Sermon'e

en June 29, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema El favor no merecido & libros Mateo, Proverbios.

El lugar de la respuesta

Amados hermanos y hermanas, hoy quiero compartir con ustedes un mensaje poderoso sobre el lugar de la respuesta, ese lugar donde nuestras preguntas, nuestras dudas y nuestras necesidades encuentran su solución. Este lugar no es solo un sitio físico, sino un lugar espiritual, un lugar donde nuestro corazón se encuentra con Jesús. En Mateo 15:22-24 encontramos la historia de una mujer cananea que, desesperada por la necesidad de sanidad para su hija, se acerca a Jesús. Ella no es parte del pueblo de Israel, pero su fe es tan grande que se atreve a clamar: “Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí.” Jesús, en un primer momento, parece no responder. De hecho, dice que no ha sido enviado sino a las ovejas perdidas de Israel. Pero la mujer, en su fe perseverante, no se detiene. “Sí, Señor, pero aún los perrillos comen de las migas que caen de la mesa de sus amos.” ¡Qué respuesta tan impresionante de esta mujer! Ella no solo busca una respuesta, sino que reconoce la autoridad de Jesús, y su fe es tal que Jesús no puede hacer otra cosa más que honrarla. Él le dice: “Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres.” Y en ese instante, su hija fue sanada. Hermanos, este es el lugar de la respuesta. Jesús no solo responde por nuestra necesidad, sino que responde a nuestra fe. La mujer cananea no buscaba a Jesús solo por lo que podía obtener, sino que lo buscaba porque creía que Él era capaz de cambiar su situación. La misericordia de Jesús se derrama sobre aquellos que se acercan con fe genuina. Ahora, no puedo dejar de pensar en algo importante: ¿Dónde estamos buscando nuestras respuestas? Muchas veces, nos acercamos a Jesús con nuestras peticiones, pero, en el fondo, ¿estamos buscando una respuesta que se ajuste a nuestros propios intereses? O peor aún, ¿estamos buscando las respuestas en otros lugares, en otras personas, en fuentes que no son Jesús? Jesús mismo nos enseña, en Mateo 11:25-30, que el verdadero descanso está en Él. Él nos invita a venir a Él, los que estamos cansados y agobiados, porque Él nos dará descanso. El lugar de la respuesta no está en los hombres ni en las mujeres, no está en las soluciones humanas, ni en los consejos que el mundo nos ofrece. La respuesta está en Jesús. Solo en Él encontramos la paz verdadera, solo en Él encontramos la dirección correcta. Ahora bien, hermanos, hay algo clave en todo esto: la actitud con la que nos acercamos a Jesús. En Mateo 27:3-4, vemos a Judas, quien se acercó a Jesús con un corazón equivocado. Él no buscaba redención, sino simplemente una forma de salir de la situación en la que se encontraba, y al final, su arrepentimiento no fue genuino. ¿Qué podemos aprender de esto? Que el lugar de la respuesta solo se encuentra cuando vamos con un corazón humilde, enseñable, y arrepentido. Cuando nuestra motivación es sincera, cuando realmente buscamos a Jesús no solo por lo que podemos obtener, sino por lo que Él es, allí encontramos la verdadera respuesta. Hermanos, la misericordia de Jesús es infinita, pero también nos invita a tener un corazón dispuesto. En Proverbios 29:1 leemos que el que se endurece tras muchas reprensiones será destruido. La humildad es clave. Cuando nos acercamos a Jesús con un corazón humillado, dispuesto a ser enseñados, a ser guiados por Él, esa es la actitud correcta para recibir lo que Él tiene para nosotros. El lugar de la respuesta, queridos, es el mismo lugar de descanso. Jesús nos invita a descansar en Él, a entregarle nuestras cargas, nuestras dudas, nuestras preguntas, y a confiar en que Él tiene la respuesta. Mateo 11:28-30 nos dice: “Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo les daré descanso. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es fácil, y mi carga es ligera.” Hermanos, el lugar de la respuesta no es un lugar lejano ni inaccesible. Es un lugar de fe, de humildad, de descanso y de paz en Jesús. Él está dispuesto a responder, pero debemos acercarnos con el corazón dispuesto, con fe y confianza en Él. Mi invitación hoy es a que busquemos siempre el lugar de la respuesta en Jesús, y que nuestra fe sea como la de la mujer cananea, que no se conformó con una respuesta superficial, sino que clamó con un corazón lleno de fe. Que no busquemos las respuestas en el mundo, sino en Él. Que Dios les bendiga, y que encuentren en Jesús la respuesta a todas sus preguntas y necesidades.

en February 16, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema El favor no merecido & libros 1 Pedro, Juan, Romanos.

