Sermon'e

en August 14, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Dios se acerca & libros Ester, Mateo.

No duermas

El sueño es una parte esencial de nuestra vida física, pero en lo espiritual, el dormir puede simbolizar un estado de indiferencia o descuido hacia las cosas de Dios. En las Escrituras, se nos advierte contra este tipo de “sueño espiritual”, que puede llevar a perder bendiciones y oportunidades dadas por Dios. En Mateo 25, Jesús nos presenta la parábola de las diez vírgenes para ilustrar una enseñanza profunda sobre el Reino de los Cielos. En esta parábola, el Reino de los Cielos es comparado con diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al esposo. De ellas, cinco eran prudentes y cinco insensatas. Las prudentes llevaron aceite en sus lámparas, mientras que las insensatas no lo hicieron. Cuando el esposo tardó en llegar, todas se durmieron. Sin embargo, a medianoche, se oyó un grito: “¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle!”. Las vírgenes prudentes estaban listas, con sus lámparas encendidas, mientras que las insensatas, al no tener aceite, tuvieron que ir a comprar. Mientras estaban fuera, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y la puerta se cerró. Cuando las insensatas regresaron, fue demasiado tarde, y no se les permitió entrar. El Reino de los Cielos: Jesús nos enseña que el Reino de los Cielos es para aquellos que están vigilantes y preparados. No se trata solo de estar presente, sino de estar listo espiritualmente para cuando Él regrese. La preparación espiritual es esencial para entrar en el Reino. Vigilancia: La parábola subraya la importancia de estar siempre vigilantes y preparados para la venida de Cristo. No sabemos el día ni la hora, por lo que debemos mantener nuestra fe activa y nuestras vidas alineadas con la voluntad de Dios. Preparación Espiritual: Las lámparas representan nuestras vidas, y el aceite, la unción y la presencia del Espíritu Santo en nosotros. No debemos permitir que nuestras lámparas se apaguen por la negligencia o el pecado. Es crucial mantenernos en oración, lectura de la Palabra y comunión con Dios para estar siempre listos. En Ester 2, vemos cómo Ester, una joven judía, es escogida para ser parte del grupo de mujeres que serían presentadas ante el rey. Durante un largo proceso de preparación, Ester se destaca por su gracia y es favorecida por Hegai, el encargado de las mujeres, quien le da todo lo necesario para presentarse ante el rey. Preparación: Al igual que Ester, debemos estar en un estado constante de preparación para las oportunidades que Dios pone en nuestras vidas. Ester no sabía cuál sería su destino, pero se preparó diligentemente. Favor y Oportunidad: Ester fue favorecida por su disposición y humildad. Dios otorga gracia a quienes están despiertos y listos para actuar según Su voluntad. “No duermas” es una llamada a la acción y una advertencia espiritual. No debemos permitir que el letargo espiritual se apodere de nuestras vidas. Jesús nos exhorta a estar vigilantes, a mantenernos preparados para Su regreso, y a estar siempre listos para cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas. Así como las vírgenes prudentes que entraron al Reino de los Cielos y Ester que estuvo preparada para su llamado, debemos estar atentos y preparados para cuando llegue nuestro momento de actuar en el plan de Dios en nuestras vidas Amén.

en August 7, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in temas Cristo me ha dado identidad, Cuida tu corazón, Cultivar la perseverancia & libro Lucas.

