Sermon'e

en November 13, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in temas La salvación por cristo Jesús, La voluntad de Dios & libros 2 Timoteo, Apocalipsis, Juan, Mateo.

El Apocalipsis desvelado

En el libro de Apocalipsis, se revela el destino de la humanidad y la culminación del plan de Dios. Sin embargo, este libro no es solo un relato del juicio final, sino también un mensaje de esperanza y fidelidad para la iglesia, especialmente en tiempos de sufrimiento y persecución. Hoy desvelaremos lo que estos textos nos enseñan sobre enfrentar las pruebas con valentía, temer solo a Dios y mantener la esperanza en la victoria final de Cristo. En Apocalipsis 2:8-11, Jesús habla a la iglesia en Esmirna, una iglesia que sufría grandemente por su fe. Jesús se identifica como “el primero y el último, el que estuvo muerto y volvió a la vida”. Esta introducción no es casual. Al recordar a la iglesia su soberanía y resurrección, Jesús les asegura que, aunque enfrenten la muerte, Él tiene poder sobre ella. El llamado de Cristo a la iglesia en Esmirna es claro: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” ¿Qué significa ser fiel hasta la muerte? Significa mantener nuestra confianza en Dios incluso cuando todo parece perdido, incluso cuando las circunstancias nos desafían a renunciar a nuestra fe. Cristo promete que aquellos que perseveran no sufrirán el daño de la segunda muerte, una promesa de vida eterna. Jesús nos advierte en Mateo 10:28: “No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Este versículo nos confronta con la realidad de que el temor a los hombres, el temor a la pérdida o incluso el temor a la muerte no debe gobernar nuestra vida. El único temor que debemos tener es el temor reverente a Dios, quien tiene poder sobre nuestra eternidad. En Juan 11:25, Jesús se declara a sí mismo como “la resurrección y la vida.” Él no solo promete vida después de la muerte; Él es la fuente de esa vida. Cuando enfrentamos la pérdida o la amenaza de la muerte, debemos recordar que nuestra esperanza no está en este mundo, sino en Cristo, quien ha vencido la muerte y nos ha dado la promesa de vida eterna. Jesús no nos promete una vida libre de problemas. De hecho, en Juan 16:33 nos dice: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” La paz que Jesús ofrece no es la ausencia de problemas, sino la presencia de su Espíritu que nos fortalece en medio de ellos. En 2 Timoteo 3:2-5 Pablo describe cómo serán los hombres en los últimos días: “egoístas, avaros, jactanciosos, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos…” Esta descripción es un recordatorio de que el mundo en que vivimos estará lleno de maldad y corrupción. Pero como creyentes, somos llamados a ser diferentes, a apartarnos de estas conductas y a vivir en santidad. En Juan 11:25 Jesús no solo promete resurrección, Él mismo es la resurrección. La fe en Cristo transforma nuestra perspectiva de la muerte. No la vemos como el fin, sino como el comienzo de una nueva vida con Él. Esto es lo que le da sentido a nuestra fe: la certeza de que, aunque nuestro cuerpo físico muera, nuestra alma vivirá eternamente con el Señor.  

en November 10, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in libros 1 Timoteo, Juan, Lucas, Marcos & .

La nueva naturaleza (parte 2)

“La Nueva Naturaleza” es un proceso de transformación que comienza con el arrepentimiento, sigue con el nuevo nacimiento en el Espíritu, y culmina en una vida transformada por el poder de Jesús. Este cambio nos permite vivir de acuerdo con el Reino de Dios, con propósito, y con una visión que afecta cada aspecto de nuestra vida, tanto espiritual como física.

en October 27, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in libros Hebreos, Josué, Juan & .

