaración nos muestra que no se trata solo de conocer a Dios superficialmente, sino de sumergirnos en una comunión íntima y confiada con Él. Es en esta intimidad donde encontramos revelaciones, entendimiento y fortaleza para enfrentar los desafíos de la vida. El Salmo 42:1-2 nos presenta la imagen de alguien sediento por Dios: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”. Aquellos que son íntimos con Jesús no buscan satisfacer sus necesidades en las cosas del mundo, sino que encuentran su refugio y consuelo en la presencia del Señor. Hermanos y hermanas, ¿cuál es nuestra actitud hacia la intimidad con Dios? ¿Estamos buscando conocerlo más profundamente, o estamos contentos con una relación superficial? La intimidad con Jesucristo no es solo para unos pocos privilegiados, sino para todos aquellos que, con corazones abiertos y confiados, buscan acercarse a Él. Cuando nos sumergimos en la intimidad con nuestro Salvador, experimentamos una transformación profunda en nuestras vidas. Nuestros corazones se llenan de paz, nuestra fe se fortalece y encontramos un propósito y dirección claros para nuestro caminar diario. Que hoy, cada uno de nosotros decida buscar esa intimidad con Jesús, dedicando tiempo en oración, meditación en Su Palabra y comunión con Él. Que podamos anhelar más que nunca estar cerca de nuestro Señor, sabiendo que en esa intimidad encontraremos todo lo que necesitamos para vivir una vida plena y abundante en Él. Que el Espíritu Santo nos guíe y fortalezca en este camino de intimidad con Jesús. Amén.