Sermon'e

en September 3, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in .

La obediencia rompe límites

Hermanos, todos nosotros nos enfrentamos a límites: físicos, emocionales, espirituales, financieros. Límites que parecen decirnos: “Hasta aquí puedes llegar y no más”. Pero hay una llave espiritual que abre lo que está cerrado y rompe cadenas que nos atan: la obediencia a Dios.La obediencia no es solo “cumplir órdenes”; es reconocer que el camino de Dios es más alto y mejor que el nuestro. Y cuando obedecemos, su poder rompe barreras imposibles. Vivimos en un mundo lleno de límites. Límites físicos, cuando nuestro cuerpo se cansa. Límites emocionales, cuando el miedo y la inseguridad nos detienen. Límites espirituales, cuando sentimos que no avanzamos en nuestra vida con Dios. Y también límites impuestos por las circunstancias, la economía, los problemas o incluso por personas que nos rodean. Pero quiero que hoy entiendas algo: la obediencia a Dios rompe todos esos límites. No hablamos de obediencia como un acto ciego o religioso, sino como una respuesta de fe y confianza en el Señor que abre puertas y nos lleva más allá de lo que nosotros mismos podemos lograr. La Biblia nos recuerda en 1 Samuel 15:22 que “mejor es obedecer que sacrificar”. Saúl creyó que podía agradar a Dios ofreciendo sacrificios, pero desobedeció Su palabra. ¿Sabes? Muchas veces podemos caer en lo mismo. Pensamos que por dar ofrenda, cantar, servir o asistir a la iglesia, ya estamos bien con Dios, aunque vivamos desobedeciendo su voz. Pero Dios no se impresiona con sacrificios vacíos, Él busca corazones dispuestos a obedecer. Cuando obedecemos, tenemos paz en nuestro interior, porque como dice 1 Juan 3:21: “si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios”. La obediencia siempre comienza en lo pequeño. En Éxodo 3:1-5, Moisés estaba en el desierto pastoreando ovejas, cuando Dios se le apareció en una zarza ardiendo. Antes de hablarle de grandes misiones, de Faraón y de milagros, Dios le pidió algo sencillo: “Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”. Moisés tuvo que obedecer ese detalle. Y esa pequeña obediencia abrió paso a una gran misión. Muchas veces queremos ver maravillas, pero Dios primero nos prueba en lo pequeño: en perdonar, en ser fieles, en buscarle en oración, en dejar un hábito que no le agrada. Cuando obedecemos en lo cotidiano, Dios nos confía lo extraordinario. Pero la desobediencia también tiene consecuencias. Jesús dijo en Lucas 12:47-48 que al que mucho se le da, mucho se le demandará. Y vemos un pasaje extraño en Éxodo 4:24-26, cuando Moisés, en camino a Egipto, casi muere porque no había obedecido en circuncidar a su hijo. Esto nos enseña que el llamado no nos libra de la disciplina de Dios. No basta con tener promesas o dones, necesitamos caminar en obediencia. Si Dios nos pide algo y lo postergamos, tarde o temprano esa desobediencia nos alcanzará. Ahora, lo glorioso es que cuando obedecemos, los límites se rompen. En Éxodo 3:7-10 Dios le dice a Moisés que ha visto la aflicción de su pueblo y lo va a sacar de Egipto. Israel tenía límites: cuatrocientos años de esclavitud, el mar que bloqueaba el camino, el desierto que parecía imposible de cruzar. Pero cuando obedecieron a Dios, el mar se abrió, el monte tembló y la gloria del Señor descendió sobre ellos (Éxodo 19:15-18). La obediencia rompe límites porque conecta nuestra vida con el poder sobrenatural de Dios. Miremos ejemplos: Josué obedeció dando vueltas a Jericó, y las murallas cayeron. Pedro obedeció lanzando la red otra vez, y los peces abundaron. Abraham obedeció saliendo de su tierra sin saber a dónde iba, y se convirtió en padre de multitudes. Ellos no vencieron por su fuerza, sino por su obediencia. Querido hermano, quizá hoy sientes que hay un mar cerrado delante de ti, un límite que no puedes romper: en tu vida espiritual, en tu familia, en tus finanzas o en tus sueños. Pero el Señor te dice: “Obedece mi voz y yo abriré el camino”. La obediencia no es una carga, es la llave de la victoria. No es un peso, es libertad. Porque cuando decimos “sí” al Señor, los cielos se abren, las puertas cerradas se abren, y los límites se rompen. Así que hoy es tiempo de decidir: ¿viviremos sacrificando sin obedecer, o caminaremos en verdadera obediencia? Dios no busca apariencias, busca hijos obedientes. Y a los obedientes, Él los lleva más allá de lo que imaginan. La obediencia rompe límites.