El llamado y sus consecuencias

En Lucas 5:1-11, encontramos una de las historias más poderosas sobre el llamado de Dios y las consecuencias de obedecer Su palabra. En este pasaje, Jesús se encuentra en la orilla del lago de Genesaret, rodeado por una multitud deseosa de escuchar la palabra de Dios. Viendo dos barcas a la orilla, Jesús sube a una de ellas, que pertenecía a Simón Pedro, y le pide que se aleje un poco de la tierra. Desde la barca, Jesús enseña a la multitud y luego le dice a Pedro: “Echa las redes para pescar”. Pedro, a pesar de su escepticismo inicial, obedece a la palabra de Jesús y echa las redes. El resultado es un milagro: una gran cantidad de peces, tanto que las redes comienzan a romperse. Este evento marca el inicio de una nueva vida para Pedro y sus compañeros, quienes dejan todo para seguir a Jesús. Obediencia La clave de este pasaje es la obediencia. Pedro no solo escuchó las instrucciones de Jesús, sino que también actuó en consecuencia. La obediencia a la palabra de Dios trae bendiciones, incluso cuando no entendemos completamente el porqué. Dios nos llama a confiar en Él y a obedecer Su palabra, sabiendo que Su plan es perfecto. Confiar en Dios Confiar en Dios es esencial. Pedro confió en Jesús a pesar de su experiencia como pescador. Sabía que las posibilidades de pescar algo en ese momento eran mínimas, pero su confianza en la palabra de Jesús le llevó a obedecer. Esta confianza debe ser un pilar en nuestra vida espiritual. Debemos creer que Dios tiene el control y que Su palabra es verdadera y eficaz. Creer en Dios Creer en Dios significa más que solo aceptar Su existencia. Significa tener fe en Su poder y en Su plan para nuestras vidas. En Mateo 14:1-10, vemos cómo Juan el Bautista sufrió las consecuencias de no seguir completamente a Jesús, sino de continuar con su propio ministerio. Esto nos enseña que Dios tiene un propósito específico para cada uno de nosotros, y debemos estar dispuestos a seguirlo fielmente. La Revelación Profética La revelación profética está en la palabra de Dios. Juan 1:35-37 nos muestra cómo Juan el Bautista señaló a Jesús como el Cordero de Dios, cumpliendo así su propósito profético. La palabra de Dios nos revela Su voluntad y nos guía en nuestro camino. Debemos estudiar y meditar en las Escrituras para entender el llamado de Dios en nuestras vidas. Consecuencias del Llamado de Dios El llamado de Dios tiene consecuencias. Si obedecemos y seguimos Su palabra, las consecuencias serán bendiciones y crecimiento espiritual. Si ignoramos o desobedecemos, las consecuencias pueden ser negativas, como lo fue para Juan el Bautista. Dios no nos llama a cualquier cosa; Él tiene un propósito específico para cada uno de nosotros. Nuestra responsabilidad es obedecer y confiar en Su dirección. Solo así recibiremos el galardón por lo que Dios nos ha mandado hacer. La Fidelidad y la Fe La fidelidad a Dios y la fe en Su palabra son fundamentales para recibir Sus bendiciones. La riqueza de Dios no llega sin más; está ligada a nuestra fidelidad. Cuando tenemos fe, Dios reacciona y nos bendice de maneras que no podríamos imaginar. Conclusión El llamado de Dios no solo trae beneficios; trae bendiciones a nuestra vida. Nos transforma y nos guía en un camino de obediencia y fe. Sigamos el ejemplo de Pedro, confiemos en la palabra de Dios y obedezcamos Su llamado, sabiendo que las consecuencias serán siempre para nuestro bien y Su gloria.

en August 4, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas El propósito de nuestra vida, Guerra Espiritual & libros Apocalipsis, Génesis, Juan, Mateo.

Verdaderamente libres

Querida congregación, nos reunimos bajo el poderoso tema “Verdaderamente libres”, basado en el versículo de Juan 8:36: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Vivimos en un mundo que constantemente nos promete libertad: libertad financiera, libertad de tiempo, libertad personal. Sin embargo, ¿qué significa ser verdaderamente libres? Jesús nos da la respuesta en Juan 8:36. La verdadera libertad no viene de las circunstancias externas, sino de una relación profunda y transformadora con Él. Comencemos con Mateo 12:43, donde Jesús describe lo que sucede cuando un espíritu impuro sale de una persona. El espíritu vaga buscando descanso, pero al no encontrarlo, decide regresar a la persona de donde salió. Si la encuentra “desocupada, barrida y adornada”, trae consigo a otros siete espíritus más malvados, y la condición final de esa persona resulta peor que la inicial. Esto nos muestra que simplemente deshacerse de las malas influencias no es suficiente. Necesitamos llenar nuestro corazón con algo más fuerte y permanente: la presencia de Jesús. Solo Él puede llenar el vacío y protegernos contra el retorno del mal. En Apocalipsis 3:5, Jesús promete: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”. Ser verdaderamente libres implica una transformación interna que se refleja en nuestras vidas externas. Vestir vestiduras blancas simboliza pureza, redención y una nueva identidad en Cristo. En Juan 14:23, Jesús dice: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. La verdadera libertad se encuentra en vivir en comunión con Dios. Cuando guardamos Su palabra y vivimos según Sus mandamientos, experimentamos la libertad que proviene de estar en Su presencia. Dios mismo hace morada en nosotros, guiándonos y fortaleciendo nuestra vida diaria. Veamos Génesis 35:1-5, donde Dios le dice a Jacob que suba a Betel y habite allí, y que haga un altar al Dios que le apareció cuando huía de su hermano Esaú. Jacob instruye a su familia a deshacerse de los dioses extranjeros que tienen, purificarse y cambiarse de ropa. Este acto de purificación y renovación simboliza el abandono de las viejas costumbres y la adopción de una nueva vida dedicada a Dios. Finalmente, en Apocalipsis 3:20, Jesús nos dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. La verdadera libertad comienza con una decisión personal de abrir la puerta de nuestro corazón a Jesús. Él nos invita a una relación íntima y personal con Él, donde encontramos paz, propósito y verdadera libertad. Amados hermanos y hermanas, la verdadera libertad no se encuentra en el mundo, sino en Jesús. Él nos ofrece una libertad que transforma, que purifica y que nos llena de Su presencia. Al abrirle nuestro corazón y permitirle morar en nosotros, experimentamos una vida nueva, una vida verdaderamente libre. Oremos para que cada uno de nosotros pueda vivir en esa libertad que solo Jesús puede dar. Que podamos vestirnos de vestiduras blancas, guardar Su palabra y vivir en comunión con Él cada día. Amén.

