Sermon'e

en October 30, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Sigo firme con Dios & libros Apocalipsis, Efesios, Hebreos, Mateo.

Mantenganse firmes

Queridos hermanos, en este mundo estamos constantemente en una batalla espiritual. No una batalla y no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, que buscan apartarnos del camino que el Señor ha trazado para nosotros. En Efesios 6:12, el apóstol Pablo nos dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Dios nos llama a ser conscientes de esta batalla y a vestirnos con la armadura que Él ha provisto. No estamos solos ni desamparados; Él nos ha dado las herramientas para resistir y permanecer firmes. Por eso, en el versículo 10, Pablo nos anima: “Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.” Fijemos Nuestra Mirada en Jesús En Hebreos 12:1-2, encontramos una invitación a correr la carrera de la fe, despojándonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y a hacerlo con paciencia, fijando nuestra mirada en Jesús, quien es “el autor y consumador de la fe.” Es un llamado a no dejarnos vencer por las distracciones y a concentrarnos en Aquel que nos da la victoria. Jesús soportó la cruz por el gozo que le esperaba, dándonos un ejemplo de perseverancia y enfoque. En momentos de dificultad, recordemos que tenemos un modelo perfecto en quien apoyarnos y un galardón que nos espera si nos mantenemos firmes. Despojarnos de Distracciones y Mirar a Jesús En Mateo 13:22, Jesús advierte sobre la semilla que cayó entre espinos y fue ahogada por “los afanes de este siglo y el engaño de las riquezas”. Esta parábola nos recuerda que muchas veces, el enemigo utiliza las preocupaciones del mundo y las distracciones para alejarnos de Dios. Estas preocupaciones no solo nos distraen, sino que ahogan la Palabra de Dios en nuestro corazón, impidiéndonos crecer en la fe. Hebreos 12:1-2 también nos llama a “despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia”, fijando nuestra mirada en Jesús, quien es el autor y consumador de nuestra fe. Mantenernos firmes significa deshacernos de todo lo que estorba y centrarnos en nuestro propósito eterno. Nuestra Fuerza Viene del Señor La verdadera fortaleza no proviene de nuestra habilidad o conocimiento, sino de Dios mismo. Cuando enfrentamos dificultades y sentimos que el mundo está en nuestra contra, es fácil pensar que debemos luchar en nuestras propias fuerzas. Sin embargo, Pablo nos recuerda que debemos fortalecernos “en el poder de su fuerza”. Esa fuerza viene de pasar tiempo con Dios, de buscarle en oración y de nutrirnos en Su Palabra. La Armadura de Dios: Protegiéndonos para Resistir Pablo describe cada pieza de la armadura en Efesios 6:14-17. Es importante recordar que cada parte de esta armadura representa una verdad y una virtud que necesitamos. No estamos luchando con armas físicas, sino con “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”, el escudo de la fe, la coraza de justicia, el cinturón de la verdad y el casco de la salvación. Cada una de estas piezas es esencial para protegernos y ayudarnos a resistir en el día malo. No Temamos al Futuro En Apocalipsis 2:10, el Señor nos dice algo profundo y que todos necesitamos oír: “No temas en nada lo que vas a padecer.” Aquí, Dios no nos promete que nunca enfrentaremos pruebas o tribulaciones. De hecho, Él advierte que en algún momento vamos a enfrentar dificultades por seguirle. Pero esta es la parte esperanzadora: Dios nos promete que, si somos fieles, Él estará con nosotros y nos dará la corona de la vida. En nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestra fe, somos llamados a estar firmes. La fortaleza de Dios es nuestro refugio y nuestra roca. Cuando vengan los momentos de prueba, no miremos con temor o desánimo, sino con la confianza de que nuestro Dios pelea nuestras batallas. Hermanos, recordemos: esta armadura es para todos nosotros, y la ponemos cuando decidimos caminar diariamente en obediencia y en amor a nuestro Señor. Que hoy y siempre, podamos responder al llamado de Dios a permanecer firmes, seguros de que nuestro esfuerzo no es en vano y que, al final, Su victoria será también la nuestra.

en October 27, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in libros 1 Tesalonicenses, Jeremías, Jueces, Mateo & .

