Sermon'e

en June 18, 2025 — por .

El oro y el Egipto

El pueblo de Israel había pasado generaciones enteras en esclavitud dentro de Egipto. Lo que comenzó como un lugar de provisión, se transformó en un lugar de opresión. Sin embargo, Dios nunca pierde el control. Aún en Egipto, Dios tenía un plan. En medio de la esclavitud, Dios estaba preparando a su pueblo para algo mayor. Y cuando llegó el día de la liberación, no solo los sacó con vida, los sacó con riqueza. Dice Éxodo 12 que el Señor dio gracia al pueblo delante de los egipcios y les entregaron oro, plata y vestidos. Lo que parecía imposible sucedió: salieron de Egipto con las manos llenas. Este oro no era solo un detalle decorativo. Era un símbolo profético. Dios no los iba a sacar de Egipto sin antes restituir todo lo que habían sufrido. Lo que Egipto les negó por años, Dios lo restituyó en una sola noche. El oro de Egipto era parte del propósito divino. Más adelante, ese oro serviría para construir el tabernáculo, para adorar a Dios en el desierto. El mensaje es claro: Dios transforma el dolor en propósito, la esclavitud en provisión, el quebranto en plataforma. Pero para entender esto, hay que retroceder a Génesis 42. Allí encontramos a José, vendido por sus hermanos, traicionado, y llevado precisamente… a Egipto. Lo que parecía ser una desgracia fue en realidad el plan de Dios para proveer alimento a toda su familia. José, estando en Egipto, fue usado para bendecir a Israel. Y es que muchas veces, Egipto no es el final, es solo el taller de formación. A veces Dios permite que pases por Egipto para prepararte, para madurarte, y para posicionarte. Ahora, avancemos al nuevo testamento. En Mateo 2, cuando los reyes visitan a Jesús, le ofrecen oro, incienso y mirra. Oro a un niño. Y justo después, el ángel le advierte a José que huya con María y el niño… ¿adónde? ¡A Egipto! Otra vez Egipto aparece en la historia, pero esta vez no como opresor, sino como refugio. ¿Con qué vivieron en Egipto? Con el oro. Ese oro fue provisión en el lugar que alguna vez fue de esclavitud. Dios usó el oro para sustentar la vida de su Hijo en tierra extranjera. Así obra nuestro Dios: lo que parece ajeno, lo vuelve parte del plan. Sin embargo, hay una advertencia. No todo oro permanece. En 1 Corintios 3, Pablo nos habla de cómo la obra de cada uno será pasada por fuego. Algunos construyen con oro, otros con heno, con madera. Y aunque todos pueden ser salvos, no todos recibirán recompensa. Es decir, no todo el oro es oro eterno. El oro que viene de Dios es para construir en su Reino, no para engrandecer nuestro nombre. El oro que no se quema es el que se entrega para su gloria. Y por último, Apocalipsis 21 nos da una visión final: la ciudad celestial tiene calles de oro puro. Allí no hay más Egipto, no hay esclavitud, no hay prueba. Todo el oro de esta vida, todo lo que recogiste en tu proceso, todo lo que usaste para honrar a Dios, cobrará sentido allá. El oro que fue útil en Egipto se transforma en la sustancia del Cielo. Lo que fue símbolo se convierte en realidad. Hermano, hermana, ¿qué has hecho con el oro que Dios ha puesto en tus manos? ¿Has salido de Egipto con las manos llenas pero el corazón vacío? ¿O estás usando lo que Él te dio para edificar algo eterno? Dios te saca de Egipto, pero no te deja con las manos vacías. Te da oro, dones, recursos, experiencias… todo con un propósito: construir algo que resista el fuego y refleje su gloria. Hoy es tiempo de entregar ese oro al Señor. Que no se quede en tus manos. Que no termine en un becerro de oro como lo hizo Israel más adelante. Usa tu historia, tus recursos, tu talento, tu proceso… para levantar una obra que glorifique a Cristo. Porque un día caminaremos por calles de oro, y entonces entenderemos que todo tuvo sentido. Que el oro y el Egipto eran parte de la misma historia: la historia de redención. ¿Qué estás haciendo con el oro que has recibido de tus “Egiptos”?¿Estás construyendo con materiales eternos o pasajeros?Hoy es día de entregar tu oro, tu historia, tus dones y tu propósito… al único que hace que el oro tenga sentido: Cristo. La bendición es el fin por algo que tu orastes y el señor es el comienzo de todo lo que te puedas imaginar Pastor jeferson

en June 15, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema El propósito de nuestra vida & libros Génesis, Marcos, Mateo.

