Texto Bíblico: Génesis 12:1-3
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”
Hermanos y hermanas, hoy vamos a reflexionar sobre un tema crucial para nuestra fe y nuestra misión en este mundo: ser una Generación de Gente Adelantada. Nos basaremos en el llamado de Dios a Abram en Génesis 12:1-3, un llamado que no solo transformó su vida, sino que también tiene profundas implicaciones para nosotros hoy.
Dios llama a Abram a dejar su tierra, su parentela y la casa de su padre. Este llamado a la separación y a la obediencia radical es el primer paso para convertirse en una generación adelantada. Dios nos llama a ser diferentes, a vivir con un propósito que trasciende nuestras circunstancias inmediatas.
Dios le promete a Abram hacer de él una nación grande y bendecirlo. No solo eso, sino que a través de él todas las familias de la tierra serían bendecidas. Este es un recordatorio de que nuestras acciones, motivadas por la obediencia a Dios, tienen un impacto que va más allá de nuestra comprensión inmediata.
Abram no solo recibe una promesa, sino que responde con fe. Su disposición a confiar en Dios y seguir Su dirección es lo que lo convierte en el padre de una gran nación. La fe en acción es un distintivo de una generación adelantada.
Dios le dice a Abram que será una bendición. Este es uno de los aspectos más poderosos del llamado: no solo recibir bendición, sino también ser un canal de bendición para otros. Vivir con este propósito transforma nuestra perspectiva y nuestras acciones diarias.
Ser una Generación de Gente Adelantada es responder al llamado de Dios con fe y obediencia, sabiendo que nuestras vidas tienen un propósito mayor. Al igual que Abram, estamos llamados a dejar atrás lo conocido, confiar en las promesas de Dios y vivir como una bendición para los demás. Que nuestras vidas reflejen la grandeza de Dios y su amor incondicional.
Oremos para que Dios nos dé la sabiduría y la valentía para vivir de esta manera, siguiendo su llamado y siendo una luz en el mundo. Amén.