Sermon'e

en July 13, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Jesús el Cristo & libros Lucas, Mateo.

Jesús el Cristo: bautizos

Jesús el Cristo” es una predicación que nos lleva al corazón del mensaje eterno de Dios: el cumplimiento de Su promesa en la persona de Jesucristo, el Ungido, el Salvador del mundo. A través de Lucas 3:1-6, contemplamos cómo, en medio de un mundo dominado por el poder humano, la hipocresía religiosa y el vacío espiritual, Dios rompe el silencio y levanta una voz en el desierto: Juan el Bautista, quien no busca fama, ni templos, ni puestos… sino preparar el camino para Aquel que es digno de toda gloria. Su mensaje sigue tronando con poder: “Arrepiéntanse y bautícense para el perdón de sus pecados.” Juan no llama a la comodidad, sino al cambio. No predica emociones, predica decisión. Y esa decisión se manifiesta visiblemente en el bautismo, que no es un rito religioso, ni una simple tradición, sino una respuesta obediente al llamado de Dios. Es el momento en que el corazón arrepentido dice: “Estoy listo para morir a mí mismo y vivir para Cristo.” Jesús mismo ratificó esta verdad al dar la Gran Comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” —Mateo 28:19 Y añadió con claridad: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” —Marcos 16:16 No es casualidad. El bautismo es parte del camino recto que Dios llama a preparar. Como enseñó el apóstol Pablo: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” —Romanos 6:3-4 Este es el punto central de la predicación: Jesús no vino a maquillarnos el pecado, vino a crucificarlo. No vino a darnos una vida retocada, vino a darnos una vida resucitada. Cada alma que responde al evangelio, desciende al agua en humildad, renunciando al viejo hombre, y sale con una nueva identidad en Cristo, marcada no por religión, sino por redención. Hoy, más que nunca, necesitamos escuchar ese clamor que resuena desde el desierto:“Preparen el camino del Señor… Él viene, y viene por corazones rendidos, por vidas transformadas, por discípulos bautizados en su nombre.” El llamado sigue vigente. No es para unos pocos. Es para todo aquel que cree y desea ver la salvación de Dios manifestarse en su vida. Arrepiéntete. Cree. Sé bautizado en el nombre de Jesús.Porque el Cristo ya vino… y volverá.¿Estás listo?

en July 6, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema Jesús el Cristo & libros 1 Corintios, Colosenses, Hechos de los apóstoles, Juan, Lucas, Mateo, Romanos.