en August 6, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema La sabiduría que viene de Dios & libros 2 Corintios, Juan, Lucas, Proverbios.

Sabiduría en los días actuales

Hermanos, ¿se han dado cuenta de que hoy tenemos un exceso de información pero una escasez tremenda de sabiduría?Vivimos en un tiempo donde todos opinan en redes sociales, donde hay tutoriales para todo, desde cómo cambiar una bombilla hasta cómo “ser feliz en 5 pasos”… pero aun así, la gente está perdida, vacía y sin rumbo. La Biblia dice en Proverbios 4:6: “No la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.” La sabiduría de Dios no es un lujo, ¡es una necesidad urgente!No es llenar la cabeza de datos, sino aprender a vivir según el corazón de Cristo. Hoy quiero invitarte a caminar con la sabiduría de Dios para estos días tan inciertos, porque solo así podremos vivir en victoria La sabiduría nos guarda (Proverbios 4:6) La Palabra dice: “No la dejes, y ella te guardará.”La sabiduría de Dios es como un guardaespaldas espiritual. Vivimos en un mundo lleno de trampas: Pero quien abraza la sabiduría del Señor camina seguro.Es como conducir de noche con los faros encendidos: quizá no veas todo el camino, pero ves lo suficiente para no estrellarte. Ilustración:Un joven dijo una vez: “No necesito consejos de nadie, yo ya sé lo que hago.”Unos meses después estaba hundido en deudas, relaciones rotas y sin paz. ¿Por qué? Porque rechazó la sabiduría de Dios que podía guardarlo La sabiduría nos lleva en triunfo (2 Corintios 2:14) Pablo declara: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús.” ¡Qué declaración tan poderosa!El triunfo no es que todo te salga fácil, sino que aunque vengan pruebas, Cristo te conduce hacia la victoria. Un sabio en Cristo entiende que: Aplicación práctica:Tal vez hoy enfrentas problemas en la familia, en la economía o en la salud. Pero si buscas la sabiduría del Señor, verás que Él no te abandona: ¡te lleva en triunfo, aunque el camino sea dura La sabiduría fortalece nuestra fe (Juan 20:27) Leemos que Tomás dudó. No le bastaba con lo que decían los demás discípulos. Él quería pruebas.Y Jesús, con misericordia, le mostró sus heridas y le dijo: “No seas incrédulo, sino creyente.” La sabiduría de Dios nos ayuda a vencer la incredulidad.¿Sabías que no es pecado tener dudas? El problema es quedarnos en ellas.Jesús no rechazó a Tomás, lo guió a la fe. Frase clave: La sabiduría no elimina la fe, la alimenta.Porque la fe no es un salto ciego, sino un paso seguro hacia las promesas de Dios. La sabiduría nos mueve a amar y actuar (Lucas 10:25-37) Jesús cuenta la historia del buen samaritano.Un hombre herido, ignorado por religiosos que sabían mucho, pero hicieron poco.Y aparece un samaritano, considerado “impuro” por los judíos, que muestra la verdadera sabiduría: amor en acción. Hoy, la pregunta es: ¿qué tipo de persona somos? Aplicación actual:Ser sabio hoy no es solo predicar en un púlpito o citar versículos, sino ayudar al necesitado, escuchar al que sufre, levantar al caído.

en July 9, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Jesús el Cristo & libros 1 Pedro, 2 Corintios, Hebreos, Juan, Mateo, Salmos.