en July 31, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Familias que dan frutos & libros 1 Samuel, 3 Juan, Hechos de los apóstoles, Juan, Romanos.

La prosperidad del alma

Nos reunimos para reflexionar sobre un tema que a menudo se pasa por alto en nuestras ocupadas vidas: la prosperidad del alma. En 3 Juan 1:2, el apóstol Juan escribe: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. Este versículo nos muestra la importancia de cuidar no solo nuestro bienestar físico y material, sino también nuestro bienestar espiritual. Para profundizar en este tema, consideremos algunas historias bíblicas que nos muestran cómo la prosperidad del alma se manifiesta en la vida de los creyentes. Las tres facultades del alma son la mente, que son las cosas que pensamos, la mente esta muy conectada a la fe, las emociones son lo que sentimos, y la voluntad son las cosas que hacemos. Debemos cuidar nuestra alma ya que el enemigo puede accesar a nosotros mediante el alma, por eso debemos tener prosperidad del alma para que asi desde el pensamiento este cautivo al señor, Cristo y no pueda entrar el enemigo en pensamiento, en voluntades, pero debemos entregarle a Dios todos nuestros pensamientos cautivos. Cuidar el Alma: La Historia de Ana (1 Samuel 1:1-28) En el primer libro de Samuel, encontramos la historia de Ana, una mujer que enfrentó el dolor de la esterilidad. Ana era una mujer piadosa que, a pesar de su sufrimiento, no dejó de buscar a Dios. Su alma estaba afligida, pero su fe y esperanza en el Señor la llevaron a orar fervientemente. Dios escuchó su clamor y le dio un hijo, Samuel. Esta historia nos enseña que la prosperidad del alma no se mide por la ausencia de problemas, sino por nuestra capacidad de mantener la fe y la esperanza en medio de las dificultades. La Prosperidad del Alma y la Generosidad: Cornelio (Hechos 10:1-4) En Hechos 10, encontramos a Cornelio, un centurión romano que era conocido por su devoción a Dios y su generosidad hacia los necesitados. Aunque no era judío, su alma prosperaba porque vivía una vida de obediencia y amor. Dios reconoció su corazón y envió a Pedro para llevarle el mensaje de salvación. La historia de Cornelio nos muestra que una alma próspera es aquella que vive en obediencia a Dios y se preocupa por el bienestar de los demás. Paz en Medio de la Tribulación: Las Palabras de Jesús (Juan 16:33) En Juan 16:33, Jesús nos dice: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Jesús nos promete paz en medio de las tribulaciones. La verdadera prosperidad del alma se manifiesta en la paz que sentimos, sabiendo que, a pesar de las dificultades, Jesús ha vencido al mundo. Esta paz nos permite enfrentar cualquier situación con confianza y serenidad. La Bendición de la Fe: La Familia de Samuel (1 Samuel 2:17-21) Después del nacimiento de Samuel, Ana continuó cumpliendo su promesa de dedicar su hijo al Señor. Su fe no solo llevó a la prosperidad de su alma, sino también a la bendición de su familia. Dios le dio más hijos e hijas, demostrando que la prosperidad del alma a menudo lleva a bendiciones tangibles en nuestras vidas. La fidelidad y el compromiso de Ana con Dios no solo trajeron gozo a su corazón, sino también abundancia a su hogar. La Fidelidad de Dios (Romanos 11:1) En Romanos 11:1, Pablo nos recuerda la fidelidad de Dios hacia su pueblo: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera.” Dios es fiel y nunca nos abandona. La prosperidad del alma se basa en esta verdad fundamental: somos amados y cuidados por un Dios fiel. Al cultivar nuestra relación con Él, experimentamos una prosperidad que trasciende lo material y lo temporal. En hebrero 11:1 nos dice pues la fe es la certeza de lo que se espera, es porque aun no hay nada en lo material, y tener la convicción de lo que no se ve, la fe es tener la convicción de que hay esta lo que no es natural lo saque Dios, porque el justo vivira no por vista, si no por fe. Queridos hermanos y hermanas, que busquemos siempre la prosperidad de nuestras almas, sabiendo que al hacerlo, estamos alineándonos con la voluntad de Dios para nuestras vidas. Que la paz, el amor y la fidelidad de Dios llenen nuestros corazones hoy y siempre. Amén.

