Durante el mes de mayo, en nuestra iglesia Comunidad Gracia y Vida, dedicamos un tiempo especial para fortalecer, honrar y bendecir uno de los pilares más importantes que Dios nos ha dado: la familia.
A lo largo de este mes, compartimos enseñanzas profundas y prácticas, guiadas por la Palabra de Dios, que nos recordaron el diseño original para nuestras relaciones familiares:
Ser buenos hijos, obedientes y respetuosos, entendiendo que honrar a nuestros padres es también honrar a Dios.
“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa” (Efesios 6:2).
Ser padres presentes y sabios, que instruyen con amor, corrigen con paciencia y guían con el ejemplo.
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Vivir el matrimonio conforme al propósito de Dios, como un pacto de amor, fidelidad, respeto y entrega mutua.
“Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
Cada reflexión dominical fue un llamado a revisar nuestro rol dentro de la familia, a sanar heridas, a perdonar y a construir hogares donde habite la presencia de Dios.
Para culminar este tiempo especial, el pasado 31 de mayo, como comunidad, ascendimos al monte Pagasarri, en la ciudad de Bilbao. Allí, en medio de la naturaleza creada por el Señor, levantamos nuestras voces en oración. Fue un momento de profunda comunión y unidad, donde intercedimos por:
Nuestras familias y las de nuestra comunidad
Las familias de Bilbao y de toda España
Las familias del mundo entero, especialmente aquellas que están pasando por momentos de crisis o dolor
Fue un acto simbólico y espiritual, reconociendo que solo Dios puede restaurar, proteger y bendecir nuestros hogares.
“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmo 127:1).
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31).
El mes ha terminado, pero el compromiso permanece. Que nuestras familias sigan siendo un reflejo del amor de Cristo. Que cada hogar sea una pequeña iglesia, donde se ore, se sirva y se viva en santidad.
Te animamos a seguir orando por tu familia, buscando a Dios en cada etapa de la vida, y recordando siempre que cuando Dios está en el centro del hogar, todo florece.