Sermon'e

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Autoridad en el nivel de Jesús

La predica titulada “Autoridad en el nivel de Jesús” se centra en la comprensión de la autoridad desde una perspectiva bíblica, utilizando los pasajes de 2 Reyes 5:1-12 y Romanos 13:1-6.   En 2 Reyes 5, se narra la historia de Naamán, un comandante del ejército de Siria que sufría de lepra. A pesar de su estatus y poder, se da cuenta de que necesita ayuda y sigue las instrucciones de una niña israelita, lo que lo lleva a buscar al profeta Eliseo aunque primeramente no obedeció la instrucción saltando la autoridad del profeta al ir primeramente al rey de Israel. Este relato ilustra cómo la verdadera autoridad no siempre proviene de la posición o el poder.   Por otro lado, Romanos 13:1-6 nos recuerda que toda autoridad proviene de Dios y que debemos someternos a las autoridades establecidas, ya que son instrumentos de su orden. Este pasaje enfatiza la importancia de reconocer el papel de las autoridades en nuestras vidas y cómo, al hacerlo, estamos honrando a Dios.   En conjunto, la predica nos invita a reflexionar sobre cómo ejercemos y respondemos a la autoridad en nuestras vidas, destacando que la verdadera autoridad se manifiesta en el servicio, la humildad y la obediencia a Dios. Nos anima a seguir el ejemplo de Jesús, quien, a pesar de ser el más grande, se hizo siervo de todos.

en February 23, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in libros 2 Corintios, Mateo & .

Lo viejo que tiene que irse.

La vida cristiana es un llamado a la renovación continua. Muchas veces intentamos “parchar” aspectos de nuestra vieja forma de vivir, sin darnos cuenta de que Dios desea darnos algo totalmente nuevo. Estos tres pasajes nos muestran la importancia de soltar lo viejo para recibir la plenitud que Cristo nos ofrece. Imagínate que tienes una prenda de ropa vieja y desgastada. Si tratas de cubrir un gran agujero con un pedazo de tela nuevo, no solo se verá mal, sino que el desgarrón podría hacerse más grande. Así ocurre cuando intentamos “parchar” partes de nuestra vida con un poco de fe sin permitir que Dios renueve todo nuestro ser. 2 Corintios 5:17 nos recuerda que en Cristo pasamos de ser esa prenda rota a ser una nueva creación, con costuras, fibras y un diseño totalmente distintos: todo lo viejo queda atrás, y empezamos de cero con esperanza y propósito. ¿El costo? Mateo 19:29 nos enseña que seguir a Jesús puede llevarnos a dejar ciertas cosas que antes eran muy importantes. Pero, a cambio, recibimos la promesa de plenitud, bendiciones y vida eterna. Al final, vale la pena soltar lo que nos ata al pasado para vestirnos de lo nuevo que Cristo ofrece. En pocas palabras: Dios no quiere “remendar” lo viejo, quiere darte una nueva vestidura para que vivas con libertad, gozo y un corazón renovado.

en February 23, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in libros Hechos de los apóstoles, Romanos & .

Transformación verdadera

La vida de Saulo, luego conocido como Pablo, es un claro ejemplo de cómo Dios puede cambiar radicalmente a una persona. Por un lado, lo vemos como un perseguidor de cristianos (Hechos 9:1-2), y por otro, en Romanos 8:28-30 se nos enseña que todo ocurre con un propósito mayor: Dios quiere conformarnos a la imagen de Su Hijo. Esta combinación de pasajes nos muestra que la Transformación Verdadera no solo es posible, sino que es parte del plan de Dios para quienes le aman. La historia de Saulo en Hechos 9 y la enseñanza de Romanos 8:28-30 recalcan que la Transformación Verdadera nace de un encuentro real con Cristo y se sostiene en el poder y el plan divino.Cuando le permitimos a Dios actuar en nuestras vidas, incluso nuestros errores y debilidades se convierten en instrumentos de bendición. No importa cuán lejos o equivocados podamos estar; Dios sigue teniendo un propósito glorioso y redentor para cada uno de nosotros. “Porque todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios…” (Romanos 8:28). Que esta verdad te motive a rendirte por completo a esa transformación que solo el Señor puede obrar.

en February 16, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema El favor no merecido & libros 1 Pedro, Juan, Romanos.

Apacentad la grey de Dios

Cuando Jesús se encontró con Pedro después de la resurrección (Juan 21:15-18), no solo le preguntó si lo amaba: le confió la responsabilidad de cuidar y alimentar a sus ovejas. Ese diálogo sincero e íntimo nos recuerda que la base de nuestro servicio proviene de una relación de amor con Cristo. No es solo un llamado a cumplir tareas, sino a reflejar el corazón compasivo de Jesús para quienes nos rodean. El Señor no insistió en la capacitación o el talento de Pedro, sino en su amor, porque cuando amamos a Cristo de verdad, brota en nosotros el deseo de cuidar a los demás con ese mismo amor. Si miramos Romanos 8:29-30, vemos que Dios nos ha elegido y destinado a parecernos cada vez más a su Hijo. Eso significa que, así como Jesús entregó su vida por la gente, también nosotros estamos llamados a entregarnos, con humildad y dedicación, para guiar a otros en el camino de la fe. Este proceso de conformarnos a la imagen de Jesús no es automático ni forzado; surge de la obra del Espíritu Santo y de nuestro compromiso de obedecer y amar. Cuando nos dejamos transformar, empezamos a ver a quienes están a nuestro cuidado con ojos de compasión, sin egoísmo ni vanidad, y queremos servirlos de todo corazón. El apóstol Pedro, años después de aquella charla con el Maestro, exhorta a quienes tienen una responsabilidad de liderazgo (1 Pedro 5:1) a ser pastores de la grey de Dios con la misma actitud que vio en Jesús: no por obligación, sino con una motivación sincera y amorosa. Las ovejas no nos pertenecen, sino que son del Señor, y es un privilegio enorme acompañarlas y velar por su bienestar. Esa tarea, aunque a veces sea difícil o exija sacrificio, se sostiene cuando recordamos que nuestro Señor es quien nos llamó, nos equipa y nos fortalece. Al apacentar la grey de Dios, experimentamos un gozo especial, porque entendemos que estamos participando en la obra de Aquel que nos amó primero.