Levantando la cerca (P1)

En el libro de Josué, encontramos la historia de Rahab, una mujer que vivía en Jericó y cuyo acto de fe y valentía fue clave para el pueblo de Israel. Josué 2 nos relata cómo Rahab, aunque era extranjera y vista como una persona de baja reputación, fue utilizada por Dios para proteger a los espías israelitas, quienes habían sido enviados a Jericó para explorar la tierra. Cuando hablamos de “levantar una cerca”, podemos imaginar una protección, una barrera que no solo nos separa de algo o alguien, sino que también nos protege de lo que está afuera. Rahab levantó una cerca en su corazón, una decisión firme de proteger a los siervos de Dios, y eso la conectó con un propósito mayor. Pero más allá de lo físico, levantar la cerca también representa una actitud de fe, de mantenernos firmes en nuestras creencias y convicciones, incluso cuando el entorno es hostil. En Juan 16:33, Jesús nos da una promesa poderosa: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Esta promesa es una cerca que podemos levantar en nuestra vida. Aunque enfrentemos desafíos y momentos de incertidumbre, esta confianza en Jesús nos da la seguridad de que Él ha vencido por nosotros y que, con Él, podemos atravesar cualquier dificultad. Rahab, aún sin conocer a fondo al Dios de Israel, actuó con fe. Su decisión de ayudar a los espías no fue solo un acto de valentía; fue un acto de fe en un Dios que ella apenas comenzaba a conocer. Es aquí donde entra Hebreos 11:6, que nos recuerda que “sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Rahab creyó y actuó, levantando una cerca de fe en su vida que la apartó del peligro y le dio un lugar en la historia del pueblo de Dios. Este es el desafío para nosotros hoy: ¿Dónde necesitamos levantar una cerca en nuestra vida? Quizás hemos permitido que el miedo, la duda o las circunstancias difíciles nos afecten. Tal vez estamos en una situación que nos invita a comprometernos con Dios de una manera nueva y radical, pero para eso necesitamos proteger nuestra fe, nuestras convicciones y nuestros principios. Al igual que Rahab, podemos tomar una decisión, una que trascienda lo inmediato y nos conecte con el propósito de Dios. Recuerda que levantar la cerca no significa cerrar el corazón, sino protegerlo y ponerlo en manos de Dios. En un mundo que constantemente intenta hacernos caer en el desánimo, Jesús nos recuerda que Él ha vencido y que, si mantenemos nuestra fe y nuestras convicciones firmes, también venceremos. Que esta historia nos inspire a ser valientes, a levantar una cerca de fe en nuestro corazón, sabiendo que Dios honra a quienes lo buscan de verdad.

en September 4, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in tema Descubriendo la voluntad de Dios & libros Efesios, Juan, Lucas, Mateo, Romanos, Santiago.

