Sermon'e

en March 31, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Dios es Amor & libros Apocalipsis, Éxodo, Romanos.

Cordero y León

Queridos hermanos y hermanas, es un privilegio estar aquí reunidos para explorar juntos el profundo misterio del Cordero y el León, manifestado en nuestro Señor Jesucristo. Como bien nos recuerda la Palabra de Dios, en diferentes pasajes se nos revela a Jesús como Cordero y como León. La Biblia nos presenta a Jesús como Cordero, un símbolo de su sacrificio perfecto por nuestra redención. Y en contraste, lo muestra como León, el poderoso Rey de reyes y Señor de señores. Sin embargo, debemos ser originales en nuestra comprensión, ya que el diablo, aunque llamado León, siempre intentará copiar lo que hace Jesús. Es crucial que mantengamos la autenticidad en nuestra fe. En Apocalipsis 5:1-4, vemos la visión de Juan del libro sellado con siete sellos, representando el destino de la humanidad. Solo el Cordero es digno de abrirlo, revelando así su autoridad y su papel crucial en el plan de salvación. Cuando Adán pecó en el Edén, trajo consigo la muerte y la separación de Dios para toda la humanidad. Nosotros, como descendientes de Adán, éramos propiedad del diablo debido al pecado. Antes, para acercarse a Dios, era necesario purificarse, y esto se lograba a través de sacrificios de animales, como se describe en Éxodo 12:1-14. Pero en su infinita misericordia, Dios diseñó un plan de salvación. Y aquí es donde entra en escena nuestro Salvador, Jesucristo. Él se levantó como el Cordero sacrificado, ofreciendo su vida para redimirnos de nuestros pecados. Su sacrificio perfecto nos limpia y nos reconcilia con Dios. Sin embargo, Jesús no se queda como un Cordero sacrificado. Se levanta como un León, el Rey de reyes y Señor de señores, como se nos muestra en Apocalipsis 1:9-20. Su victoria sobre la muerte y el pecado nos da vida eterna y nos asegura un lugar en su reino. Todo aquel en que cree en Jesucristo es salvo, por eso debemos confesar nuestros pecados y redimirnos ante la bondad y el amor de Dios y decretar que Jesucristo es nuestro único salvador. Jesús como cordero vencio al pecado, pero como León para vencer a satanas. Por lo tanto, hermanos y hermanas, recordemos siempre el misterio del Cordero y el León en nuestra vida diaria. Que podamos vivir en la gratitud por el sacrificio de Jesús, confiando en su poder soberano para guiarnos y protegernos. Y mientras esperamos su regreso glorioso, vivamos en santidad y servicio, preparándonos para su venida, como nos exhorta 2 Pedro 3:13-14. Amén.

en March 24, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Tomar el escudo de la fe & libro Éxodo.