Jesús es el Cristo: el camino abierto, el reino recibido

Jesús no fue simplemente un profeta, un maestro sabio o un mártir de la historia; Él es el Cristo, el Ungido de Dios, el Hijo eterno que vino a cumplir todas las promesas del Antiguo Testamento. Su sufrimiento en la cruz, su resurrección, su ascensión y el envío del Espíritu Santo son evidencias de su identidad como el Mesías prometido. Jesús es el Cristo que abre el camino hacia el Padre, transforma nuestro corazón, nos hace parte de su Reino y nos llama a vivir como pueblo santo. No se trata solo de conocer datos sobre Jesús, sino de conocerlo a Él como el Cristo vivo que reina y transforma. I. El Cristo crucificado y glorificado Texto: Mateo 27:30-57 En este pasaje vemos a Jesús siendo burlado, golpeado, crucificado y muriendo. A simple vista, es una escena de derrota, pero en realidad es una proclamación de victoria. La cruz no fue un accidente ni una tragedia: fue el trono en el que el Cristo fue entronizado. En el momento en que el velo del templo se rasga, se abre el camino a una nueva realidad espiritual: Dios ya no habita en un templo hecho por manos humanas, sino que habita en los corazones de los redimidos. Jesús, el Cristo, no solo sufrió… Él reinó desde la cruz. II. El Cristo que envía al Consolador Texto: Juan 16:7 Jesús les dice a sus discípulos que les conviene que Él se vaya. ¿Quién dice algo así si no tiene algo mucho mejor preparado? Él se va, pero no nos deja huérfanos. El Cristo resucitado y glorificado envía al Espíritu Santo para morar en nosotros. Ya no lo vemos con los ojos, pero lo experimentamos con el alma. El Espíritu testifica que Jesús es el Cristo, y nos guía a toda verdad. La presencia del Espíritu en nosotros no es una emoción pasajera: es la evidencia de que el Rey vive en su pueblo. III. El Cristo que abrió un nuevo y vivo camino Texto: Hebreos 10:19-29 Gracias a la sangre de Jesús tenemos plena libertad para entrar al Lugar Santísimo. Este es uno de los frutos más gloriosos de la obra de Cristo. El Cristo no solo perdonó nuestros pecados, sino que restauró nuestra comunión con el Padre. Ya no vivimos con miedo, ni con culpa, ni con cargas religiosas: vivimos en libertad, en una relación de hijos con un Padre amoroso. Por eso, el autor de Hebreos nos llama a mantenernos firmes, a no retroceder, a valorar el sacrificio de Cristo como lo más sagrado. El que rechaza esta gracia está despreciando al mismo Cristo. IV. El Cristo que transforma nuestro deleite Texto: Salmo 37:4 “Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón.” Esta promesa no significa que Dios es un genio que concede caprichos, sino que cuando Cristo es nuestro deleite, Él mismo transforma nuestros deseos. Ya no anhelamos cosas pasajeras, sino cosas eternas. El que ha visto a Cristo como el tesoro supremo, ya no busca otras fuentes. En Cristo está el gozo completo, la paz que sobrepasa todo entendimiento, y el descanso del alma cansada. V. El Cristo que nos hizo su pueblo Texto: 1 Pedro 2:9 Ya no somos huérfanos, ni ignorados, ni olvidados. Somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. ¿Para qué? Para que anunciemos las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. El Cristo no vino solo a rescatarnos del pecado, sino a darnos una nueva identidad. Ya no vivimos por nosotros mismos, sino como embajadores del Reino, representantes del Cristo en la tierra. La salvación no es solo perdón: es un nuevo propósito, una nueva misión. VI. El Cristo que hace nuevas todas las cosas Texto: 2 Corintios 5:17 Si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Esta es una de las evidencias más poderosas de que Jesús es el Cristo: Él transforma vidas. No mejora, no maquilla… ¡renueva! Cambia corazones de piedra por corazones sensibles. Cambia adicciones por adoración. Cambia rencores por perdón. Si Jesús fuera solo un líder religioso, no tendría este poder. Pero como es el Cristo, su obra no termina en la cruz: sigue transformando vidas hoy. Aplicación y llamado final: Hoy el Espíritu nos dice: Jesús es el Cristo. No basta con saberlo de oído, necesitamos conocerlo de corazón. Él es el camino al Padre, la respuesta a nuestras preguntas, el Salvador de nuestra alma y el Señor de nuestra vida. No te conformes con una religión que habla de Cristo: vive una relación con Cristo. ¿Lo conoces de verdad? ¿Es tu Rey, tu deleite, tu identidad, tu Salvador?