Verdades sorprendentes

♥En nuestra vida cotidiana, podemos enfrentar situaciones que desafían nuestras creencias y expectativas. Hoy exploraremos algunas verdades sorprendentes que Jesús reveló a lo largo de su ministerio, las cuales transformaron vidas y continúan haciéndolo. Estas verdades nos llevan a reflexionar profundamente sobre la relación entre Dios y nosotros, y cómo podemos vivir conforme a su propósito. El Conocimiento de Dios es Vida Eterna Texto: Juan 17:3 Jesús, en su oración al Padre, nos revela que la vida eterna consiste en conocer al único Dios verdadero y a Jesucristo, a quien Él envió. Este conocimiento no se refiere solo a un entendimiento intelectual, sino a una relación personal y profunda con Dios. Esta verdad es sorprendente porque muchas veces pensamos que la vida eterna es algo que se obtiene después de la muerte, cuando en realidad comienza ahora, en nuestra comunión diaria con Dios. Estábamos Muertos, Pero Ahora Vivimos Texto: Efesios 2:1 y Lucas 15:23-24 Pablo nos recuerda en Efesios que antes de conocer a Cristo, estábamos espiritualmente muertos en nuestros delitos y pecados. Esta es una realidad que puede ser difícil de aceptar, pero Jesús nos lo ilustra en la parábola del hijo pródigo. El padre dice: “Este mi hijo muerto era, y ha revivido”. La salvación es un milagro de vida, un regreso de la muerte a la vida. La Salvación es un Regalo Inmerecido Texto: Efesios 2:8-9 y Romanos 3:20-26 La gracia es uno de los conceptos más sorprendentes del Evangelio. No podemos ganar nuestra salvación por medio de obras; es un regalo de Dios. Esto va en contra de nuestra tendencia natural a querer ganarnos las cosas por mérito. Pablo enfatiza en Romanos que nadie puede justificarse ante Dios por sus obras; todos hemos pecado y solo somos justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús. El Mayor en el Reino es el Siervo de Todos Texto: Mateo 23:11-12 En un mundo que valora la autoridad y el poder, Jesús nos dice que el mayor en el Reino de los Cielos es el que se humilla y sirve a los demás. Esto desafía las normas culturales y sociales, invitándonos a revaluar nuestras prioridades y nuestro concepto de grandeza. El servicio humilde es lo que realmente nos eleva en el Reino de Dios. La Fe Perseverante es Recompensada Texto: Mateo 15:21-28 En este pasaje, encontramos a una mujer cananea que, a pesar de ser rechazada inicialmente, no cesa en su súplica a Jesús. Su fe perseverante le valió el elogio de Jesús y la sanación de su hija. Esta verdad nos enseña que la fe genuina no se rinde ante las dificultades, sino que persiste, confiando en que Dios responderá a su debido tiempo. Dios Da Gracia a los Humildes Texto: Tiago 4:6-8 Santiago nos recuerda que Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Este pasaje nos invita a acercarnos a Dios con humildad, reconociendo nuestra necesidad de Él. Solo al someternos a Dios y resistir al diablo podremos experimentar la cercanía con el Señor y la purificación. Las verdades que hemos explorado hoy no solo nos desafían, sino que también nos transforman. Dios nos llama a vivir una vida sorprendente, llena de su gracia y poder. Al aplicar estas enseñanzas a nuestras vidas, experimentaremos el propósito y la plenitud que solo pueden encontrarse en Él. Sigamos escudriñando las Escrituras y permitiendo que estas verdades cambien nuestras vidas desde lo más profundidad.

en September 1, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in tema Septiembre mes de la sabiduría & libros 1 Samuel, Gálatas, Génesis, Jeremías, Juan.

¿Cómo glorifico a Dios?

Hoy vamos a reflexionar sobre cómo glorificar a Dios, tomando como base el texto de Juan 15:1-8. Jesús, en esta parábola, se describe a sí mismo como la vid verdadera y nos invita a permanecer en Él para dar mucho fruto. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo podemos dar fruto y, por ende, glorificar a Dios en nuestras vidas? Permanecer en Cristo (Juan 15:1-4) Jesús es la vid verdadera, y nosotros somos las ramas. Sin Él, nada podemos hacer. Para glorificar a Dios, lo primero que debemos hacer es permanecer en Cristo. Esto implica una relación continua y activa con Él. No se trata solo de creer, sino de vivir conectados a la fuente de vida que es Cristo. 1 Samuel 1:6-7: La historia de Ana, quien fue provocada por Penina debido a su esterilidad, nos muestra la importancia de la perseverancia en la fe y en la oración. A pesar de su dolor, Ana permaneció en Dios y confió en Él, y finalmente, Dios le dio a Samuel, quien sería un gran profeta. Glorificamos a Dios cuando, en medio de las pruebas, seguimos confiando y permaneciendo en Él. Dar fruto que glorifique a Dios (Juan 15:5-8) El propósito de permanecer en Cristo es dar fruto. Este fruto es el resultado de una vida obediente y transformada por el Espíritu Santo. En Gálatas 5:22, el apóstol Pablo describe el fruto del Espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza“. Este es el tipo de fruto que glorifica a Dios y demuestra nuestra conexión con Él. Génesis 26:1 y 12: En tiempos de hambre, Isaac decidió obedecer a Dios y no fue a Egipto, sino que se quedó en la tierra que Dios le indicó. Como resultado de su obediencia, Isaac cosechó cien veces más de lo que sembró, lo que fue un testimonio del poder y la fidelidad de Dios. De la misma manera, cuando nuestras vidas producen el fruto del Espíritu, damos testimonio de la grandeza de Dios y le glorificamos. El Proceso de la Santificación (Jeremías 18:2) El proceso de glorificar a Dios no es instantáneo; es un proceso continuo de santificación y transformación, como el trabajo del alfarero con el barro. Jeremías 18:2: Dios le pide a Jeremías que baje a la casa del alfarero. Allí, el alfarero estaba trabajando con el barro, moldeándolo según su voluntad. Así es Dios con nosotros: nos moldea y nos forma para ser vasos útiles para Su gloria. Aceptar este proceso y permitir que Dios nos transforme es otra manera de glorificarlo. Glorificar a Dios es el propósito principal de nuestras vidas. Lo hacemos permaneciendo en Cristo, dando fruto que refleje Su carácter como se describe en Gálatas 5:22, y permitiendo que Él nos moldee a través del proceso de santificación. Como seguidores de Cristo, nuestra meta debe ser siempre honrar a Dios en todo lo que hacemos, sabiendo que, al hacerlo, estamos cumpliendo con el propósito para el cual fuimos creados.