Levantando la cerca (P2)

Hoy continuaremos con el mensaje “Levantando la Cerca”, que se basa en la historia de Gedeón. Este pasaje en el libro de Jueces nos relata la situación de Israel cuando se encontraba bajo la opresión de los madianitas debido a su desobediencia. Pero en medio de esta opresión, Dios levanta a Gedeón, alguien aparentemente débil e inseguro, para restaurar a Su pueblo. Nuestro llamado hoy es identificar esas áreas de nuestra vida donde necesitamos “levantar cercas”, aquellas barreras espirituales que nos protejan de las influencias del enemigo, y que al mismo tiempo nos acerquen a Dios. En Jueces 6:1-6, vemos que Israel había caído en un ciclo de desobediencia que les llevó a la opresión de los madianitas. Dios permitió esto para que su pueblo se diera cuenta de la necesidad de volver a Él. A veces, Dios nos permite pasar por tiempos difíciles para que reconozcamos nuestras propias carencias y nuestra necesidad de Su protección. Dios nos llama a establecer una cerca espiritual. Esto significa proteger nuestra vida y nuestra relación con Él, separándonos de aquellas cosas que nos llevan a la desobediencia y al distanciamiento de Su presencia. Para levantar esta cerca, primero debemos reconocer esas áreas débiles en nuestras vidas que nos llevan a alejarnos de Dios. ¿Hay áreas de tu vida que están vulnerables a la influencia del enemigo? ¿Qué cosas debes eliminar o cambiar para fortalecer tu vida espiritual? Clamando a Dios y escuchando Su respuesta En Jueces 6:7-10, vemos que el pueblo clamó a Dios en su aflicción, y Dios les envió un profeta para recordarles la razón de su situación. Hoy, Dios nos invita a clamar a Él, a buscar Su guía y dirección en medio de nuestros desafíos. Jeremías 33:3 nos recuerda: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Dios siempre está dispuesto a revelarnos el camino correcto y a mostrarnos Su plan, pero es necesario clamar a Él con un corazón sincero. ¿Estás dispuesto a clamar a Dios con sinceridad y escuchar Su respuesta, aunque no sea lo que esperas? ¿Confías en que Su plan es siempre el mejor para ti? Agradeciendo en todo momento En 1 Tesalonicenses 5:18, se nos exhorta a dar gracias en todo, pues esta es la voluntad de Dios. Gedeón tuvo muchas dudas e inseguridades cuando Dios le llamó, pero, a medida que obedecía, Dios le fue mostrando Su fidelidad. A veces, lo que Dios nos pide no parece fácil o lógico desde nuestra perspectiva humana. Sin embargo, dar gracias en medio de nuestras pruebas y obedecer a Su llamado nos permite ver Su fidelidad y poder. La gratitud es una cerca espiritual que nos protege del desánimo, de la queja y del temor. Cuando agradecemos, estamos reconociendo que Dios tiene el control, que Su poder es mayor que nuestras circunstancias. ¿Cómo puedes cultivar una actitud de gratitud incluso en medio de los desafíos? ¿Estás dispuesto a confiar en que Dios tiene un propósito perfecto en cada situación que enfrentas? Derribando altares ajenos y levantando un altar al Señor Dios pidió a Gedeón que derribara el altar de Baal que su familia había levantado y que construyera un altar al Señor en su lugar (Jueces 6:25-26). Este acto fue crucial para mostrar el compromiso de Gedeón con Dios y para romper con la influencia de la idolatría en su vida y en su comunidad. Nosotros también estamos llamados a derribar altares ajenos, aquellas cosas que ocupan el lugar de Dios en nuestra vida: ya sea una dependencia emocional, un hábito pecaminoso, o cualquier cosa que esté entre nosotros y Dios. Mateo 4:10 dice: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.” Dios quiere ser el único en nuestro corazón, el centro de nuestra vida. Levantar un altar al Señor significa consagrarle nuestro tiempo, nuestras decisiones y nuestra adoración. ¿Qué altares ajenos necesitas derribar hoy? ¿Qué cosas han ocupado el lugar de Dios en tu vida? ¿Cómo puedes levantar un altar de adoración y consagración a Dios en tu vida diaria? “Levantando la Cerca” es un llamado a proteger nuestra relación con Dios y a fortalecer nuestra vida espiritual. Al igual que Gedeón, puede que nos sintamos inseguros o débiles, pero Dios nos llama a confiar en Su poder y a dar pasos de obediencia. Que podamos clamar a Él con un corazón sincero, dar gracias en todo momento, derribar los altares que nos apartan de Su presencia y levantar un altar de adoración y obediencia al único Dios verdadero. Él es quien nos fortalece, quien nos protege y quien nos da la victoria. Señor, te pedimos que nos ayudes a levantar cercas espirituales que nos protejan del enemigo y nos acerquen a Ti. Danos sabiduría para reconocer aquellas áreas vulnerables, y valentía para derribar cualquier altar que nos aparte de Tu presencia. Ayúdanos a tener un corazón agradecido y a clamar a Ti en todo momento, confiando en que Tu plan es siempre el mejor para nosotros. En el nombre de Jesús, amén.

en October 27, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in libros Hebreos, Josué, Juan & .