Transformando ambientes

Dios nos ha llamado a transformar ambientes. No a adaptarnos, no a soportarlos, sino a cambiarlos con su presencia en nosotros. Marcos 10:14-18Jesús no evitó los ambientes difíciles, Él los redimía.El Reino de Dios no se trata solo de lo interno, sino de manifestarse externamente, en la atmósfera que nos rodea. Cuando permitimos que el espíritu santo se mueva en nosotros, influimos donde estemos: en casa, en el trabajo, en la iglesia, en la sociedad. Hay lugares que liberan, pero hay ambientes que oprimen.Así como el pueblo de Israel salió físicamente de Egipto, pero aún pensaba como esclavo, muchas veces salimos de situaciones, pero los ambientes siguen marcando nuestras emociones y decisiones. ¿Qué atmósfera estás permitiendo en tu hogar?¿Está llena de quejas, críticas o temor?¿O es un ambiente de fe, esperanza, presencia de Dios? El ambiente espiritual interno determina cuánto impacto externo podemos generar. Queremos cambiar el ambiente con fuerza fisica pero cambiamos el ambiente por el espirítu que viene de Dios, el ambiente se cambia con personas espirituales Pastor JEFERSON Mateo 12:9-14Jesús entra a la sinagoga y sana a un hombre con la mano seca, rompiendo un ambiente religioso seco y sin compasión.Él no toleraba la esterilidad espiritual. Hay muchos como ese hombre a nuestro lado, personas secas, sin fuerza, sin fruto… pero Dios quiere tocarlas a través de ti. No podemos esperar que otros lo hagan. ¡Tú eres la sal! ¡Tú eres la luz! “No os conforméis a este siglo…” (Romanos 12:2)No te acomodes. No te resignes. Transforma. Declara. Ora. Profetiza. Limpia.El mundo no necesita más información, necesita ambientes con presencia de Dios. Tres claves para transformar ambientes

en June 1, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Cristo me ha dado identidad & libros Gálatas, Isaías, Juan, Lucas, Mateo.

El caracter de Cristo

Traemos de fábrica un molde de carácter: temperamento, heridas y hábitos. Cuando todo marcha bien, ese molde parece fuerte; pero basta una sacudida un despido, un diagnóstico, una crítica hiriente para revelar que, lejos de ser de acero, a veces es de cristal. Jesús nos muestra otra posibilidad: un carácter forjado por el Espíritu, tan dócil como firme, capaz de sostener el propósito aun cuando el confort desaparece, el dolor aprieta o el abandono hiere. Piensa en tu carácter como un cauce por donde corre tu alma. Si el cauce está agrietado, lo que fluye se contamina. El carácter de Cristo es un cauce distinto: limpio, profundo, imperturbable. Por él circulan esperanza en lugar de queja, obediencia en vez de rebeldía, ternura en lugar de dureza. Sin ese cauce, dice Jesús, “nada podemos hacer”; con él, hasta el desierto se vuelve jardín. Tres momentos en que Jesús pudo hacer su voluntad… y eligió la del Padre En cada punto de presión, Cristo muestra que la victoria no está en esquivar la presión, sino en permitir que el Espíritu transforme el cauce del corazón. Siete marcas del carácter de Cristo Estas marcas no son medallas visibles; son cicatrices interiores que revelan pertenencia. Pablo las llama “las marcas de Jesús” en su vida. Que el Dios de paz, que resucitó al gran Pastor de las ovejas, te perfeccione en toda buena obra para que hagas Su voluntad, haciendo Él en ti lo que le agrada. Que el carácter de Cristo sea tu marca, tu carta de presentación y tu legado.

en May 25, 2025
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in tema Mes de la familia & libros 1 Corintios, 1 Pedro, Efesios, Juan, Malaquías, Mateo, Salmos.

Familias fuertes en Dios

“Cada vez que su familia se reúne para orar, cada vez que eligen el perdón en lugar del orgullo, están colocando un ladrillo sobre la roca.” “Quizá hoy su hogar enfrenta una crisis: enfermedad, tensión económica o diferencias sin resolver. ¿Recuerdan ese gozo que Jesús prometió? Está disponible ahora, cuando se sujetan juntos a Su palabra.” Voz que acompañaComo Dios dio voz a Aarón para acompañar a Moisés (Éxodo 4:16), los padres hoy tienen la misión de hablar la verdad de Dios en un mundo lleno de ruido. Reconciliación y esperanzaMalaquías 4:5-6 vislumbra un futuro donde los corazones vuelven unos a otros. No solo perdonamos el pasado; sanamos y construimos puentes para nuestros hijos. Bendición en acciónEl salmista pinta en Salmos 128:1-6 la familia que teme al Señor: “Comerás del trabajo de tus manos… ¡Vivirás feliz!”. Esta promesa se cumple cuando actuamos con reverencia y amor. “Hoy, tomen un momento para mirarse a los ojos. Reconozcan juntos los miedos y las cargas. Ahora, juntos confíen en ese Dios que no falla.” Que Dios bendiga cada paso de su familia, y que la fuerza de Cristo sea siempre el pilar de su hogar.

en April 6, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Culto de adoración, in temas Cristo me ha dado identidad, Discípulos de Jesús & libros 1 Timoteo, Efesios, Mateo.

