Queridos hermanos y hermanas, hoy nos encontramos para reflexionar sobre una historia del Evangelio de Lucas que nos habla directamente a nuestro corazón y nuestras vidas diarias. Es la historia de dos hermanas, Marta y María, y de cómo Jesús nos enseña a elegir lo verdaderamente importante. 1. La Llegada de Jesús: Imaginemos por un momento que estamos en la casa de Marta y María. Jesús, el Maestro, ha llegado. La emoción y el honor de tenerlo en casa son inmensos. Marta, siempre diligente y trabajadora, se pone manos a la obra para asegurarse de que todo esté perfecto. Quiere servir a Jesús de la mejor manera posible. 2. Marta y sus Preocupaciones: Pero Marta se siente abrumada. Todos hemos estado allí, ¿verdad? Con tantas cosas que hacer, parece que el tiempo no es suficiente. Marta se preocupa porque su hermana María no la está ayudando. María, en cambio, ha decidido sentarse a los pies de Jesús, escuchando cada palabra que sale de su boca. Marta, frustrada y agotada, se acerca a Jesús y le dice: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”. 3. La Respuesta de Jesús: La respuesta de Jesús es sorprendente y llena de amor: “Marta, Marta, estás preocupada y afanada con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”. Jesús entiende las buenas intenciones de Marta, pero le recuerda que no debemos perder de vista lo esencial. ¿Cuántas veces nosotros somos como Marta? Nos llenamos de preocupaciones, tareas y responsabilidades, y nos olvidamos de lo más importante: pasar tiempo con Jesús. En nuestra vida moderna, con el trabajo, la familia y los compromisos, es fácil perdernos en el ajetreo y olvidarnos de sentarnos a los pies del Maestro. 4. La Buena Parte: María eligió la buena parte: estar con Jesús, escuchar su palabra, dejarse llenar por su presencia. Esto no significa que el trabajo y las responsabilidades no sean importantes, pero Jesús nos llama a encontrar un equilibrio, a no dejar que las preocupaciones nos roben el tiempo con Él. Prioriza tu tiempo con Dios: Dedica momentos específicos cada día para estar en la presencia de Dios. Puede ser en la mañana antes de comenzar tus actividades, o en la noche antes de dormir. Encuentra el equilibrio: Asegúrate de que tus responsabilidades no te alejen de tu relación con Dios. Sirve y trabaja, pero no te olvides de nutrir tu espíritu. Escucha la voz de Jesús: Toma tiempo para la oración y la lectura de la Biblia. Permite que las enseñanzas de Jesús guíen tus decisiones y acciones. Señor Jesús, gracias por tu palabra que nos guía y nos da paz. Ayúdanos a encontrar equilibrio en nuestras vidas, a no dejarnos llevar por las preocupaciones diarias, y a elegir siempre la buena parte de estar contigo. Fortalece nuestra relación contigo y guíanos en cada paso que damos. En tu santo nombre oramos, amén.