La bendición no es algo que se coge, es un lugar donde se entra

Amados hermanos en Cristo, hoy nos reunimos para reflexionar sobre la esencia de las bendiciones. En la mayoría de los casos, tratamos de ver las bendiciones como una sustancia física que se puede tocar y sostener, pero en realidad están más allá de esos límites. Las bendiciones son caminos hacia los reinos del ser; dimensiones del alma y del espíritu a las que sólo se puede acceder mediante una convergencia con la voluntad de Dios. El pasaje en Éxodo 33:1-3 ilustra perfectamente la verdad de este principio. Cuando Dios decide bendecir a un hombre o una mujer, no sólo les concede favor sino que también va más allá al cambiar sus destinos y sus nombres. Esto nos muestra que ser bendecido no es algo común y corriente, sino más bien un acto de la elección de Dios que cambia nuestras vidas por completo. En los casos en que Dios allana nuestro camino con bendiciones, debemos darnos cuenta de que Él es parte de nuestras vidas. En cambio, en ocasiones Dios puede parecer lejano o ausente de nosotros cuando atravesamos dificultades. Sin embargo, no debemos asustarnos ni creer que hemos sido abandonados, ya que es precisamente en esos momentos cuando nuestra fe se pone a prueba y aumenta. De vez en cuando, Dios nos deja solos para profundizar nuestra confianza en él, porque hay lugares a los que él no entra con nosotros y hay lugares a los que debemos entrar sólo por fe. Por eso, queridos hermanos, no olvidemos que una bendición no es algo que deseamos con tanto ardor que estemos dispuestos a hacer casi cualquier cosa para obtenerla; más bien, es el destino del camino cuando nos entregamos de todo corazón en las manos de Dios. Que nuestros corazones y mentes individuales estén abiertos al poder y la gracia transformadores de Dios, permitiéndole mostrarnos Su camino que trae verdadera bendición. Es en Su presencia donde recibiremos lo que es inmensurable pero eterno: Su amor sin fin. En Éxodo 34:12, encontramos estas palabras de Dios dirigidas a su pueblo: “Cuídate de no hacer pacto con los habitantes del país adonde vas, no sea que, cuando ellos se prostituyan con sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten y tú aceptes de sus sacrificios”. Este versículo nos enseña una importante lección sobre la bendición y la fidelidad a Dios. Dios advierte a su pueblo que no hagan pactos con aquellos que no siguen su voluntad, para que no se vean arrastrados hacia prácticas que los alejen de Él. Nos recuerda que la verdadera bendición viene de permanecer en comunión con Dios y obedecer sus mandamientos. En nuestra búsqueda de la bendición, debemos ser cuidadosos de no comprometer nuestra fe ni nuestra relación con Dios. No podemos esperar recibir la bendición divina si nos asociamos con aquellos que nos alejan de Él y nos llevan por caminos contrarios a su voluntad. Debemos mantenernos firmes en nuestra fe, confiando en que Dios nos guiará por el camino de la verdadera bendición. Que este versículo nos inspire a ser selectivos en nuestras asociaciones y a mantenernos fieles a Dios en todo momento. Recordemos que la verdadera bendición proviene de caminar en comunión con Él y obedecer sus mandatos con amor y devoción. Que cada uno de nosotros pueda ser diligente en cuidar nuestra relación con Dios, sabiendo que en Él encontramos la plenitud de la bendición que anhelamos. En libro de Deuteronomio 31:8, donde Dios nos dice: “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes”. Estas palabras son un recordatorio poderoso de la presencia constante de Dios en nuestras vidas. Nos aseguran que, en nuestro viaje hacia la bendición, no estamos solos. Dios mismo va delante de nosotros, abriendo caminos, guiándonos y protegiéndonos en todo momento. No importa cuán desafiantes sean las circunstancias, podemos confiar en que Él nunca nos abandonará. Esta promesa nos infunde valor y esperanza en nuestro viaje de fe. Nos anima a enfrentar los desafíos con valentía, sabiendo que Dios está con nosotros. Nos libera del miedo y el desánimo, recordándonos que tenemos un Dios poderoso que lucha por nosotros y nos sostiene en todo momento. Por lo tanto estas palabras nos fortalezcan y nos inspiren a confiar plenamente en la fidelidad y el amor incondicional de nuestro Señor. Que podamos caminar con valentía y determinación, sabiendo que Él está con nosotros en todo momento, guiándonos hacia la bendición que Él ha preparado para nosotros. Amén.

en March 20, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Guerra Espiritual & libro Mateo.

¿Para qué orar si Dios sabe todas las cosas?

Hoy nos reunimos para reflexionar sobre la pregunta que a menudo nos planteamos: ¿Para qué orar si Dios sabe todas las cosas? Es una interrogante que puede surgir en momentos de duda o confusión, pero la respuesta está claramente delineada en las Sagradas Escrituras. En Mateo 6:5-7, Jesús nos enseña sobre la oración sincera y humilde, destacando la importancia de no caer en la hipocresía al orar en público, sino de dirigirnos a Dios con corazones sinceros y devotos. Aunque Dios conoce todas nuestras necesidades antes de que se las pidamos, Él desea que nos acerquemos a Él en oración, no solo para solicitar ayuda, sino también para fortalecer nuestra relación con Él. En Mateo 6:8-15, Jesús nos enseña la oración del Padre Nuestro, un modelo que nos muestra cómo dirigirnos a Dios con reverencia y confianza. Esta oración nos recuerda que, aunque Dios conoce nuestras necesidades, debemos acudir a Él en busca de su voluntad y su provisión diaria. 3 Juan 1:2 nos revela el deseo de Dios de que prosperemos en todas las áreas de nuestra vida, tanto física como espiritualmente. La oración nos conecta con la fuente de toda bendición, permitiendo que la gracia divina fluya abundantemente en nuestras vidas. Finalmente, en 1 Tesalonicenses 5:23, se nos insta a mantenernos completos, tanto en cuerpo, alma y espíritu, y a conservar nuestra comunión con Dios a través de la oración constante. Por lo tanto, hermanos y hermanas, aunque Dios conoce todas las cosas, Él anhela que nos acerquemos a Él en oración, no solo para pedir ayuda, sino también para fortalecer nuestra relación con Él y experimentar su amor y provisión en nuestras vidas. Que la oración sea siempre una parte vital de nuestra vida espiritual, recordando que en ella encontramos consuelo, dirección y comunión con nuestro Padre celestial. Oremos sin cesar, confiando en su soberanía y amor infinito. Amén.    

