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Jesus, señor y rey
Pasaje De La Biblia Genesis 3:23-24
Este contenido es parte de una serie Celebrando la gracia, in temas Relación con Jesús, Seguir a Cristo & libros Éxodo, Génesis, Hebreos, Juan.

Jesús Señor y Rey segunda parte

  • Jeferson Soares
Fecha predicado May 5, 2024

Hermanos, hoy nos reunimos para profundizar en la comprensión de nuestro Señor Jesucristo, quien es proclamado en las Sagradas Escrituras no solo como nuestro salvador, sino también como nuestro eterno Rey. A través de los textos que exploraremos hoy, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, veremos cómo se teje la promesa de la redención y del reinado eterno de Cristo en la historia de la humanidad.

1. El Cierre del Paraíso y la Promesa de Redención (Génesis 3:23-24)

Al principio, en el jardín del Edén, vemos el trágico momento en que Adán y Eva son expulsados del paraíso. Esto no fue simplemente un acto punitivo; fue también un acto de misericordia de Dios. Al bloquear el acceso al árbol de la vida, Dios estaba preservando el camino a una vida eterna que necesitaba ser redimida y restaurada a través de Jesucristo. Aquí, en la pérdida del paraíso terrenal, comienza la promesa de un reino eterno a través del Rey prometido.

2. El Tabernáculo: Un Reflejo de un Reino Mayor (Éxodo 25:8-9)

Dios instruyó a Moisés para construir el Tabernáculo, un lugar donde Él podría habitar entre su pueblo. Este santuario temporal era un reflejo de algo mucho más grande y permanente. Cada detalle del Tabernáculo, diseñado según el modelo que Dios mostró a Moisés en el monte, apuntaba hacia el futuro, hacia Jesucristo, quien establecería un reino eterno no construido por manos humanas, sino por la mano de Dios.

3. La Conexión Vital con el Rey (Juan 15:6)

Jesús mismo nos enseña en el Evangelio de Juan sobre la importancia de permanecer en Él, como las ramas están unidas a la vid. Sin Jesús, no podemos hacer nada; separados de Él, nos marchitamos y morimos. Jesús no es solo un rey distante; es un Rey que invita a una relación íntima y personal con Él, donde nuestro crecimiento, nuestra fuerza y nuestra vida misma dependen de nuestra conexión con Él.

4. El Sacrificio Perfecto que Establece el Nuevo Reino (Hebreos 10:1-22)

Finalmente, vemos en la carta a los Hebreos cómo los sacrificios del antiguo pacto, repetidos año tras año, no podían hacer perfectos a los adoradores. Sin embargo, el sacrificio de Cristo es único y suficiente para siempre. Jesús, nuestro Rey, entró una vez por todas en el Lugar Santísimo, no con la sangre de cabras y terneros, sino con su propia sangre, asegurando así un nuevo pacto y un reino eterno para todos los que se acercan a Él por fe.

Jesús, nuestro Señor y Rey, no es un monarca lejano e inaccesible. Él es el centro de la historia de la salvación, el cumplimiento de las promesas hechas desde el jardín del Edén hasta el Tabernáculo, y el puente sobre el abismo creado por nuestros pecados. En Él, no solo tenemos un salvador, sino un Rey eterno que nos invita a compartir en su reino que no tiene fin. Aceptemos su invitación, permanezcamos en Él, y vivamos bajo su gracia y su gobierno, hoy y siempre.

Invitación a la Reflexión y Oración:

¿Estás viviendo como súbdito fiel de tu Rey? ¿Estás disfrutando de la intimidad que Jesús ofrece a aquellos que permanecen en Él? Ven ahora, acércate con confianza al trono de la gracia, y renueva tu compromiso con Jesús, nuestro Señor y Rey. Que su señorío se refleje en cada área de tu vida. Amén.

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