Génesis 37:32- “y enviaron la túnica de muchos colores; y la llevaron a su padre, y dijeron: Esta hemos hallado; reconoce ahora si es o no la túnica de tu hijo.”
2 Samuel 13:30- “Luego, mientras ellos estaban en el camino, le dieron aviso, diciendo: Absalón ha matado a todos los hijos del rey, y no ha quedado ninguno de ellos.”
Mateo 15:37- “Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.”
En la vida, nos enfrentamos a situaciones dolorosas y difíciles que nos hacen cuestionar el propósito y la bondad de Dios. La pérdida de un hijo es una de las experiencias más devastadoras que un ser humano puede enfrentar. Sin embargo, en medio de este dolor, podemos encontrar consuelo y esperanza en el sacrificio de Jesucristo y su acceso al Padre.
La muerte de un hijo es una experiencia devastadora que puede sacudir nuestra fe y poner a prueba nuestra confianza en Dios. Sin embargo, a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz, tenemos acceso directo al Padre celestial, quien nos consuela en nuestro dolor y nos sostiene en tiempos de prueba. En lugar de permitir que el dolor nos consuma, debemos acudir a Dios en busca de consuelo y fortaleza, sabiendo que él es el único que puede sanar nuestras heridas más profundas y restaurar nuestra esperanza en medio de la oscuridad.