en July 28, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, Especial, in temas el espíritu y el alma, Familias que dan frutos, Mes de la familia & libro Salmos.

Familias bienaventuradas

Vamos a reflexionar sobre un tema fundamental para nuestra vida y nuestra sociedad: la familia. Basaremos nuestra meditación en dos pasajes complementarios: Salmos 127:1-5 y Salmos 128:1-4. Estos versículos nos brindan una visión hermosa y completa de lo que significa ser una familia bienaventurada. 1. El fundamento divino de la familia “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia” (Salmos 127:1). Este versículo nos recuerda que Dios debe ser el arquitecto y protector de nuestras familias. Sin Su guía y protección, todos nuestros esfuerzos son en vano. Una familia bienaventurada reconoce la necesidad de depender de Dios en todas las áreas de su vida, permitiendo que Él sea el fundamento sobre el cual se construye todo. 2. Temor y obediencia a Dios: La base de la bendición “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos” (Salmos 128:1). El temor a Dios y la obediencia a Sus caminos son esenciales para recibir Sus bendiciones. Este respeto profundo y reverencia hacia Dios se manifiestan en nuestras decisiones y acciones diarias. Una familia bienaventurada pone a Dios en el centro y sigue Sus enseñanzas, asegurándose de estar en el camino de la bendición. 3. El fruto del trabajo: Prosperidad y satisfacción “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien” (Salmos 128:2). Dios promete bendecir el trabajo honesto y diligente. En una familia bienaventurada, cada miembro comprende el valor del esfuerzo y contribuye con su trabajo. Esto no solo trae prosperidad material, sino también una profunda satisfacción y un sentido de logro. Es una bendición disfrutar del fruto de nuestro trabajo, sabiendo que viene de la mano de Dios. 4. La bendición de la familia: Unidad y alegría “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa” (Salmos 128:3). Este versículo pinta una imagen hermosa de una familia unida y fructífera. La esposa es comparada con una vid fructífera, simbolizando alegría y vitalidad. Los hijos, como plantas de olivo, representan paz y estabilidad. En una familia bienaventurada, cada miembro florece en su rol, contribuyendo a una atmósfera de amor y unidad. 5. La herencia de los hijos: Bendición y defensa “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta” (Salmos 127:3-5). Los hijos son una herencia y una bendición de Dios. Son como flechas en manos de un guerrero, representando fuerza y defensa. Un hombre que tiene muchos hijos es bendecido y tiene respaldo y honor en la comunidad. Los hijos no solo traen alegría al hogar, sino que también contribuyen a su fortaleza y estabilidad. 6. La promesa de la bendición generacional “He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová” (Salmos 128:4). El salmista reafirma la promesa de bendición para aquellos que temen al Señor. Esta bendición no solo se experimenta en la vida presente, sino que se extiende a futuras generaciones. Una familia que vive bajo el temor de Dios establece un legado de fe y bendición que impacta a sus descendientes.   En resumen, una familia bienaventurada es aquella que reconoce a Dios como el fundamento y protector de su hogar, vive en temor y obediencia a Sus caminos, valora el trabajo diligente, mantiene la unidad y la alegría, y deja un legado de fe para las futuras generaciones. Reconociendo a los hijos como una herencia de Dios, comprendemos su importancia en la fortaleza y estabilidad del hogar. Que cada uno de nosotros aspire a construir hogares que reflejen estas verdades, confiando en las promesas de Dios y esforzándonos por vivir según Sus caminos. Que Dios nos bendiga a todos y nos ayude a ser familias bienaventuradas. Amén.

en July 28, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas Familias que dan frutos, Mes de la familia & libros Lucas, Mateo, Salmos.