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Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in libros Lucas, Mateo & .

CONQUISTANDO EL REINO

“Conquistando el Reino” se centra en la idea de seguir a Jesús y vivir de acuerdo con sus enseñanzas. En Mateo 16:24-25, se habla sobre la importancia de negarse a uno mismo y tomar la cruz para seguir a Cristo, lo que implica un compromiso profundo. Lucas 1:15-17 menciona a Juan el Bautista, quien fue llamado a preparar el camino para el Señor. Finalmente, Mateo 3:1-2 destaca el mensaje de arrepentimiento que Juan predicaba, llamando a las personas a reconocer su necesidad de transformación. En conjunto, estos versículos nos invitan a abrazar un camino de entrega y conversión para ser parte del Reino de Dios.

en February 9, 2025
libros 1 Samuel, Isaías, Romanos, Salmos, in .

La Fe derriba gigantes

En la vida, todos enfrentamos desafíos que pueden parecer gigantes: problemas de salud, dificultades financieras, conflictos familiares o internos. Son momentos en los que el miedo y la ansiedad pueden ocupar nuestro corazón. Sin embargo, la Palabra de Dios nos muestra que, aunque los gigantes sean imponentes, Su poder y Su amor son mayores. Comencemos recordando las palabras de Isaías 7:4, donde el Señor aconseja: «Guárdate y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón…» (RVR1960). Es una invitación a mantener la calma y la confianza, sabiendo que Dios está al control aun cuando todo parezca amenazador. El salmista declara: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos…» (Salmos 46:1-2). Cuando el temor llegue, debemos recordar que el carácter de Dios es ser nuestro refugio. No es un refugio temporal o limitado, sino una cobertura constante. Más adelante, en Salmos 46:10-11, el Señor dice: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios… Jehová de los ejércitos está con nosotros». La quietud a la que invita Dios no es pasividad, sino reposo confiado en Su presencia. Es reconocer que Su poder supera cualquier amenaza, y que Su compañía es suficiente para enfrentar cualquier gigante que nos desafíe. En la historia de David y Goliat, observamos la descripción de un gigante físicamente imponente (1 Samuel 17:4-7). Con su enorme estatura y su armadura colosal, infundía terror en el ejército de Israel, al punto de que el propio rey Saúl y sus hombres se acobardaron (1 Samuel 17:11-12). Hoy, nuestros “gigantes” pueden no ser un guerrero filisteo, pero pueden ser problemas que amenazan nuestra paz. Tal vez una enfermedad incurable, una crisis financiera, un problema en la familia o el desánimo y la duda. Sea cual sea la forma de ese gigante, el temor que provoca puede paralizarnos si no mantenemos la mirada en Dios. El eje fundamental de nuestra fe está en el amor de Dios hacia cada uno de nosotros: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…» (Juan 3:16). Este amor se traduce en salvación y también en la certeza de que no enfrentamos los gigantes solos. Romanos 8:37 nos anima con estas palabras: «Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó». Cuando entendemos el amor de Dios, nos damos cuenta de que no se trata de nuestra fuerza o valor personal, sino de la victoria que proviene de Su respaldo. Ese amor nos impulsa a enfrentar los desafíos con el coraje que surge de la certeza de Su presencia. Observemos el corazón de David ante la amenaza de Goliat. Mientras todos se amedrentaban, David pregunta: «¿Quién es este filisteo incircunciso para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?» (1 Samuel 17:26). David no finge que el problema no existe; simplemente reconoce que el poder de Dios es mayor que cualquier enemigo. Cuando Saúl escucha sobre la determinación de David, intenta desanimarlo, pero David responde con confianza: «No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo» (1 Samuel 17:32). Esa valentía no nace de la arrogancia, sino de la convicción de que Dios no falla. David recuerda cómo Dios lo había librado de leones y osos, asegurando: «… este filisteo será como uno de ellos» (1 Samuel 17:36). Esto revela un principio esencial: la fe crece cuando recordamos las victorias pasadas que Dios nos ha dado. Finalmente, al enfrentarse a Goliat, David no se apoya en armaduras humanas, sino que declara: «Tú vienes a mí con espada y lanza… mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos…» (1 Samuel 17:45). Ese es el secreto de nuestro triunfo: la presencia y el poder de Dios van con nosotros. En cada uno de estos pasajes brilla una verdad fundamental: Dios es fiel y poderoso para librarnos de los gigantes que enfrentamos. Como David, podemos presentarnos ante cualquier desafío con la seguridad de que no luchamos solos, sino acompañados por el Señor de los ejércitos celestiales. Si hoy te sientes con temor, agotado o sin esperanza, recuerda que Dios se especializa en darle la victoria a quienes confían en Él. Alinea tu corazón con Su Palabra, descansa en Su amor y, con valentía, ¡da un paso de fe como lo hizo David!