en March 17, 2024 — por .

La tierra seca está aquí, la tierra seca soy yo

Nos reunimos bajo el título “La tierra seca está aquí, la tierra seca soy yo”. En estos tiempos de incertidumbre y sequedad espiritual, es crucial recordar las lecciones que nos enseña la Palabra de Dios. Comenzamos con los versículos de Génesis 2:15 y Génesis 3:23, donde vemos cómo la relación entre el hombre y la tierra cambió drásticamente debido al pecado. Dios nos creó para ser guardianes y cultivadores de la tierra, para que prosperemos en comunión con Él. Sin embargo, la desobediencia nos llevó a ser expulsados del Edén, a abandonar la tierra fértil que Dios nos había dado. Hoy nos encontramos preguntándonos: ¿Dónde está nuestra prosperidad? Muchas veces nos alejamos de Dios y dejamos atrás lo que Él nos ha dado, buscando nuestra propia satisfacción y olvidando nuestra conexión con la tierra y con nuestro Creador. Dios, en Su amor y misericordia, nos ofrece una nueva oportunidad. Aunque nos haya sacado del Edén, Él no nos ha abandonado. Nos sigue llamando a cultivar la tierra que nos ha dado, a buscar Su presencia y a trabajar por el Reino de Dios aquí en la tierra seca en la que vivimos. Recordemos que así como Dios formó al hombre fuera del jardín del Edén, Él también nos formó a nosotros, nos dio vida y nos puso en este mundo con un propósito. No importa cuán árida pueda parecer nuestra situación, Dios está con nosotros, dispuesto a regar nuestra tierra seca con Su gracia y amor, si solo volvemos a Él con corazones humildes y arrepentidos. Hermanos y hermanas, en este día, reafirmemos nuestro compromiso de buscar a Dios, de cultivar la tierra que Él nos ha dado y de vivir en comunión con Él. Que nuestras vidas sean testimonio de Su amor y fidelidad, incluso en medio de la tierra seca que nos rodea. Amén.    

en March 13, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema El amor de Dios al mundo & libro Génesis.

