Sermon'e

en March 23, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Combatir el aislamiento & libro Juan.

La unidad revelará a Cristo

En la última oración de Jesús antes de su sacrificio en la cruz, encontramos un clamor profundo por la unidad. Jesús ora al Padre, pidiendo que sus discípulos sean uno, tal como Él y el Padre son uno. Esta no es una petición ligera, sino una expresión de la voluntad divina para que el mundo conozca a Cristo a través de la unidad de sus seguidores. La unidad de la iglesia no solo es esencial para el bienestar espiritual de los creyentes, sino también una poderosa herramienta para revelar al mundo el amor y el poder de Dios. Esta unidad, cuando se vive correctamente, se convierte en una luz que atrae a las personas hacia Cristo. Jesús dijo: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Juan 17:22). Aquí vemos un principio fundamental: la unidad entre los creyentes es un reflejo directo de la gloria de Dios. La gloria de Dios no solo se ve en milagros o prodigios, sino en la manera en que los cristianos se aman y se cuidan unos a otros, a pesar de sus diferencias. Jesús continúa diciendo: “Para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste” (Juan 17:23). Aquí, Jesús nos revela que la unidad en la iglesia no es solo para nuestro beneficio espiritual, sino para que el mundo conozca a Cristo. La unidad es un testimonio poderoso que habla de la autenticidad del mensaje de Cristo. La unidad no es algo que ocurra por casualidad. Es un esfuerzo continuo que requiere dedicación y trabajo en equipo. Jesús nos muestra en su oración cómo podemos cultivar esta unidad. A continuación, exploramos algunos principios clave para mantener la unidad. La unidad en la iglesia es mucho más que un ideal. Es un testimonio tangible de la gloria de Dios en la tierra. Cuando vivimos en unidad, revelamos a Cristo al mundo, demostramos Su poder y amor, y mostramos que Él ha venido para salvar a todos. Sin embargo, esta unidad requiere esfuerzo, humildad, perdón y dependencia del Espíritu Santo. Como iglesia, somos llamados a ser uno, no solo para nuestro beneficio, sino para que el mundo crea que Cristo es real, que Él vive, y que Él es la respuesta a la humanidad. Hoy, el desafío es claro: ¿Estamos dispuestos a vivir en unidad y revelar a Cristo al mundo? Que podamos ser un reflejo de su gloria y un testimonio vivo de su amor.

en March 2, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in libros Hechos de los apóstoles, Romanos & .