Levantando la cerca (P1)

En el libro de Josué, encontramos la historia de Rahab, una mujer que vivía en Jericó y cuyo acto de fe y valentía fue clave para el pueblo de Israel. Josué 2 nos relata cómo Rahab, aunque era extranjera y vista como una persona de baja reputación, fue utilizada por Dios para proteger a los espías israelitas, quienes habían sido enviados a Jericó para explorar la tierra. Cuando hablamos de “levantar una cerca”, podemos imaginar una protección, una barrera que no solo nos separa de algo o alguien, sino que también nos protege de lo que está afuera. Rahab levantó una cerca en su corazón, una decisión firme de proteger a los siervos de Dios, y eso la conectó con un propósito mayor. Pero más allá de lo físico, levantar la cerca también representa una actitud de fe, de mantenernos firmes en nuestras creencias y convicciones, incluso cuando el entorno es hostil. En Juan 16:33, Jesús nos da una promesa poderosa: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Esta promesa es una cerca que podemos levantar en nuestra vida. Aunque enfrentemos desafíos y momentos de incertidumbre, esta confianza en Jesús nos da la seguridad de que Él ha vencido por nosotros y que, con Él, podemos atravesar cualquier dificultad. Rahab, aún sin conocer a fondo al Dios de Israel, actuó con fe. Su decisión de ayudar a los espías no fue solo un acto de valentía; fue un acto de fe en un Dios que ella apenas comenzaba a conocer. Es aquí donde entra Hebreos 11:6, que nos recuerda que “sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Rahab creyó y actuó, levantando una cerca de fe en su vida que la apartó del peligro y le dio un lugar en la historia del pueblo de Dios. Este es el desafío para nosotros hoy: ¿Dónde necesitamos levantar una cerca en nuestra vida? Quizás hemos permitido que el miedo, la duda o las circunstancias difíciles nos afecten. Tal vez estamos en una situación que nos invita a comprometernos con Dios de una manera nueva y radical, pero para eso necesitamos proteger nuestra fe, nuestras convicciones y nuestros principios. Al igual que Rahab, podemos tomar una decisión, una que trascienda lo inmediato y nos conecte con el propósito de Dios. Recuerda que levantar la cerca no significa cerrar el corazón, sino protegerlo y ponerlo en manos de Dios. En un mundo que constantemente intenta hacernos caer en el desánimo, Jesús nos recuerda que Él ha vencido y que, si mantenemos nuestra fe y nuestras convicciones firmes, también venceremos. Que esta historia nos inspire a ser valientes, a levantar una cerca de fe en nuestro corazón, sabiendo que Dios honra a quienes lo buscan de verdad.

en October 20, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas El favor no merecido, Integridad & libro Gálatas.

El propósito de la ley

La ley de Dios ha sido un tema de controversia a lo largo de la historia. En Gálatas 3:19, Pablo explica que la ley fue dada “a causa de las transgresiones” y que tenía un propósito temporal hasta la venida de Cristo. La ley no fue dada para salvar, sino para revelar el pecado y mostrar nuestra necesidad de un Salvador. Pablo aclara que la ley fue un “tutor” para guiarnos hacia Cristo. Nos muestra nuestra incapacidad para cumplir los mandamientos de Dios y, por lo tanto, nuestra necesidad de la gracia. La ley señala a Cristo, quien la cumplió completamente para darnos la salvación por fe. La ley no anula la promesa de Dios hecha a Abraham. Esta promesa se cumple en Cristo, quien es la verdadera simiente a través de la cual todas las naciones son bendecidas. En Jesús, encontramos el cumplimiento de la ley y la justicia que viene por la fe. En conclusión, la ley revela nuestra pecaminosidad y nos lleva a la gracia de Cristo. Vivimos ahora en libertad, no bajo la carga de la ley, sino guiados por la gracia y el amor de Dios en Jesús.

en October 16, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema El favor no merecido & libros Éxodo, Lucas.

