Hermanos, cada mañana que nos levantamos tenemos algo en común: todos vamos a decidir.
Puede ser algo pequeño, como qué ropa usar, o algo grande, como perdonar o guardar rencor, decir la verdad o mentir, seguir a Cristo o seguir nuestros propios deseos.
Lo que a veces olvidamos es que las decisiones de hoy se convierten en el destino de mañana.
La Biblia lo dice en Proverbios 21:2-5: “Todo camino del hombre es recto en su propia opinión, pero Jehová pesa los corazones.”
Qué interesante, ¿verdad? Uno piensa: “Esto está bien, no le hace daño a nadie”. Pero Dios no ve solo la acción, Él mira el corazón y la intención.
La diligencia, dice el proverbio, lleva a la abundancia, pero la pereza nos conduce a la pobreza.
Ahora, miremos un ejemplo impresionante: el rey Josías (2 Crónicas 34).
Un muchacho de apenas 8 años hereda un reino lleno de idolatría y corrupción. ¿Qué harías tú con 8 años y tanto poder? Muchos se hubieran dejado llevar por los consejeros, por la comodidad, por el lujo… pero Josías decidió algo diferente: buscar a Dios.
A los 16 años empezó a purificar Judá de ídolos, y cuando descubrió la Palabra de Dios en el templo, se humilló y no solo cambió su vida, cambió el destino de toda la nación.
Esto me recuerda Proverbios 18:12: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la honra es la humildad.”
Josías pudo enorgullecerse, pero eligió la humildad. Y esa decisión lo llevó a la honra y a la bendición.
Querida iglesia, aquí está el punto: cada decisión que tomas es una semilla que siembras; tarde o temprano, vas a cosechar lo que sembraste.
Siembra oración, cosecharás paz.
Siembra perdón, cosecharás libertad.
Siembra obediencia, cosecharás bendición.
Hoy es un día para decidir como Josías: buscar a Dios de todo corazón, limpiar nuestra vida de todo lo que no le agrada, y renovar nuestro pacto con Él.
El pasado ya no lo puedes cambiar… pero hoy puedes decidir un futuro que glorifique a Cristo.