en June 25, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in temas Dios se acerca, Discípulos de Jesús & libros Efesios, Hechos de los apóstoles, Lucas, Marcos, Mateo.

¿Cuanto cuesta reinar con Cristo?

La vida cristiana no es simplemente un boleto al cielo. Es una carrera, un proceso de transformación, una entrega radical. Cristo no llamó a admiradores, sino a discípulos. Y reinar con Él implica un precio, un nivel de renuncia y madurez que no siempre estamos dispuestos a asumir. Jesús no engañó a nadie: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23). Pero, ¿cuánto cuesta eso realmente? ¿Qué significa renunciar? ¿Qué recompensa hay en esta entrega? Mateo 13:44–46 Jesús compara el Reino con un tesoro escondido y una perla de gran precio. Ambos ejemplos tienen algo en común: quien los encuentra, vende todo lo que tiene para obtenerlos. Esto nos enseña algo poderoso:El Reino de Dios es un regalo, sí, pero abrazarlo en plenitud tiene un costo personal. Muchos quieren el tesoro, pero sin vender nada de lo suyo. Quieren reinar con Cristo, pero sin cargar la cruz. Efesios 4:13–19 Pablo habla de alcanzar la “estatura de la plenitud de Cristo” y no ser llevados por cualquier viento de doctrina. Pero también advierte sobre los que, teniendo apariencia de espiritualidad, están entenebrecidos en su entendimiento, ajenos a la vida de Dios. Reinar con Cristo no es una emoción, es una transformación.No es sólo un cambio de comportamiento, es una nueva naturaleza.No es solo conocer doctrina, es ser renovado en el espíritu de la mente. Muchos quieren autoridad sin formación. Quieren reinar sin haber sido quebrantados. Pero en el Reino, primero somos siervos antes de ser herederos. Marcos 10:17–31 El joven rico tenía todo, menos lo esencial: un corazón rendido. Jesús lo amó, pero también le dijo la verdad:“Una cosa te falta… vende todo lo que tienes y sígueme.” Este joven no estaba dispuesto. Se fue triste.¿Cuántos de nosotros queremos herencia sin entrega? Jesús termina con una promesa poderosa:“Todo el que haya dejado casas, hermanos… recibirá cien veces más… y en la vida venidera, la vida eterna.” Reinar con Cristo exige que dejemos de aferrarnos a lo terrenal para abrazar lo eterno. Hechos 7:54–60 Esteban fue un hombre lleno del Espíritu, sabiduría y poder. Pero su fidelidad le costó la vida.Él vio el cielo abierto y a Jesús de pie, no sentado. Como si Jesús mismo se levantara a honrar a su mártir. Reinar con Cristo no es para cobardes.Es para los que aman más su Reino que su comodidad. Esteban no murió en derrota, murió en victoria. Porque el que entrega su vida por Cristo, no pierde nada; lo gana todo. Lucas 15:8–10 Esta parábola de la moneda perdida nos recuerda algo profundo:Dios valora lo que muchos descartan. Y paga el precio de la búsqueda.Cada alma es valiosa para Él.Y si Él paga ese precio, ¿por qué nosotros deberíamos conformarnos con una vida mediocre? Reinar con Cristo comienza con valorar lo que Él valora: almas, verdad, santidad, comunión con el Padre. Hoy el Señor te pregunta: ¿Estás dispuesto a pagar el precio de reinar con Él? No con tristeza como el joven rico. No con dureza como los que resistieron a Esteban. Sino con gozo como quien encuentra un tesoro y vende todo por amor. Reinar con Cristo no es para después. Comienza hoy, en tu entrega diaria, en tu obediencia, en tu cruz.

en June 18, 2025 — por .

