Dios nos dio mil formas para estar en su presencia y un solo motivo para salir de su presencia, adán peco por desobediencia a Dios que fue el pecado que condeno a toda la humanidad, pues ante la ley había pecado, antes de la ley nadie sabia que había pecado, ya que la ley condenaba al hombre, pero cuando llego Jesús vino a sacarnos de esa condenación, vino a darnos vida y vida en abundancia.
Hoy nos reunimos para reflexionar sobre la gran verdad de que Dios nos ha brindado innumerables formas de estar en Su presencia, pero también existe un único motivo que puede alejarnos de Él. El pecado de Adán, su desobediencia a Dios, fue el acto que condenó a toda la humanidad. Ante la ley, el pecado se hizo evidente, y sin embargo, antes de la ley, nadie era consciente de su propia transgresión. Pero, en medio de esta condenación, surge una esperanza: Jesús.
- La condenación por el pecado: Desde el inicio, el pecado entró en el mundo a través de Adán, y su desobediencia trajo la condenación sobre toda la humanidad. El pecado nos separó de la presencia de Dios y nos dejó atrapados en una espiral de muerte espiritual.
- La revelación de la ley: La ley de Dios fue dada para revelar el pecado y para que el hombre pudiera comprender la naturaleza de su condición caída. La ley no pudo salvarnos, pero sí reveló nuestra necesidad de redención.
- La llegada de Jesús: En el momento adecuado, Jesús vino al mundo como nuestro Salvador. Él vino para liberarnos de la condenación y para ofrecernos vida y vida en abundancia. Su sacrificio en la cruz fue el único camino para reconciliarnos con Dios y restaurar nuestra relación con Él.
- La única salida: Jesús es la única salida de la condenación. No hay otro nombre dado a los hombres por el cual podamos ser salvos. Su amor, gracia y sacrificio nos abren las puertas hacia la vida eterna y la comunión con Dios.Hermanos y hermanas, recordemos siempre que Dios nos ha dado mil formas para estar en Su presencia. Sin embargo, el pecado nos separa de Él, condenándonos a la muerte espiritual. Pero gracias a Jesús, tenemos una salida de esa condenación. Él es la respuesta a nuestro pecado, la puerta hacia la reconciliación con Dios y la vida eterna. Aceptémoslo como nuestro Salvador y Señor, y experimentemos la plenitud de vida que solo Él puede brindarnos. Sigamos buscando estar en Su presencia y compartamos esta buena noticia con aquellos que aún no han encontrado la salvación en Jesús.