Cristo sigue vive y sigue obrando

Como cristianos, muchas veces podemos hablar de Jesús con facilidad: sabemos que es el Hijo de Dios, que sanó enfermos, que multiplicó los panes y los peces, que predicó el Reino y trajo esperanza. Podemos recitar sus milagros, sus palabras, sus parábolas… pero la gran pregunta que quiero dejarte hoy es esta: ¿qué tanto sabes de Jesús… y qué tanto realmente lo conoces? Porque saber de alguien y conocerlo personalmente son dos cosas totalmente distintas. Podemos decir con certeza que Jesús transformó nuestras vidas, que nos levantó cuando nadie más lo hizo, que nos dio paz, gozo, propósito, dirección y vida. Cada uno de nosotros ha tenido un encuentro diferente con Él, según la necesidad en la que estábamos. Algunos lo conocieron como su sanador, otros como su libertador, otros como su consolador, y muchos como su Salvador. Y es que así es Jesús: se nos revela en el momento exacto, en el área donde más lo necesitamos. Según cómo lo hayamos conocido, así es también como lo compartimos y lo describimos a otros. La Biblia nos enseña que ni siquiera la eternidad será suficiente para conocer por completo a Jesús, tal es la grandeza de su gloria. Y lo más poderoso es que no fue que tú o yo lo encontramos a Él, sino que Él salió a nuestro encuentro. Él nos buscó, nos llamó por nuestro nombre y nos ofreció vida, y vida en abundancia. Jesús no solo hizo maravillas en la tierra durante su ministerio, sino que hoy sigue obrando con poder. Dígale a dos o tres personas: “¡Cristo sigue obrando!”. Él no ha cambiado, sigue siendo el mismo. En Hechos 2 leemos que Jesús de Nazaret fue varón aprobado por Dios, un hombre influyente que anduvo en obediencia, haciendo la voluntad del Padre. Y no solo vino a enseñarnos, vino a entregarse por nosotros. Colosenses 2:14 dice: “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.” Esa fue su muestra más grande de amor: entregar su vida para reconciliarnos con el Padre. Su muerte fue un antes y un después en la historia de la humanidad. Pero lo más impactante es que su muerte no fue el final. ¡Después de la cruz, vino la resurrección! La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe. Es el hecho más importante de la historia humana. Es lo que diferencia al cristianismo de cualquier otra creencia o religión. Como dice una canción: la tumba de Mahoma está ocupada, la tumba de Alá también; pero la tumba de Jesús está vacía. ¿Y por qué es tan vital que Jesús resucitara? Porque Él mismo lo prometió (Mateo 16:21), porque Él es la resurrección y la vida (Juan 11:25–26), porque su resurrección demuestra que es Dios (Romanos 1:4), que venció la muerte (Romanos 6:8–9), y porque en su resurrección se transforma nuestra naturaleza caída (1 Corintios 15:50–55). Hechos 1:1–3 nos habla de que Jesús, antes de ascender, dio muchas pruebas indubitables de que estaba vivo. ¿Qué son pruebas indubitables? Son evidencias irrefutables. La Biblia menciona varias apariciones: a María Magdalena, a los discípulos, a los dos en el camino a Emaús, a Pedro, a más de 500 personas, y a los doce en la ascensión. La tumba vacía (Mateo 28:1) y las marcas de la cruz (Juan 20:25–28) también son prueba de ello. Cuando algo está vivo, deja evidencia. Y Cristo dejó evidencias poderosas. Un ejemplo claro es el de Saulo, quien tras un encuentro con Jesús se convirtió en Pablo. Su vida fue transformada completamente. Ya no vivía él, sino Cristo en él. Dio frutos, predicó, sufrió, se entregó, amó y vivió para Cristo. ¿Cuántas pruebas más necesita el mundo para entender que Jesús no solo vivió, sino que vive? Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:25–40). Él es nuestro alimento eterno. Quien va a Él y cree en Él tiene vida. Quien se alimenta de Cristo no muere, sino que pasa de muerte a vida. En nosotros nace la esperanza de que Él volverá. Hechos 1:11 nos recuerda que así como ascendió, así también regresará. Y eso es lo que nos llena de esperanza: que un día estaremos con Él por la eternidad. El mundo te quiere hacer creer que solo nacemos, nos reproducimos y morimos. Pero Cristo te dice: “Antes de formarte en el vientre, te conocí, te di identidad, propósito y destino”. Él está preparando moradas para nosotros. Por eso, no te aferres a lo temporal. Aférrate a lo eterno. Busca primero el Reino de Dios y su justicia, y lo eterno será tu recompensa. Sí, hay muchas carencias en este mundo, pero hay una esperanza que lo llena todo: Cristo. Él venció la muerte, y volverá por su iglesia. Así como dice la canción: “La muerte venciste, el velo partiste”, y hoy esa victoria es también tuya y mía.

en June 25, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in temas Dios se acerca, Discípulos de Jesús & libros Efesios, Hechos de los apóstoles, Lucas, Marcos, Mateo.

¿Cuanto cuesta reinar con Cristo?

La vida cristiana no es simplemente un boleto al cielo. Es una carrera, un proceso de transformación, una entrega radical. Cristo no llamó a admiradores, sino a discípulos. Y reinar con Él implica un precio, un nivel de renuncia y madurez que no siempre estamos dispuestos a asumir. Jesús no engañó a nadie: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23). Pero, ¿cuánto cuesta eso realmente? ¿Qué significa renunciar? ¿Qué recompensa hay en esta entrega? Mateo 13:44–46 Jesús compara el Reino con un tesoro escondido y una perla de gran precio. Ambos ejemplos tienen algo en común: quien los encuentra, vende todo lo que tiene para obtenerlos. Esto nos enseña algo poderoso:El Reino de Dios es un regalo, sí, pero abrazarlo en plenitud tiene un costo personal. Muchos quieren el tesoro, pero sin vender nada de lo suyo. Quieren reinar con Cristo, pero sin cargar la cruz. Efesios 4:13–19 Pablo habla de alcanzar la “estatura de la plenitud de Cristo” y no ser llevados por cualquier viento de doctrina. Pero también advierte sobre los que, teniendo apariencia de espiritualidad, están entenebrecidos en su entendimiento, ajenos a la vida de Dios. Reinar con Cristo no es una emoción, es una transformación.No es sólo un cambio de comportamiento, es una nueva naturaleza.No es solo conocer doctrina, es ser renovado en el espíritu de la mente. Muchos quieren autoridad sin formación. Quieren reinar sin haber sido quebrantados. Pero en el Reino, primero somos siervos antes de ser herederos. Marcos 10:17–31 El joven rico tenía todo, menos lo esencial: un corazón rendido. Jesús lo amó, pero también le dijo la verdad:“Una cosa te falta… vende todo lo que tienes y sígueme.” Este joven no estaba dispuesto. Se fue triste.¿Cuántos de nosotros queremos herencia sin entrega? Jesús termina con una promesa poderosa:“Todo el que haya dejado casas, hermanos… recibirá cien veces más… y en la vida venidera, la vida eterna.” Reinar con Cristo exige que dejemos de aferrarnos a lo terrenal para abrazar lo eterno. Hechos 7:54–60 Esteban fue un hombre lleno del Espíritu, sabiduría y poder. Pero su fidelidad le costó la vida.Él vio el cielo abierto y a Jesús de pie, no sentado. Como si Jesús mismo se levantara a honrar a su mártir. Reinar con Cristo no es para cobardes.Es para los que aman más su Reino que su comodidad. Esteban no murió en derrota, murió en victoria. Porque el que entrega su vida por Cristo, no pierde nada; lo gana todo. Lucas 15:8–10 Esta parábola de la moneda perdida nos recuerda algo profundo:Dios valora lo que muchos descartan. Y paga el precio de la búsqueda.Cada alma es valiosa para Él.Y si Él paga ese precio, ¿por qué nosotros deberíamos conformarnos con una vida mediocre? Reinar con Cristo comienza con valorar lo que Él valora: almas, verdad, santidad, comunión con el Padre. Hoy el Señor te pregunta: ¿Estás dispuesto a pagar el precio de reinar con Él? No con tristeza como el joven rico. No con dureza como los que resistieron a Esteban. Sino con gozo como quien encuentra un tesoro y vende todo por amor. Reinar con Cristo no es para después. Comienza hoy, en tu entrega diaria, en tu obediencia, en tu cruz.