El oro y el Egipto

El pueblo de Israel había pasado generaciones enteras en esclavitud dentro de Egipto. Lo que comenzó como un lugar de provisión, se transformó en un lugar de opresión. Sin embargo, Dios nunca pierde el control. Aún en Egipto, Dios tenía un plan. En medio de la esclavitud, Dios estaba preparando a su pueblo para algo mayor. Y cuando llegó el día de la liberación, no solo los sacó con vida, los sacó con riqueza. Dice Éxodo 12 que el Señor dio gracia al pueblo delante de los egipcios y les entregaron oro, plata y vestidos. Lo que parecía imposible sucedió: salieron de Egipto con las manos llenas. Este oro no era solo un detalle decorativo. Era un símbolo profético. Dios no los iba a sacar de Egipto sin antes restituir todo lo que habían sufrido. Lo que Egipto les negó por años, Dios lo restituyó en una sola noche. El oro de Egipto era parte del propósito divino. Más adelante, ese oro serviría para construir el tabernáculo, para adorar a Dios en el desierto. El mensaje es claro: Dios transforma el dolor en propósito, la esclavitud en provisión, el quebranto en plataforma. Pero para entender esto, hay que retroceder a Génesis 42. Allí encontramos a José, vendido por sus hermanos, traicionado, y llevado precisamente… a Egipto. Lo que parecía ser una desgracia fue en realidad el plan de Dios para proveer alimento a toda su familia. José, estando en Egipto, fue usado para bendecir a Israel. Y es que muchas veces, Egipto no es el final, es solo el taller de formación. A veces Dios permite que pases por Egipto para prepararte, para madurarte, y para posicionarte. Ahora, avancemos al nuevo testamento. En Mateo 2, cuando los reyes visitan a Jesús, le ofrecen oro, incienso y mirra. Oro a un niño. Y justo después, el ángel le advierte a José que huya con María y el niño… ¿adónde? ¡A Egipto! Otra vez Egipto aparece en la historia, pero esta vez no como opresor, sino como refugio. ¿Con qué vivieron en Egipto? Con el oro. Ese oro fue provisión en el lugar que alguna vez fue de esclavitud. Dios usó el oro para sustentar la vida de su Hijo en tierra extranjera. Así obra nuestro Dios: lo que parece ajeno, lo vuelve parte del plan. Sin embargo, hay una advertencia. No todo oro permanece. En 1 Corintios 3, Pablo nos habla de cómo la obra de cada uno será pasada por fuego. Algunos construyen con oro, otros con heno, con madera. Y aunque todos pueden ser salvos, no todos recibirán recompensa. Es decir, no todo el oro es oro eterno. El oro que viene de Dios es para construir en su Reino, no para engrandecer nuestro nombre. El oro que no se quema es el que se entrega para su gloria. Y por último, Apocalipsis 21 nos da una visión final: la ciudad celestial tiene calles de oro puro. Allí no hay más Egipto, no hay esclavitud, no hay prueba. Todo el oro de esta vida, todo lo que recogiste en tu proceso, todo lo que usaste para honrar a Dios, cobrará sentido allá. El oro que fue útil en Egipto se transforma en la sustancia del Cielo. Lo que fue símbolo se convierte en realidad. Hermano, hermana, ¿qué has hecho con el oro que Dios ha puesto en tus manos? ¿Has salido de Egipto con las manos llenas pero el corazón vacío? ¿O estás usando lo que Él te dio para edificar algo eterno? Dios te saca de Egipto, pero no te deja con las manos vacías. Te da oro, dones, recursos, experiencias… todo con un propósito: construir algo que resista el fuego y refleje su gloria. Hoy es tiempo de entregar ese oro al Señor. Que no se quede en tus manos. Que no termine en un becerro de oro como lo hizo Israel más adelante. Usa tu historia, tus recursos, tu talento, tu proceso… para levantar una obra que glorifique a Cristo. Porque un día caminaremos por calles de oro, y entonces entenderemos que todo tuvo sentido. Que el oro y el Egipto eran parte de la misma historia: la historia de redención. ¿Qué estás haciendo con el oro que has recibido de tus “Egiptos”?¿Estás construyendo con materiales eternos o pasajeros?Hoy es día de entregar tu oro, tu historia, tus dones y tu propósito… al único que hace que el oro tenga sentido: Cristo. La bendición es el fin por algo que tu orastes y el señor es el comienzo de todo lo que te puedas imaginar Pastor jeferson