Transformación verdadera

En la predica anterior, hablamos de la conversión de Saulo en el camino a Damasco y de cómo ese encuentro con el Señor marcó un antes y un después en su vida. Hoy, continuaremos explorando ese proceso de transformación verdadera, un cambio que va más allá de meros actos exteriores y que se centra en la obra profunda que Dios hace en nuestro corazón. Cuando hablamos de transformación, a menudo nos quedamos con la idea de un cambio repentino, casi mágico, que soluciona todos nuestros problemas de un día para otro. Sin embargo, la transformación bíblica implica morir a la vieja naturaleza y rendir nuestras vidas por completo a la voluntad de Dios, permitiendo que sea Él quien modele nuestras actitudes, pensamientos y acciones. En Hechos 9:15, el Señor le dice a Ananías que Saulo es “instrumento escogido” para llevar el nombre de Cristo ante gentiles y reyes. Es impresionante ver que, a pesar de que Saulo fue perseguidor de la iglesia, Dios tenía un plan y un propósito específico para su vida. Lo mismo ocurre con cada uno de nosotros: no importa nuestro pasado o nuestras limitaciones, Dios nos llama y nos ve en función de lo que podemos llegar a ser en Él, no sólo por lo que somos hoy. Ese llamado implica un acto de obediencia de nuestra parte, pues el Señor quiere que cooperemos con Su plan. Cuando respondemos a ese llamado con fe, Él comienza Su obra transformadora en nosotros. Tras recuperar la vista, Saulo empezó a predicar de inmediato en las sinagogas, declarando que Jesús es el Hijo de Dios. Esto sorprendió a muchos, porque apenas días atrás él mismo había perseguido a quienes proclamaban ese mensaje (v. 20-21). Esta reacción nos recuerda que la transformación genuina impacta tanto a la persona que la experimenta como a su entorno. A veces, quienes nos conocen pueden dudar de nuestro cambio; se preguntan si es real o pasajero. Pero la fidelidad de Saulo —más adelante Pablo— al mensaje de Cristo terminó siendo una de las mayores evidencias de su conversión. Cada vez que nos encontramos en la encrucijada de la duda o del temor, recordemos que, así como Dios transformó a Saulo en un poderoso testigo, también puede obrar en nuestras vidas. Su poder sobrepasa nuestras expectativas y puede llevarnos a lugares que jamás imaginamos. En Romanos 8:28, Pablo declara con convicción que “todas las cosas les ayudan a bien” a los que aman a Dios. No es que todo lo que nos pasa sea bueno, sino que Dios, en su soberanía, puede orquestar incluso las pruebas y los errores para forjar en nosotros carácter y madurez. El Señor no sólo quiere que “cambiemos de conducta”; desea transformarnos desde lo más profundo, haciéndonos conformes a la imagen de Su Hijo (v. 29). Este proceso es continuo y nos va llevando a la santidad, pero es vital rendirnos para que Él pueda actuar. La verdadera transformación no consiste en tener una vida libre de dificultades, sino en tener la certeza de que, aún en medio de los problemas, Dios está presente, obrando para nuestro bien y para Su gloria. En el pasaje anterior de Hechos 8, encontramos a Simón el Mago, un hombre que aparentemente creyó tras ver las señales y milagros que Felipe hacía. Sin embargo, más adelante (Hechos 8:18-21), vemos que su verdadero interés no era Cristo ni la salvación, sino el poder sobrenatural. Este relato nos enseña que no basta con hacer una confesión externa de fe o “asombrarnos” ante lo que Dios hace. La pregunta crucial es: ¿Hay un cambio genuino en el corazón? ¿Nos hemos rendido ante la soberanía de Dios? El Señor no busca admiradores, busca adoradores comprometidos; no busca magia ni trucos, sino corazones humildes que anhelen vivir de acuerdo a Su voluntad. La transformación verdadera proviene de la acción del Espíritu Santo, no de nuestra conveniencia personal. En la parte final de Hechos 9, vemos cómo Pedro continúa la obra del Señor y, a través del poder de Cristo, sana a Eneas y resucita a Tabita (Dorcas). Estos sucesos confirmaban que la iglesia, aun en medio de la persecución, era guiada por el Espíritu Santo y operaba bajo el poder transformador de Dios. Del mismo modo, nuestra nueva realidad en Cristo no es teórica. Debe manifestarse en la manera en que servimos, oramos y esperamos milagros. El mismo Dios que resucitó a Tabita es quien puede resucitar nuestras esperanzas muertas y restaurar nuestra fe desgastada. La verdadera transformación nace en el corazón y se evidencia en un cambio radical de vida. Podemos ver este principio encarnado en Saulo (convertido en Pablo) y corroborado por las enseñanzas de Romanos 8. Dios nos llama, nos justifica y nos glorifica en un proceso continuo de santificación. Que este mensaje sea un recordatorio de que no se trata de aparentar o de ganarse un favor; es cuestión de rendirse a la voluntad del Padre y permitirle que obre Su poder transformador. Nuestra historia, como la de Saulo, puede ser testimonio vivo del Dios que hace nuevas todas las cosas. Amén.

en February 23, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in libros Hechos de los apóstoles, Romanos & .