Un buen ministro en jesucristo

Ser un ministro de Jesucristo no es un título, es una forma de vivir. Es una responsabilidad, un llamado, y sobre todo, una entrega diaria al servicio del Reino. En estos tiempos en que tantas voces se levantan, necesitamos ministros que no solo hablen bonito, sino que vivan lo que predican. Hoy quiero invitarte a mirar el corazón del verdadero ministro de Jesucristo. Aquel que no busca fama ni aplausos, sino que vive para agradar al Maestro. Vamos a dejar que la Palabra nos hable y nos examine. Pablo le escribe a Timoteo, un joven pastor, y le dice claramente: “Si esto enseñas a los hermanos, serás un buen ministro de Jesucristo”. ¿Pero qué es ese “esto”? Es la sana doctrina, la verdad del evangelio, el cuidado de las almas, la piedad. Pablo le advierte que en los últimos tiempos muchos se apartarán de la fe, escucharán doctrinas de demonios, seguirán a falsos maestros… y ahí es cuando más se necesita a los verdaderos ministros. Ser un buen ministro significa pararse firme en medio de la confusión, y enseñar lo correcto aunque sea impopular. No se trata solo de conocimiento bíblico, sino de vivir una vida piadosa que inspire a otros a seguir a Cristo. Pablo le dice: “Ejercítate para la piedad”, porque el carácter se entrena. No se improvisa. Un buen ministro no solo estudia la Palabra, sino que la vive en casa, en privado, en la lucha diaria. Jesús nos habló del Reino con la parábola de los talentos. Un hombre reparte talentos a sus siervos antes de irse de viaje. A uno le da cinco, a otro dos, a otro uno. El mensaje es claro: a todos se nos ha dado algo. Todos tenemos dones, capacidades, oportunidades. (1 Timoteo 4:1-16) Pero lo que marca la diferencia no es cuánto recibiste, sino qué hiciste con eso. El buen ministro no entierra su talento. Lo pone a trabajar. Multiplica lo que Dios le ha confiado. Sirve con excelencia. Da fruto. ¿Y sabes qué? No trabaja para la gente, trabaja para su Señor. Por eso Jesús dice: “Bien, siervo bueno y fiel… entra en el gozo de tu Señor”. Un mal ministro es aquel que vive con miedo, se esconde, busca excusas. Dice: “Es que yo no sé hablar… es que a mí no me tomaron en cuenta… es que me lastimaron”. Pero el buen ministro se levanta, aun con heridas, y sigue sirviendo, porque sabe que un día dará cuentas a Dios. (Mateo 25:14-30) Pablo, uno de los más grandes ministros de la historia, dice algo que toca el corazón:“A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar el evangelio…” Pablo no se engrandece por su ministerio, no se enorgullece por sus logros. Reconoce que todo lo que tiene es por la gracia de Dios. Eso es lo que define al buen ministro: humildad. Un buen ministro no busca reconocimiento, no compite, no se compara. Sirve porque fue alcanzado por el amor de Cristo. Y nunca olvida de dónde lo sacó el Señor. Esa memoria lo mantiene con los pies en la tierra y el corazón en el cielo. (Efesios 3:6-8)

en March 26, 2025 — por .
Este contenido es parte de una serie Especial, Fuertes en la Palabra, in libro Mateo & .

Fuertes en la palabra.