en August 4, 2024 — por .
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas El propósito de nuestra vida, Guerra Espiritual & libros Apocalipsis, Génesis, Juan, Mateo.

Verdaderamente libres

Querida congregación, nos reunimos bajo el poderoso tema “Verdaderamente libres”, basado en el versículo de Juan 8:36: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Vivimos en un mundo que constantemente nos promete libertad: libertad financiera, libertad de tiempo, libertad personal. Sin embargo, ¿qué significa ser verdaderamente libres? Jesús nos da la respuesta en Juan 8:36. La verdadera libertad no viene de las circunstancias externas, sino de una relación profunda y transformadora con Él. Comencemos con Mateo 12:43, donde Jesús describe lo que sucede cuando un espíritu impuro sale de una persona. El espíritu vaga buscando descanso, pero al no encontrarlo, decide regresar a la persona de donde salió. Si la encuentra “desocupada, barrida y adornada”, trae consigo a otros siete espíritus más malvados, y la condición final de esa persona resulta peor que la inicial. Esto nos muestra que simplemente deshacerse de las malas influencias no es suficiente. Necesitamos llenar nuestro corazón con algo más fuerte y permanente: la presencia de Jesús. Solo Él puede llenar el vacío y protegernos contra el retorno del mal. En Apocalipsis 3:5, Jesús promete: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”. Ser verdaderamente libres implica una transformación interna que se refleja en nuestras vidas externas. Vestir vestiduras blancas simboliza pureza, redención y una nueva identidad en Cristo. En Juan 14:23, Jesús dice: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. La verdadera libertad se encuentra en vivir en comunión con Dios. Cuando guardamos Su palabra y vivimos según Sus mandamientos, experimentamos la libertad que proviene de estar en Su presencia. Dios mismo hace morada en nosotros, guiándonos y fortaleciendo nuestra vida diaria. Veamos Génesis 35:1-5, donde Dios le dice a Jacob que suba a Betel y habite allí, y que haga un altar al Dios que le apareció cuando huía de su hermano Esaú. Jacob instruye a su familia a deshacerse de los dioses extranjeros que tienen, purificarse y cambiarse de ropa. Este acto de purificación y renovación simboliza el abandono de las viejas costumbres y la adopción de una nueva vida dedicada a Dios. Finalmente, en Apocalipsis 3:20, Jesús nos dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. La verdadera libertad comienza con una decisión personal de abrir la puerta de nuestro corazón a Jesús. Él nos invita a una relación íntima y personal con Él, donde encontramos paz, propósito y verdadera libertad. Amados hermanos y hermanas, la verdadera libertad no se encuentra en el mundo, sino en Jesús. Él nos ofrece una libertad que transforma, que purifica y que nos llena de Su presencia. Al abrirle nuestro corazón y permitirle morar en nosotros, experimentamos una vida nueva, una vida verdaderamente libre. Oremos para que cada uno de nosotros pueda vivir en esa libertad que solo Jesús puede dar. Que podamos vestirnos de vestiduras blancas, guardar Su palabra y vivir en comunión con Él cada día. Amén.