Relacionamiento

La Biblia nos enseña mucho sobre la importancia del relacionamiento tanto con Dios como con los demás. A través de las Escrituras, vemos ejemplos claros de cómo nuestras relaciones son una parte crucial de nuestra vida espiritual. Éxodo 33:10-11 “Y veía todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo; y todo el pueblo se levantaba, y adoraba, cada uno a la puerta de su tienda. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué, hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.” Lucas 19:1 “Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.”  

en October 13, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas El bautismo, El don de servir, El favor no merecido & libro 1 Corintios.

La cena del señor

La Cena del Señor es una de las ordenanzas más importantes que Jesús dejó a su iglesia. Es un acto simbólico que nos conecta directamente con la obra redentora de Cristo en la cruz. Al participar en ella, no solo recordamos su sacrificio, sino que también proclamamos su muerte hasta que Él regrese. Juntos meditemos en lo que significa participar dignamente de la Cena del Señor y en la importancia de entender su profundo mensaje. Un mandato de Jesús (1 Corintios 11:23-25) Pablo nos recuerda que la Cena del Señor no es una invención humana, sino que fue instituida directamente por Cristo la noche en que fue entregado. Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.” Luego, tomó la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí.” En este acto, vemos la clara instrucción de Jesús para que recordemos su sacrificio a través de estos símbolos: el pan representa su cuerpo, quebrantado por nosotros, y la copa simboliza su sangre, derramada para sellar el nuevo pacto. Recordando su sacrificio (1 Corintios 11:26) Cada vez que tomamos el pan y la copa, anunciamos la muerte del Señor hasta que Él venga. Esto significa que la Cena del Señor no es solo un momento de reflexión personal, sino también una proclamación pública de la obra redentora de Cristo. El sacrificio de Jesús es el centro de nuestra fe. Sin su muerte y resurrección, no tendríamos esperanza de salvación. Al participar de la Cena, renovamos nuestra gratitud por ese acto supremo de amor y nos comprometemos a vivir a la luz de esa verdad. Reflexión: La Cena del Señor es un recordatorio constante de que somos salvos por gracia, y no por obras. No debemos tomar este acto a la ligera, sino con un corazón lleno de gratitud y humildad. Participar dignamente (1 Corintios 11:27-29) Pablo también nos advierte sobre la necesidad de participar dignamente de la Cena del Señor. ¿Qué significa esto? Significa examinar nuestro corazón antes de acercarnos a la mesa del Señor. Si participamos de manera irreverente o con pecado no confesado, estamos menospreciando el sacrificio de Cristo. El apóstol nos insta a “probar cada uno su propio corazón”. Este es un momento de autoevaluación, de pedir perdón por nuestros pecados y de reconciliarnos con Dios y con nuestros hermanos en Cristo. Consecuencias de la irreverencia (1 Corintios 11:30-32) Pablo menciona que debido a la falta de reverencia y a la participación indigna en la Cena del Señor, algunos en la iglesia de Corinto estaban enfermos y otros incluso habían muerto. Esto nos enseña que Dios toma en serio este acto. Aunque vivimos en una época de gracia, no debemos tomar la gracia de Dios como una excusa para ser irreverentes. La Cena del Señor es un recordatorio solemne de lo que Cristo hizo por nosotros, y debemos acercarnos a ella con el debido respeto. Unidad en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 11:33-34) Pablo concluye este pasaje recordando a los creyentes que la Cena del Señor es también un acto de unidad. Cuando nos reunimos para participar de ella, lo hacemos como un solo cuerpo en Cristo. No hay lugar para divisiones, egoísmos o rivalidades. Debemos esperar los unos por los otros, sirviéndonos con amor y respeto. La Cena del Señor nos recuerda que, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo. La cruz de Cristo nos une, y debemos vivir en armonía unos con otros. La Cena del Señor es un acto profundo y sagrado. Nos llama a recordar, a reflexionar, a arrepentirnos y a proclamar la obra redentora de Cristo. Al participar de ella, no solo miramos hacia atrás, a la cruz, sino también hacia adelante, a la segunda venida de nuestro Señor. Que cada vez que tomemos el pan y la copa, lo hagamos con reverencia, gratitud y una renovada devoción a nuestro Salvador. Jesús dio su vida por nosotros; vivamos para Él.  

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