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Mismo Dios uno prospera, el otro no
Pasaje De La Biblia 1 Samuel 7:1
Este contenido es parte de una serie Fuertes en la Palabra, in .

Mismo Dios, uno prospera el otro no

  • Jeferson Soares
Fecha predicado January 10, 2024

Texto Base: 1 Samuel 7:1 (NVI) “Entonces los hombres de Quiriat Yearim vinieron a llevar el arca del Señor a la casa de Abinadab, en la colina. Santificaron a su hijo Eleazar para que cuidara del arca del Señor.”

Querida comunidad, en la narrativa de 1 Samuel 7:1, nos encontramos con un momento intrigante. Los hombres de Quiriat Yearim llevan el arca del Señor a la casa de Abinadab, pero aquí surge una pregunta: ¿cómo es posible que teniendo al mismo Dios, los destinos de las personas puedan ser tan diferentes? Acompáñenme mientras exploramos las lecciones que podemos extraer de esta historia.

I. La Presencia de Dios:

  • Reflexionaremos sobre la importancia de tener la presencia de Dios en nuestras vidas.
  • Desafiaremos la noción de que tener a Dios en nuestra vida automáticamente garantiza prosperidad material.

II. La Casa de Abinadab:

  • Exploraremos la situación de la casa de Abinadab, que tenía el arca del Señor pero no experimentó la bendición.
  • Analizaremos cómo la proximidad a lo sagrado no siempre garantiza una vida de prosperidad.

III. Santificación y Compromiso:

  • Abordaremos la santificación de Eleazar para cuidar del arca del Señor.
  • Reflexionaremos sobre la importancia de la consagración y compromiso personal a pesar de las circunstancias externas.

IV. Prosperidad Verdadera:

  • Desglosaremos la idea de que la prosperidad verdadera va más allá de lo material.
  • Inspiraremos a la comunidad a buscar una prosperidad que involucre paz interior, amor, y la gracia de Dios.

V. La Lección para Nuestro Tiempo:

  • Conectaremos la historia con la realidad de hoy, donde algunos pueden tener mucho materialmente y otros no.
  • Desafiaremos la mentalidad de que el éxito y la bendición se miden solo en términos materiales.

Hermanos y hermanas, que recordemos que aunque todos tenemos acceso al mismo Dios, nuestros destinos pueden ser diferentes. La prosperidad verdadera no se mide solo en riquezas materiales, sino en la cercanía a Dios, la consagración personal y la paz que trasciende las circunstancias. Que busquemos la prosperidad que viene de una vida entregada a Dios, independientemente de las apariencias externas. Amén.

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