La muerte del hijo, nos dio acceso al Padre

Génesis 37:32- “y enviaron la túnica de muchos colores; y la llevaron a su padre, y dijeron: Esta hemos hallado; reconoce ahora si es o no la túnica de tu hijo.” 2 Samuel 13:30- “Luego, mientras ellos estaban en el camino, le dieron aviso, diciendo: Absalón ha matado a todos los hijos del rey, y no ha quedado ninguno de ellos.” Mateo 15:37- “Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.” En la vida, nos enfrentamos a situaciones dolorosas y difíciles que nos hacen cuestionar el propósito y la bondad de Dios. La pérdida de un hijo es una de las experiencias más devastadoras que un ser humano puede enfrentar. Sin embargo, en medio de este dolor, podemos encontrar consuelo y esperanza en el sacrificio de Jesucristo y su acceso al Padre. La historia de José y su túnica: En Génesis 37, vemos cómo los hermanos de José le arrebatan su túnica y la sumergen en sangre para simular su muerte. Este acto desgarrador lleva a su padre, Jacob, a un profundo dolor y lamento. Pero más adelante, esta tragedia se convierte en una parte crucial del plan de Dios para la salvación de su pueblo. La tragedia en la familia de David: En 2 Samuel 13, se relata el asesinato de los hijos de David, incluido Absalón. Este evento trágico sacude los cimientos del reino de David y lo sumerge en el dolor y el sufrimiento. Sin embargo, incluso en medio de esta tragedia, vemos cómo Dios trabaja a través de los eventos más oscuros para cumplir su propósito redentor. La multiplicación de los panes y los peces: En Mateo 15, presenciamos el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Jesús alimenta a una multitud hambrienta con tan solo unos pocos panes y peces, demostrando su poder sobre la escasez y su provisión abundante para aquellos que confían en él. Este milagro nos recuerda que, incluso en medio de nuestras pruebas y aflicciones, Dios es capaz de proveer abundantemente para nuestras necesidades. La muerte de un hijo es una experiencia devastadora que puede sacudir nuestra fe y poner a prueba nuestra confianza en Dios. Sin embargo, a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz, tenemos acceso directo al Padre celestial, quien nos consuela en nuestro dolor y nos sostiene en tiempos de prueba. En lugar de permitir que el dolor nos consuma, debemos acudir a Dios en busca de consuelo y fortaleza, sabiendo que él es el único que puede sanar nuestras heridas más profundas y restaurar nuestra esperanza en medio de la oscuridad.  

en March 10, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Pedir perdon por nuestros pecados & libro Romanos.

Libres de la Condenación del Pecado

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, Hoy nos adentramos en las profundidades del libro de Romanos, donde encontramos una revelación poderosa sobre el pecado, la redención y la gracia transformadora de Dios a través de Jesucristo. En Romanos 5 y 6, el apóstol Pablo nos presenta una visión magistral de la condición humana, la obra redentora de Cristo y nuestro llamado a vivir en la libertad que solo Él puede ofrecer. En Romanos 5, Pablo nos confronta con la realidad del pecado y sus consecuencias. Él nos recuerda que, a través de Adán, el pecado entró en el mundo y la muerte como resultado del pecado. Todos hemos sido afectados por esta realidad, somos pecadores por naturaleza y estamos separados de Dios a causa de nuestras transgresiones. Sin embargo, Pablo no se detiene en la descripción del problema; nos ofrece una solución: Jesucristo. La clave de la redención se encuentra en la obra de Cristo en la cruz. A través de su muerte sacrificial, Cristo reconcilió al hombre con Dios y nos ofreció la oportunidad de ser justificados por la fe. En Cristo, encontramos perdón y vida eterna, una gracia que trasciende nuestra comprensión humana. Nada que hayamos hecho puede separarnos del amor de Dios manifestado en Jesucristo. Pero ¿qué significa esto para nosotros en nuestra vida diaria? ¿Cómo debemos responder a esta increíble gracia que hemos recibido? Pablo nos da la respuesta en Romanos 6: debemos morir al pecado y vivir para Dios en Cristo Jesús. Nuestra unión con Cristo en su muerte y resurrección implica una transformación radical en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado; hemos sido liberados para vivir en justicia y santidad delante de Dios. Esta libertad no es licencia para pecar, sino un llamado a la santidad. Pablo nos insta a presentarnos como instrumentos de justicia al servicio de Dios, ofreciendo nuestros cuerpos como sacrificio vivo y agradable a Él. Esta es la verdadera respuesta a la gracia redentora de Dios: una vida transformada, dedicada a su servicio y glorificación. Hermanos y hermanas, hoy somos recordados de la magnitud del amor de Dios manifestado en la cruz de Cristo. Somos pecadores redimidos, justificados por la fe y llamados a vivir en la plenitud de la libertad que solo se encuentra en Él. Que nuestras vidas sean testimonios vivientes de la gracia transformadora de Dios, llevando luz y esperanza a un mundo necesitado. En conclusión, recordemos las palabras de Pablo en Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, pero el regalo gratuito de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor.” Que este regalo de vida nos inspire a vivir en gratitud y obediencia, buscando siempre glorificar a Dios en todo lo que hacemos. Que Dios nos capacite y nos guíe mientras buscamos vivir en la plenitud de la redención que tenemos en Cristo Jesús. Amén.

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