Transformación verdadera

La vida de Saulo, luego conocido como Pablo, es un claro ejemplo de cómo Dios puede cambiar radicalmente a una persona. Por un lado, lo vemos como un perseguidor de cristianos (Hechos 9:1-2), y por otro, en Romanos 8:28-30 se nos enseña que todo ocurre con un propósito mayor: Dios quiere conformarnos a la imagen de Su Hijo. Esta combinación de pasajes nos muestra que la Transformación Verdadera no solo es posible, sino que es parte del plan de Dios para quienes le aman. La historia de Saulo en Hechos 9 y la enseñanza de Romanos 8:28-30 recalcan que la Transformación Verdadera nace de un encuentro real con Cristo y se sostiene en el poder y el plan divino.Cuando le permitimos a Dios actuar en nuestras vidas, incluso nuestros errores y debilidades se convierten en instrumentos de bendición. No importa cuán lejos o equivocados podamos estar; Dios sigue teniendo un propósito glorioso y redentor para cada uno de nosotros. “Porque todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios…” (Romanos 8:28). Que esta verdad te motive a rendirte por completo a esa transformación que solo el Señor puede obrar.

en January 26, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Tomar el escudo de la fe & libros Hechos de los apóstoles, Lucas.

Bajo tu palabra

Esta reflexión nos enseña cómo la obediencia y confianza en Dios transforman nuestra vida. En Lucas 5:4-6, vemos a Pedro, cansado y frustrado tras una noche sin éxito, decidir confiar en la palabra de Jesús: “Bajo tu palabra echaré la red.” Este acto de fe le llevó a un milagro de abundancia, recordándonos que cuando dejamos nuestras limitaciones en manos de Dios, Él actúa de maneras que superan nuestra comprensión. Al conectar esto con Hechos 12:6, encontramos a Pedro nuevamente en una situación difícil, esta vez en prisión, encadenado y sin control sobre su futuro. Sin embargo, su confianza en Dios le permitió descansar en medio de la tormenta. Esa misma noche, un ángel lo libera milagrosamente, mostrándonos que Dios obra tanto en la abundancia como en las crisis. Estos dos momentos revelan un patrón: cuando confiamos en la palabra y el propósito de Dios, Él llena lo vacío y trae paz incluso en medio de la incertidumbre. Nos reta a preguntarnos dónde estamos depositando nuestra confianza y nos invita a vivir bajo Su palabra, sabiendo que Él tiene el control en cada circunstancia. Confiar en Él no solo trae resultados visibles, sino también una paz que sobrepasa todo entendimiento. Al integrar Filipenses 4:7 en esta reflexión, encontramos un mensaje aún más poderoso sobre la paz que viene de confiar plenamente en Dios: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”

en January 19, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, Especial, in tema La unción & libros Juan, Lucas.

Ungidos para servir con compromiso

La unción es un regalo hermoso que conlleva un propósito claro: ser instrumentos de Dios en su obra. Como lo expresó la pastora Tatiana, “la unción debe tener una función”, lo que implica que no podemos recibirla sin asumir la responsabilidad de usarla para cumplir los planes de Dios. Esto exige compromiso, obediencia y un corazón dispuesto a servir. En Juan 4:18-19, Jesús confronta con verdad y amor el pasado de una mujer samaritana, mostrándonos que la unción también implica ser confrontados y transformados. Solo así podremos ser usados por Dios con autenticidad y poder. Por otro lado, Lucas 9:62 nos enseña que no debemos mirar atrás una vez que hemos decidido seguir a Cristo. La obra de Dios requiere dedicación total, sin titubeos ni distracciones. El compromiso es una respuesta tangible a la unción. La obediencia, por su parte, refleja la profundidad de ese compromiso. Servir a Dios no es solo un acto externo; es una rendición interna que se evidencia en nuestras acciones diarias. Cuando somos obedientes, estamos alineando nuestra voluntad con la de Dios, mostrando que entendemos el propósito de la unción en nuestras vidas. Esta predicación nos desafía a vivir una fe activa y comprometida. La unción no es un adorno espiritual; es una llamada a actuar, a servir y a obedecer con un corazón dispuesto y fiel.

en January 12, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Jesús cambia vidas & libros 1 Corintios, 1 Pedro, Apocalipsis, Colosenses, Gálatas, Juan, Romanos.

Uno con Cristo

1 Corintios 6:17 La prédica nos recordó que ser uno con Cristo transforma nuestra vida por completo. En Él somos redimidos, justificados y adoptados como hijos de Dios. Su sacrificio nos da libertad y vida eterna, enseñándonos que la verdadera riqueza está en nuestra relación con Él.