Apacentad la grey de Dios

Cuando Jesús se encontró con Pedro después de la resurrección (Juan 21:15-18), no solo le preguntó si lo amaba: le confió la responsabilidad de cuidar y alimentar a sus ovejas. Ese diálogo sincero e íntimo nos recuerda que la base de nuestro servicio proviene de una relación de amor con Cristo. No es solo un llamado a cumplir tareas, sino a reflejar el corazón compasivo de Jesús para quienes nos rodean. El Señor no insistió en la capacitación o el talento de Pedro, sino en su amor, porque cuando amamos a Cristo de verdad, brota en nosotros el deseo de cuidar a los demás con ese mismo amor. Si miramos Romanos 8:29-30, vemos que Dios nos ha elegido y destinado a parecernos cada vez más a su Hijo. Eso significa que, así como Jesús entregó su vida por la gente, también nosotros estamos llamados a entregarnos, con humildad y dedicación, para guiar a otros en el camino de la fe. Este proceso de conformarnos a la imagen de Jesús no es automático ni forzado; surge de la obra del Espíritu Santo y de nuestro compromiso de obedecer y amar. Cuando nos dejamos transformar, empezamos a ver a quienes están a nuestro cuidado con ojos de compasión, sin egoísmo ni vanidad, y queremos servirlos de todo corazón. El apóstol Pedro, años después de aquella charla con el Maestro, exhorta a quienes tienen una responsabilidad de liderazgo (1 Pedro 5:1) a ser pastores de la grey de Dios con la misma actitud que vio en Jesús: no por obligación, sino con una motivación sincera y amorosa. Las ovejas no nos pertenecen, sino que son del Señor, y es un privilegio enorme acompañarlas y velar por su bienestar. Esa tarea, aunque a veces sea difícil o exija sacrificio, se sostiene cuando recordamos que nuestro Señor es quien nos llamó, nos equipa y nos fortalece. Al apacentar la grey de Dios, experimentamos un gozo especial, porque entendemos que estamos participando en la obra de Aquel que nos amó primero.

en December 22, 2024 — por .

La obra de Dios y la nuestra

Esta prédica reflexiona sobre la obra perfecta de Dios y cómo nuestra respuesta como creyentes está ligada a ella. A través de Génesis, se recuerda que Dios culminó Su creación y estableció el descanso, mostrando que todo lo necesario proviene de su obra. Sin embargo, el pecado, como dice Romanos, nos separó de Dios, pero en su amor nos redimió a través de Cristo, liberándonos del dominio de las tinieblas y trasladándonos a su reino, como enseña Colosenses. Efesios nos recuerda que la salvación es un regalo de gracia, no algo que podamos ganar con nuestras obras, pero al mismo tiempo, fuimos creados para hacer buenas obras, preparadas por Dios. Estas obras no nos salvan, pero sí reflejan nuestra fe y serán recompensadas cuando Cristo vuelva, como lo anuncia Apocalipsis. Finalmente, 1 Corintios nos enseña que aunque trabajemos para el Reino, es Dios quien da el crecimiento. Nuestra responsabilidad es construir sobre el fundamento de Cristo con fe, amor y obediencia, confiando en que nuestras acciones tendrán un impacto eterno si están alineadas con Su propósito. En resumen, la obra de Dios es completa y suficiente para nuestra salvación, y nuestra respuesta debe ser una vida de servicio y gratitud, construyendo con fidelidad sobre lo que Él ya ha hecho.

en October 20, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas El favor no merecido, Integridad & libro Gálatas.

El propósito de la ley

La ley de Dios ha sido un tema de controversia a lo largo de la historia. En Gálatas 3:19, Pablo explica que la ley fue dada “a causa de las transgresiones” y que tenía un propósito temporal hasta la venida de Cristo. La ley no fue dada para salvar, sino para revelar el pecado y mostrar nuestra necesidad de un Salvador. Pablo aclara que la ley fue un “tutor” para guiarnos hacia Cristo. Nos muestra nuestra incapacidad para cumplir los mandamientos de Dios y, por lo tanto, nuestra necesidad de la gracia. La ley señala a Cristo, quien la cumplió completamente para darnos la salvación por fe. La ley no anula la promesa de Dios hecha a Abraham. Esta promesa se cumple en Cristo, quien es la verdadera simiente a través de la cual todas las naciones son bendecidas. En Jesús, encontramos el cumplimiento de la ley y la justicia que viene por la fe. En conclusión, la ley revela nuestra pecaminosidad y nos lleva a la gracia de Cristo. Vivimos ahora en libertad, no bajo la carga de la ley, sino guiados por la gracia y el amor de Dios en Jesús.

en October 16, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema El favor no merecido & libros Éxodo, Lucas.