en June 4, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Dios se acerca & libros 1 Pedro, Efesios.

Fé para permanecer

Vivimos en tiempos donde todo se mueve, cambia y a menudo tiembla. Pero hay algo que nos permite mantenernos firmes: la fe.1 Pedro 1:1-3 nos recuerda que, aunque somos peregrinos en esta tierra, hemos sido elegidos, santificados y nacidos de nuevo a una esperanza viva por medio de la fe.Hoy Dios quiere hablarnos de una fe que no solo inicia, sino que permanece. Una fe que no se rinde en medio del valle, sino que se afirma porque sabe que hay un propósito detrás del proceso. La Fe Mueve Todo: Espiritual y Físico “Todas las cosas se mueven por causa de la fe tanto de forma espiritual como física.” Hebreos 11:3 nos dice que por la fe entendemos que el universo fue constituido por la palabra de Dios.Es decir, la fe no solo es un concepto espiritual, sino una fuerza real que mueve lo invisible y lo visible.Tu avance, tus logros, tus respuestas: todo se activa cuando decides creer. La Fe nos Hace Permanecer y Terminar La fe no es solo para comenzar el camino con Dios, sino para permanecer en Él y terminar la carrera.Muchos comienzan con entusiasmo, pero solo los que tienen fe arraigada logran mantenerse firmes hasta el final. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” (2 Timoteo 4:7) La Fe es Valiosa: Más que el Oro 1 Pedro 1:7 dice que nuestra fe, mucho más preciosa que el oro perecedero, será hallada en alabanza y gloria.En el cielo, la fe se considera una moneda. Es el recurso con el que operamos en el reino espiritual.Cuando oras, das, crees, sirves — lo haces por fe — y eso tiene valor eterno. Fe sin Obras es Muerta “La fe si no tiene obras, está muerta en sí misma.” (Santiago 2:17) No podemos decir que creemos si no actuamos.La fe verdadera se manifiesta en acción.Oras porque crees. Sirves porque crees. Das porque crees.Las obras no reemplazan la fe, pero la demuestran. La Fe Está en el Comienzo de Todo lo de Dios Cuando Dios quiere hacer algo en tu vida, primero enciende tu fe.Esa pasión que sientes por Dios, ese deseo de avanzar en su propósito — todo nace de la fe.Fe es el primer paso hacia cualquier cosa que provenga del cielo. La Fe es Poderosa Efesios 1:3 nos dice que ya hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.Eso quiere decir que todo ya fue provisto, pero la fe es el puente que nos conecta con esa realidad.No vivimos por vista, sino por fe. La Fe Permanece Aun en el Valle David dijo: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno.”Dios permite el valle, no para destruirnos, sino para procesarnos y posicionarnos.Allí, en ese lugar incómodo, tu fe es purificada, fortalecida y renovada. Conclusión: La fe es más que un sentimiento.Es una fuerza espiritual que te conecta con Dios, te hace avanzar, te hace permanecer, y te hace terminar.Hoy, el Espíritu Santo quiere reavivar tu fe para que no solo comiences bien, sino que termines con gloria.

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