en June 1, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Cristo me ha dado identidad & libros Gálatas, Isaías, Juan, Lucas, Mateo.

El caracter de Cristo

Traemos de fábrica un molde de carácter: temperamento, heridas y hábitos. Cuando todo marcha bien, ese molde parece fuerte; pero basta una sacudida un despido, un diagnóstico, una crítica hiriente para revelar que, lejos de ser de acero, a veces es de cristal. Jesús nos muestra otra posibilidad: un carácter forjado por el Espíritu, tan dócil como firme, capaz de sostener el propósito aun cuando el confort desaparece, el dolor aprieta o el abandono hiere. Piensa en tu carácter como un cauce por donde corre tu alma. Si el cauce está agrietado, lo que fluye se contamina. El carácter de Cristo es un cauce distinto: limpio, profundo, imperturbable. Por él circulan esperanza en lugar de queja, obediencia en vez de rebeldía, ternura en lugar de dureza. Sin ese cauce, dice Jesús, “nada podemos hacer”; con él, hasta el desierto se vuelve jardín. Tres momentos en que Jesús pudo hacer su voluntad… y eligió la del Padre En cada punto de presión, Cristo muestra que la victoria no está en esquivar la presión, sino en permitir que el Espíritu transforme el cauce del corazón. Siete marcas del carácter de Cristo Estas marcas no son medallas visibles; son cicatrices interiores que revelan pertenencia. Pablo las llama “las marcas de Jesús” en su vida. Que el Dios de paz, que resucitó al gran Pastor de las ovejas, te perfeccione en toda buena obra para que hagas Su voluntad, haciendo Él en ti lo que le agrada. Que el carácter de Cristo sea tu marca, tu carta de presentación y tu legado.

en March 12, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Jesús cambia vidas & libros Hechos de los apóstoles, Lucas, Oseas.

Confía en Jesús

En esta predica hablamos de la confianza que debemos tener en Jesús en medio de la tormenta, el hecho de tener fe y confianza en Jesús como Cristiano aveces pensamos que el no esta, pero en la barca el estaba con sus dicipulos y aun así ellos se angustiaron y atormentaron porque pensaron que la barca se iba a hundir, y cuando Jesús reprendio la tormenta, así es el en nuestras vidas.

en — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in libros Lucas, Mateo & .

CONQUISTANDO EL REINO

“Conquistando el Reino” se centra en la idea de seguir a Jesús y vivir de acuerdo con sus enseñanzas. En Mateo 16:24-25, se habla sobre la importancia de negarse a uno mismo y tomar la cruz para seguir a Cristo, lo que implica un compromiso profundo. Lucas 1:15-17 menciona a Juan el Bautista, quien fue llamado a preparar el camino para el Señor. Finalmente, Mateo 3:1-2 destaca el mensaje de arrepentimiento que Juan predicaba, llamando a las personas a reconocer su necesidad de transformación. En conjunto, estos versículos nos invitan a abrazar un camino de entrega y conversión para ser parte del Reino de Dios.

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