Relacionamiento

La Biblia nos enseña mucho sobre la importancia del relacionamiento tanto con Dios como con los demás. A través de las Escrituras, vemos ejemplos claros de cómo nuestras relaciones son una parte crucial de nuestra vida espiritual. Éxodo 33:10-11 “Y veía todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo; y todo el pueblo se levantaba, y adoraba, cada uno a la puerta de su tienda. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué, hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.” Lucas 19:1 “Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.”  

en October 13, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas El bautismo, El don de servir, El favor no merecido & libro 1 Corintios.

La cena del señor

La Cena del Señor es una de las ordenanzas más importantes que Jesús dejó a su iglesia. Es un acto simbólico que nos conecta directamente con la obra redentora de Cristo en la cruz. Al participar en ella, no solo recordamos su sacrificio, sino que también proclamamos su muerte hasta que Él regrese. Juntos meditemos en lo que significa participar dignamente de la Cena del Señor y en la importancia de entender su profundo mensaje. Un mandato de Jesús (1 Corintios 11:23-25) Pablo nos recuerda que la Cena del Señor no es una invención humana, sino que fue instituida directamente por Cristo la noche en que fue entregado. Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.” Luego, tomó la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí.” En este acto, vemos la clara instrucción de Jesús para que recordemos su sacrificio a través de estos símbolos: el pan representa su cuerpo, quebrantado por nosotros, y la copa simboliza su sangre, derramada para sellar el nuevo pacto. Recordando su sacrificio (1 Corintios 11:26) Cada vez que tomamos el pan y la copa, anunciamos la muerte del Señor hasta que Él venga. Esto significa que la Cena del Señor no es solo un momento de reflexión personal, sino también una proclamación pública de la obra redentora de Cristo. El sacrificio de Jesús es el centro de nuestra fe. Sin su muerte y resurrección, no tendríamos esperanza de salvación. Al participar de la Cena, renovamos nuestra gratitud por ese acto supremo de amor y nos comprometemos a vivir a la luz de esa verdad. Reflexión: La Cena del Señor es un recordatorio constante de que somos salvos por gracia, y no por obras. No debemos tomar este acto a la ligera, sino con un corazón lleno de gratitud y humildad. Participar dignamente (1 Corintios 11:27-29) Pablo también nos advierte sobre la necesidad de participar dignamente de la Cena del Señor. ¿Qué significa esto? Significa examinar nuestro corazón antes de acercarnos a la mesa del Señor. Si participamos de manera irreverente o con pecado no confesado, estamos menospreciando el sacrificio de Cristo. El apóstol nos insta a “probar cada uno su propio corazón”. Este es un momento de autoevaluación, de pedir perdón por nuestros pecados y de reconciliarnos con Dios y con nuestros hermanos en Cristo. Consecuencias de la irreverencia (1 Corintios 11:30-32) Pablo menciona que debido a la falta de reverencia y a la participación indigna en la Cena del Señor, algunos en la iglesia de Corinto estaban enfermos y otros incluso habían muerto. Esto nos enseña que Dios toma en serio este acto. Aunque vivimos en una época de gracia, no debemos tomar la gracia de Dios como una excusa para ser irreverentes. La Cena del Señor es un recordatorio solemne de lo que Cristo hizo por nosotros, y debemos acercarnos a ella con el debido respeto. Unidad en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 11:33-34) Pablo concluye este pasaje recordando a los creyentes que la Cena del Señor es también un acto de unidad. Cuando nos reunimos para participar de ella, lo hacemos como un solo cuerpo en Cristo. No hay lugar para divisiones, egoísmos o rivalidades. Debemos esperar los unos por los otros, sirviéndonos con amor y respeto. La Cena del Señor nos recuerda que, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo. La cruz de Cristo nos une, y debemos vivir en armonía unos con otros. La Cena del Señor es un acto profundo y sagrado. Nos llama a recordar, a reflexionar, a arrepentirnos y a proclamar la obra redentora de Cristo. Al participar de ella, no solo miramos hacia atrás, a la cruz, sino también hacia adelante, a la segunda venida de nuestro Señor. Que cada vez que tomemos el pan y la copa, lo hagamos con reverencia, gratitud y una renovada devoción a nuestro Salvador. Jesús dio su vida por nosotros; vivamos para Él.