El poder de la familia

Hermanos y hermanas. Hablaremos de algo muy cercano a nuestros corazones: la familia. En la vorágine del día a día, a veces olvidamos el inmenso poder y la bendición que reside en nuestro hogar. En Salmos 128:1-5, encontramos una hermosa descripción de las bendiciones que Dios derrama sobre aquellos que temen al Señor y siguen sus caminos, bendiciones que se reflejan directamente en la vida familiar. I. La Familia como Fuente de Bendición (Salmos 128:1-5) Bendición Personal: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos.” (Salmo 128:1). La bendición comienza con nosotros, individualmente, cuando tememos y obedecemos a Dios. Este temor no es miedo, sino un profundo respeto y amor hacia nuestro Creador. Cuando colocamos a Dios en el centro de nuestras vidas, experimentamos una paz y una alegría que se reflejan en todo lo que hacemos. Bendición en el Trabajo: “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.” (Salmo 128:2). ¿Quién no desea ver fruto en su trabajo? Dios promete que si seguimos sus caminos, veremos prosperidad en nuestros esfuerzos. Esta bendición no es solo material, sino una satisfacción profunda al saber que lo que hacemos tiene propósito y valor. Bendición en el Hogar: “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.” (Salmo 128:3). ¿Alguna vez han observado una vid? Está llena de vida, de fruto, de belleza. Así describe Dios a nuestras familias. Nuestra esposa, nuestros hijos, son regalos preciosos de Dios, llenos de potencial y bendición. Bendición Nacional: “He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida.” (Salmo 128:4-5). La bendición de Dios comienza con el individuo, se extiende a la familia, y luego a la comunidad y la nación. Cuando vivimos conforme a los caminos de Dios, nuestras vidas impactan a otros, creando una ola de bendición que puede transformar sociedades enteras. II. Ejemplos Bíblicos del Poder de la Familia (Lucas 1:5-20) La Familia de Zacarías y Elisabet: En Lucas 1:5-20, encontramos la historia de Zacarías y Elisabet, una pareja que, a pesar de su edad avanzada y la ausencia de hijos, permaneció fiel a Dios. Dios respondió a sus oraciones y les bendijo con un hijo, Juan el Bautista. Esta historia nos recuerda que Dios escucha las oraciones de nuestras familias y actúa en su tiempo perfecto. La Promesa de Dios: El ángel Gabriel le dijo a Zacarías que su oración había sido escuchada. Imaginen la emoción y la incredulidad de Zacarías. Esto nos muestra que no debemos subestimar el poder de la oración familiar. Dios siempre escucha y responde, aunque a veces su respuesta llega en formas y tiempos inesperados. III. La Familia en la Comunidad de Fe (Mateo 18:18-20) El Poder de la Unidad: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18:20). La presencia de Dios se manifiesta en la unidad. Cuando nos reunimos en familia para orar, estudiar la Biblia, o simplemente para compartir, Dios está en medio de nosotros. Esta es una promesa poderosa que nos invita a cultivar la unidad y la comunión en nuestros hogares. La Autoridad Espiritual: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.” (Mateo 18:18). Dios nos ha dado autoridad espiritual en nuestras familias. Podemos orar por nuestras necesidades, interceder por otros y ver cómo Dios actúa en respuesta a nuestra fe. Queridos hermanos y hermanas, el poder de la familia es inmenso cuando colocamos a Dios en el centro. La bendición de Dios fluye desde el individuo, a través de la familia, y se extiende a toda la comunidad. Que hoy podamos renovar nuestro compromiso de temer a Dios, de caminar en sus caminos y de cultivar la unidad y la oración en nuestros hogares. Recordemos que nuestras familias son un reflejo del amor y la bendición de Dios. ¡Que el Señor bendiga nuestras familias hoy y siempre!

1 10 11 12 13 14 30