En Mateo 14:17 vemos que los discípulos le dijeron a Jesús: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.” Esta historia nos muestra que, aunque los recursos sean escasos, en las manos de Jesús son más que suficientes. Esto nos enseña que en el reino de Dios no se trata de lo que tenemos en nuestras manos, sino de la fe y la disposición para entregarlo todo al Señor. Sin embargo, para entrar en este reino, primero es necesario el arrepentimiento. Jesús mismo comenzó su ministerio predicando: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). No puede haber un verdadero reino sin un cambio de corazón. Antes de ver el poder de Dios en nuestra vida, primero debemos reconocer nuestra necesidad de Él y rendirnos completamente a Su voluntad. Muchas veces pensamos que el avivamiento es solo cuando el fuego de Dios cae, pero en realidad el avivamiento ocurre cuando ese fuego se expande en cada corazón, en cada familia y en toda la iglesia. Para que esto suceda, la clave es la humildad. Jesús mismo fue el ejemplo perfecto de humildad. A pesar de ser el Hijo de Dios, se despojó de su gloria y venció todas las pruebas siendo obediente hasta la muerte. Si queremos ver un mover poderoso de Dios, primero debemos rendirnos a Él, ser humildes y estar dispuestos a superar cualquier prueba con la confianza de que Dios tiene el control. En Mateo 6, Jesús nos enseña principios fundamentales del reino de Dios. Primero, nos muestra cómo debemos orar: el Padre Nuestro nos enseña a depender completamente de Dios, a buscar Su voluntad antes que la nuestra y a confiar en Él para nuestras necesidades diarias. También habla del ayuno, dejando claro que no es para ser vistos por los hombres, sino para humillarnos delante de Dios y buscar su dirección. Además, Jesús nos advierte sobre la ansiedad y el afán por el futuro. Nos recuerda que Dios cuida de las aves del cielo y de los lirios del campo, y que si confiamos en Él, no debemos preocuparnos porque Él suplirá todas nuestras necesidades (Mateo 6:25-34). Este capítulo nos llama a poner nuestra mirada en lo eterno y no en lo material, ya que donde esté nuestro tesoro, allí estará nuestro corazón (Mateo 6:21). En Mateo 14, vemos varios acontecimientos importantes: la muerte de Juan el Bautista, la alimentación de los cinco mil, Jesús caminando sobre el agua y la sanidad de muchos enfermos. Cada una de estas historias nos enseña algo clave sobre el poder y la autoridad de Jesús. Cuando Pedro intentó caminar sobre el agua, lo logró mientras mantuvo su mirada en Jesús, pero cuando se distrajo con el viento y las olas, comenzó a hundirse. Esto nos muestra que mientras nuestra fe esté puesta en Dios, podremos vencer cualquier obstáculo. Pero si nos enfocamos en las circunstancias, el miedo nos hará caer. También aprendemos que, aunque tengamos poco, si lo ponemos en las manos de Jesús, Él lo multiplicará. No debemos subestimar lo que Dios puede hacer con lo que le entregamos. En muchas ocasiones, nos desesperamos y queremos que todo suceda de inmediato. Sin embargo, Dios tiene tiempos y procesos para cada uno de nosotros. Cuando seguimos la dirección de Dios, aprendemos a esperar y confiar en que Él tiene el control. La paciencia es una señal de fe. Cuando sabemos que Dios está guiando nuestro camino, no necesitamos correr ni angustiarnos. En el momento perfecto, su propósito se cumplirá en nuestra vida. En la iglesia y en nuestra vida cristiana podemos encontrar dos tipos de creyentes: los que enfrentan problemas y los que generan problemas. Los primeros buscan a Dios en medio de las pruebas, confían en Él y buscan soluciones en su presencia. Los segundos, en cambio, critican, murmuran y crean conflictos en lugar de edificar. Cada uno de nosotros debe examinarse y preguntarse: ¿Soy una persona que edifica o que destruye? ¿Soy alguien que enfrenta las pruebas con fe o que se convierte en un obstáculo para los demás? Dios nos llama a ser de bendición y a caminar en unidad con nuestros hermanos. Cuando Goliat apareció, fue el mismo Dios quien lo permitió. David no vio a Goliat como un problema, sino como una oportunidad para manifestar la gloria de Dios. Lo mismo ocurre en nuestra vida: las dificultades no son castigos, sino oportunidades para crecer en fe y ver la mano de Dios en acción. Cuando David enfrentó a Goliat, las piedras que necesitaba ya estaban allí. Dios siempre provee lo necesario para nuestra victoria, solo necesitamos confiar en Él y dar el paso de fe. El reino de Dios está disponible para todos, pero requiere un corazón arrepentido y humilde. El avivamiento no es solo un momento de fuego, sino una expansión del poder de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad. Debemos recordar que Dios siempre nos ve, incluso cuando el mundo nos rechaza. Su provisión nunca falla, y sus tiempos son perfectos. Cada prueba es una oportunidad para crecer y ver su gloria. Así que no temas los desafíos, ni te preocupes por el futuro. Mantén tu mirada en Jesús, confía en su dirección y permite que Él sea el Rey de tu vida. ¡El Rey de Reyes está contigo!